Ni castigo ni premios: as¨ª debe actuar ante las notas de sus hijos
Tanto si suspenden como si le traen un bolet¨ªn lleno de sobresalientes, mantenga la calma. Y aproveche el verano para afianzar la relaci¨®n con los peque?os
Se acab¨® lo que se daba. El curso escolar ha llegado a su fin. Y con ¨¦l, llegan las temidas calificaciones escolares. El final de curso debe ser un momento m¨¢s de la vida familiar. No tire la casa por la ventana porque su heredero le ha tra¨ªdo un rosario de aprobados ni monte un drama porque ha suspendido todas.
?Castigado por suspender?
Antes de arremeter con furia contra el chaval, preg¨²ntese si le irrita el suspenso en s¨ª o si lo que realmente le lleva por la calle de la amargura es comprobar que su v¨¢stago no ha alcanzado las altas expectativas puestas en ¨¦l. Ahora replant¨¦ese si no eran excesivas.
"A muchos padres les frustra enormemente el fracaso de sus hijos porque lo viven en persona. Proyectan sus frustraciones en sus hijos, como queriendo enmendar las metas no logradas en su infancia, pero en la persona de sus hijos. Otras veces sienten que son ellos los que han fracasado como padres, temen el qu¨¦ dir¨¢n, m¨¢s que la situaci¨®n del menor. El problema es que no es su suspenso, sino el de su hijo. Arremeter de forma iracunda o plantear un castigo ejemplarizante para todo el verano no es la soluci¨®n", se?ala Ana Mar¨ªa Fuentes, psic¨®loga especializada en ni?os.
Antes de nada, trate de entender c¨®mo se siente su hijo con un rosario de asignaturas pendientes para septiembre. Por mucho que externamente afirme no importarle, la idea de fracaso escuece. A fin de cuentas, quien carga con el suspenso es ¨¦l, no usted.
"Machacarles por suspender es un error garrafal. Actualmente la exigencia acad¨¦mica es muy alta. Los ni?os llegan a casa con muchos deberes, a lo que se suma que por necesidades de compaginar con el trabajo o por convertirlos en 'cerebritos' o en?cracks del deporte, se les sobrecarga con actividades extraescolares. As¨ª que, aunque al final los resultados no sean los deseados, ellos tambi¨¦n llegan agotados a fin de curso". E insiste: el castigo es contraproducente. Solo acent¨²a la sensaci¨®n de ser un fracasado sin remisi¨®n.
?C¨®mo plantear la recuperaci¨®n?
"Ante todo, no hacer un drama familiar. Debemos esmerarnos en la comunicaci¨®n en este momento tan delicado. Que nuestro hijo sepa que, pese a las malas notas, se les sigue queriendo igual. El amor parental no puede condicionarse a los resultados escolares. Tambi¨¦n debe saber que ¨¦l es capaz de aprobar, que no es un imposible, que confiamos en ¨¦l. Sentirse respaldado dentro del clan le va a animar a ponerse a hincar codos. Una vez queda claro eso, hay que trazar una hoja de ruta para compaginar el estudio con las vacaciones. Nada de 'te quedas sin piscina todo el verano'. Habr¨¢ que dedicar una hora al d¨ªa a preparar la repesca de junio, pero el resto de la jornada sigue estando de vacaciones, como cualquier otro ni?o de su edad", a?ade la psic¨®loga.
Es buen momento para que se plantee qu¨¦ puede hacer usted para ayudarle, indica Fuentes: "Si se pone a hacer unos ejercicios de matem¨¢ticas, le acompa?amos. Nos interesamos por lo que hace, procuramos explicarle las dudas con arreglo a nuestras posibilidades. No se trata de endi?arle los cuadernos de trabajo para que est¨¦ quieto mientras nos echamos la siesta".
Si¨¦ntese a su lado, preg¨²ntele qu¨¦ hace, que le hable del profesor, de su clase, de sus cosas. Aproveche para leer a su lado, o para hacer alguna tarea similar. No encienda la tele en la misma habitaci¨®n, solo porque usted no ha de estudiar. Empatice con el chaval. "Y, sobre todo, dejar de competir con la vida a trav¨¦s del ni?o. A veces los padres se enfadan, no tanto por el suspenso en s¨ª, sino porque el hijo del vecino ha sacado unas notazas. Son personas altamente competitivas, viven todo como una carrera y sienten que est¨¢n perdiendo la batalla".
?Sigue pensando que su hijo sencillamente es un vago? Maite Mart¨ªn Serra, psic¨®loga experta en problemas infanto-juveniles del Centre PIP, abre otra v¨ªa de an¨¢lisis: "Puede que haya alg¨²n trastorno del aprendizaje o un problema escolar o de otra ¨ªndole de fondo que le impide centrarle en los estudios. Es buen momento para abordarlo en familia. O para buscar la ayuda profesional y solventarlo ante el curso pr¨®ximo". Recuerde: Albert Einstein no fue precisamente un lumbreras en su ¨¦poca escolar.
?Premio por aprobar?
Los expertos tampoco recomiendan pasarse al extremo opuesto. Imagine la t¨ªpica conversaci¨®n de bar en la que usted y sus colegas se indignan por las primas cobradas por los jugadores de f¨²tbol al ganar campeonatos: 'A fin de cuentas', comentan, 'su trabajo es ganar partidos. Ya cobran una buena ficha por ello'. Traslade esa filosof¨ªa a su hijo. El bolet¨ªn de notas est¨¢ repleto de sobresalientes. Usted se viene arriba y le compra una moto. O esa videoconsola que cuesta un ojo de la cara. Que su hijo no se sienta menos que Messi o Cristiano.
En el libro Atr¨¦vete a no gustar (Zenith), Ichiro Kishimi y Fumitake Koga recuerdan la postura del famoso psicoterapeuta Alfred Adler contra un sistema educativo basado en la recompensa y el castigo, que lleva a desarrollar estilos de vida err¨®neos en los que uno piensa que 'si nadie va a elogiarme, no emprender¨¦ la acci¨®n adecuada. Y si no van a castigarme, puedo emprender una inadecuada'. En otras palabras: el regalo de fin de curso no fomenta su sentido de la responsabilidad, sino que despierta la voracidad por el premio. Un monstruo que, en muchas ocasiones, crece sin freno, por encima, incluso de las posibilidades econ¨®micas de los padres.
"Los padres deben fomentar la responsabilidad en los ni?os. Estudiar es su deber como escolares. Aprobar es el resultado del esfuerzo", se explica en el libro. La filosof¨ªa de Adler insiste en que hay que ense?ar al ni?o a sentirse satisfecho por sus logros, no a buscar el ¨¦xito escolar solo para ser elogiado o premiado. "Eso solo fomenta una relaci¨®n vertical entre el que elogia (que se sit¨²a en un plano superior) y el elogiado (el inferior)". Algo as¨ª como una relaci¨®n de dependencia: el ni?o estudia para que padres y profesores le digan lo bueno que es. Por aterrizar en mundo real, como si usted lavara el coche para que el vecino le d¨¦ palmaditas en la espalda por tener el veh¨ªculo que da gloria verlo.
Algunos psic¨®logos infantiles, no obstante, insisten en que no est¨¢ de m¨¢s reconocer ese esfuerzo del cr¨ªo de forma manifiesta. "Un 'pero qu¨¦ bien lo has hecho' y 'me siento superorgulloso' ya es una gran recompensa. Y le transmite al ni?o la certeza de que sus padres son conscientes de su esfuerzo. El resto del premio son las propias vacaciones, tendr¨¢n m¨¢s tiempo libre para hacer lo que les gusta. No hace falta recurrir a un premio material", apunta Maite Mart¨ªn Serra.
?Cuadernos de vacaciones?
Una vez entregadas las notas y llegado el momento de las vacaciones, muchos padres consideran oportuno comprar cuadernos para que sus hijos practiquen lo aprendido o adelanten conocimientos del a?o siguiente. P¨®ngase en la situaci¨®n de sus ni?os: imag¨ªnese que su jefe le encomienda que cada d¨ªa de sus vacaciones dedique una horita a hacer hojas de c¨¢lculo o a redactar informes para que no se le olvide, que corre la leyenda entre las jefaturas de que hay humanos que resetean su memoria por completo en vacaciones y regresan al tajo sin recordar ni c¨®mo se enciende el ordenador. ?Le indignar¨ªa? Pues eso es lo que sienten los ni?os que, pese a haber aprobado, ven c¨®mo sus padres les endi?an cartillas, cuadernos y tareas escolares que cre¨ªan superadas.
"No los veo necesarios. Desconectar es muy bueno. Y dos meses largos tampoco es tiempo para que se les olvide lo trabajado en el curso escolar. Y en caso de que suceda, para eso est¨¢n los maestros del nuevo curso, para refrescar esos conceptos", se?ala Ana Mar¨ªa Fuentes. Tampoco le tenga mano sobre mano. Y limite el uso de dispositivos digitales. "Cuanto m¨¢s peque?os, m¨¢s cuenta el juego no estructurado. Los ni?os son muy primarios, dejarles jugar sin apenas cosas, les incentiva a desarrollar la imaginaci¨®n. M¨¢s si hay otros ni?os, porque socializan. Es hora de correr, ensuciarse, mojarse o buscar bichos en el parque. Estar¨¢n trabajando destrezas sin apenas darse cuenta", concluye Fuentes.
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