Lisboa sube 42 puestos entre las ciudades m¨¢s caras del mundo
Ir a las pasteler¨ªas y huir de las gasolineras, claves para no arruinarse en la capital portuguesa
Una noticia mala y otra buena. La mala: Lisboa se ha disparado en la lista de las ciudades m¨¢s caras del mundo que anualmente realiza Mercer entre m¨¢s de 200 metr¨®polis. En un a?o Lisboa ha ganado 42 puestos y se ha colocado a la altura de Estocolmo, casi nada. A¨²n as¨ª, puede mejorar pues hay por delante de ella 92 ciudades m¨¢s caras.
La pasteler¨ªa del barrio es el lugar m¨¢s socorrido por los lisboetas para almorzar bien, r¨¢pido y barato
La noticia buena: el turista puede esquivar, en parte, la carest¨ªa de la vida lisboeta si sabe moverse de forma adecuada, porque esa ascensi¨®n a los cielos de ciudad carera mundial se centra fundamentalmente en dos factores: el coste de la vivienda y el coste de los combustibles, es decir, el turista ni tiene que dormir ni tiene que ir en coche. El litro de gasolina sale a 1,50 euros, cuando en Hong Kong, la ciudad m¨¢s cara del mundo, cuesta 1,63. Es f¨¢cil esquivar ese obst¨¢culo: compre un bonob¨²s y s¨²base al tranv¨ªa 28, al metro y a los trenes todo cuanto quiera por m¨®dicos precios.
Evitar la subida de precios en hoteles y hostales ya es m¨¢s dif¨ªcil. Los precios de la vivienda rondan en el centro los 10.000 metros cuadrados rehabilitados, precios dignos de Par¨ªs o Madrid y esa subida se refleja en la habitaci¨®n tur¨ªstica. Ni el humilde barrio de Alfama escapa a alquileres de 800 euros por un estudio m¨ªnimo y sin comodidades. El remedio m¨¢s radical es cruzar el puente, y all¨ª los precios caen un 50%.
La restauraci¨®n tambi¨¦n ha subido mucho en los ¨²ltimos tiempos en Lisboa; pero a¨²n se sit¨²a a a?os luz de los asi¨¢ticos. Si en Hong Kong un caf¨¦ cuesta 6,25 euros -seg¨²n Mercer- el mejor expresso del mundo en Lisboa cuesta 0,60 euros y el quinto de cerveza sale por el mismo precio. Si adem¨¢s se quiere comer barato, ni restaurantes ni tascas: no hay mejor t¨¢ctica que entrar en la pasteler¨ªa del barrio, por ejemplo, en el Chiado, la pasteler¨ªa Cam?es, y tomarse lo que recomienden, que siempre saldr¨¢ por menos de diez euros. Todas las pasteler¨ªas ofrecen un men¨², aunque hay que estar ojo avizor.
Es el caso de la Casa do Alentejo, un lugar encantador en el centro de la ciudad, que adem¨¢s de una gran actividad cultural ofrece buena cocina t¨ªpica alentejana a precios populares pero, en cuanto te ven cara de turista (y te la ven) te anuncian que todos los platos del d¨ªa, casualidad, se han acabado, que solo queda la carta (con una considerable subida de precios).
Tambi¨¦n en la ganada justa fama de Z¨¦ da Mouraria, en el barrio del mismo nombre, el bacalao lo ponen a precio de caviar; pero saben que el turista que le llega tiene un punto masoca, y le gusta que le maltratren con incomodidades, con mal servicio y mucho ruido, que no discute pagar 25 euros por un trozo de bacalao. La picaresca acecha en todas partes.
Lisboa es un para¨ªso, pero cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrarlo. La ciudad de moda y sus premios internacionales llegan tambi¨¦n cargados de sobreprecios y la clasificaci¨®n anual de Mercer y The Economist (donde tambi¨¦n ha subido cinco puestos) as¨ª lo han reflejado ¨²ltimamente.
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