La guerra comercial y el orden liberal
Las formas de Trump son corrosivas para la cooperaci¨®n multilateral basada en normas. Cuando los historiadores analicen su mandato dir¨¢n que contribuy¨® a la aceleraci¨®n del declive hegem¨®nico de EE UU y su prestigio en el mundo
Los peores presagios se han cumplido. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, est¨¢ dispuesto a destruir el orden liberal internacional. Y va a empezar a hacerlo mediante la guerra comercial. M¨¢s all¨¢ de sus pulsiones mercantilistas, xen¨®fobas y anti-cooperativas, su objetivo parece ser algo tan primario como conseguir su reelecci¨®n en 2020, con una parada intermedia este noviembre en las elecciones legislativas, en las que espera aupar a un Partido Republicano hasta hace poco desorientado. Y lo peor es que la estrategia podr¨ªa salirle bien. Con una econom¨ªa en pleno empleo y creciendo en el entorno del 3%, el impacto negativo de los aranceles sobre el acero, el aluminio, las lavadoras, los paneles solares, las aceitunas espa?olas, los autom¨®viles (cuando se formalicen) o la interminable lista de productos chinos sobre los que ya ha anunciado barreras se notar¨¢ poco a corto plazo. Incluso una guerra comercial abierta con China, una escalada de represalias comerciales con la Uni¨®n Europea, Canad¨¢ y otros socios tradicionales, la supresi¨®n del acuerdo de libre comercio de Am¨¦rica del Norte (NAFTA) o el boicot sistem¨¢tico a la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), aunque plantar¨ªan las semillas de la destrucci¨®n del sistema global de comercio, no lo har¨ªan volar por los aires, al menos todav¨ªa.
Las guerras comerciales reducen gradualmente el potencial de crecimiento econ¨®mico, carcomiendo la eficiencia en la asignaci¨®n de recursos a nivel mundial, aumentando los precios de muchos productos y destruyendo empleo en t¨¦rminos netos. Al mismo tiempo, y esto es lo m¨¢s grave desde el punto de vista geopol¨ªtico, minan la confianza entre pa¨ªses ¡ªcomo se vio de manera gr¨¢fica en la ¨²ltima cumbre del G-7 en Canad¨¢¡ª y obligan a sus l¨ªderes a contraatacar ante las amenazas del otro para no quedar como parias. Por ello, su impacto econ¨®mico no es equivalente al de las crisis financieras, que al cortocircuitar el sistema de cr¨¦dito pueden tumbar la econom¨ªa mundial en cuesti¨®n de horas. Las batallas comerciales, que ya se vivieron en los a?os treinta, pueden tardar a?os en hacerse notar plenamente en la econom¨ªa real, aunque a las bolsas suelan llegar antes. Y ese es tiempo suficiente para que Trump consiga victorias electorales si es capaz de vender a sus bases que se ha puesto duro con quienes ¡°roban¡± a Estados Unidos, sobre todo los chinos, los mexicanos y los alemanes.
El comercio necesita reglas leg¨ªtimas que aseguren un campo de juego equilibrado
En definitiva, cuando los historiadores analicen el mandato de Trump, es probable que lo asocien a un unilateralismo agresivo que contribuy¨® a la aceleraci¨®n del declive hegem¨®nico de Estados Unidos y de su prestigio en el mundo. Tal vez vayan m¨¢s all¨¢ y hablen de 2018 como el a?o del principio del fin del orden liberal internacional, imperante en Occidente desde la II Guerra Mundial. De hecho, cuanto m¨¢s dure Trump m¨¢s derruido quedar¨¢ el sistema global. Y no tanto porque otros l¨ªderes norteamericanos no vayan a compartir la idea de que Estados Unidos debe realizar un repliegue estrat¨¦gico, aislarse cada vez m¨¢s y financiar cada vez menos algunos bienes p¨²blicos globales (eso ya lo hizo Obama), sino porque las formas de Trump son particularmente corrosivas para la cooperaci¨®n multilateral basada en normas, lo que aumenta exponencialmente el riesgo de ¡°accidentes¡± que precipiten escaladas de conflicto. En todo caso, como el nivel de interdependencia econ¨®mica internacional es tan elevado y la tecnolog¨ªa hace a las guerras tan destructivas ¡ªsi es que alguna vez lo fueron menos¡ª, el campo de la erosi¨®n del orden liberal parece que se jugar¨¢, sobre todo y por el momento, en el campo comercial.
Los principales perdedores de la guerra comercial son los pa¨ªses que m¨¢s se han beneficiado del sistema de reglas multilaterales imbricado en la OMC en las ¨²ltimas d¨¦cadas. En primer lugar, los pa¨ªses europeos (y muy especialmente Espa?a, que siempre que ha abierto su econom¨ªa ha salido beneficiada), pero tambi¨¦n Canad¨¢, Jap¨®n, los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y, m¨¢s recientemente, los emergentes asi¨¢ticos (y cada vez m¨¢s algunos africanos). No debe olvidarse que tanto los acuerdos comerciales como la propia Uni¨®n Europea han servido a los pa¨ªses (y a sus l¨ªderes) para civilizarse y enterrar sus bajas pasiones, dejando que la legitimidad del derecho sustituyera a la ley del m¨¢s fuerte, y permitiendo as¨ª que la econom¨ªa mundial creciera (aunque con cada vez mayor desigualdad) al alejar el fantasma del conflicto entre grandes potencias.
Los aranceles anunciados por EE UU y el boicot a la OMC preocupan en la comunidad internacional
Por ello, la mayor¨ªa de la comunidad internacional est¨¢ tan preocupada por los aranceles anunciados por Estados Unidos como por su boicot a la OMC, que se ha plasmado en el bloqueo de la renovaci¨®n de los jueces de su mecanismo de soluci¨®n de disputas (lo que lo paralizar¨¢ a finales de a?o) y en el uso de la cl¨¢usula de seguridad nacional para justificar sus aranceles al acero y al aluminio, y seguramente tambi¨¦n a los autom¨®viles. Esto supone una flagrante violaci¨®n del esp¨ªritu de las normas porque importar coches o acero de Canad¨¢, Alemania o M¨¦xico dista mucho de suponer una amenaza de seguridad para Estados Unidos. Pero, adem¨¢s, pone a la OMC ante un dilema imposible: si autoriza los aranceles estadounidenses (algo previsto en su art¨ªculo XXI para casos excepcionales) otros pa¨ªses podr¨ªan utilizar la seguridad como argumento para cerrar sus mercados; pero si no los autoriza, abrir¨¢ la puerta a que Estados Unidos, la mayor econom¨ªa del mundo, abandone la organizaci¨®n, hiri¨¦ndola de muerte.
Por el momento, la Uni¨®n Europea ha optado por erigirse en quien plante cara al proteccionismo de Trump y defienda el sistema multilateral de comercio. Ha rechazado la propuesta de Trump de crear un ¨¢rea de libre comercio total en el G-7 argumentando que el comercio, m¨¢s que libertad, necesita reglas que aseguren un campo de juego equilibrado y sean leg¨ªtimas. Con esta actitud refuerza la visi¨®n de la Uni¨®n como una potencia normativa; es decir, que (en ocasiones) act¨²a por principios y valores m¨¢s que por intereses, a¨²n a costa de sufrir da?os econ¨®micos que habr¨ªa podrido evitar si se hubiera puesto de lado y no hubiera anunciado represalias comerciales contra Estados Unidos.
Pero la pregunta del mill¨®n es si la Uni¨®n ser¨¢ capaz de liderar a una masa cr¨ªtica de pa¨ªses afines que proteja el sistema de las embestidas de su antiguo creador. Esto no ser¨¢ f¨¢cil porque el comercio funciona a trav¨¦s de cadenas globales de suministro que incluyen a miles de empresas estadounidenses y utiliza el d¨®lar como moneda central. Pero la Uni¨®n Europea no tiene elecci¨®n. El colapso del orden liberal puede ser su sentencia de muerte.
Federico Steinberg es investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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