C¨®mo tener sexo hoy: del consentimiento al consenso
Los errores a los que nos ha llevado el romanticismo
El caso de La Manada, como se conoce el ataque sexual a una joven de 18 a?os en Pamplona, durante los Sanfermines de 2016, y cuya pol¨¦mica sentencia se dict¨® el pasado abril, ha supuesto adem¨¢s de un maremoto judicial, un acalorado debate sobre conceptos como consentimiento, agresi¨®n o violencia. Todo, incluida la forma masculina de ligar, se sit¨²a dentro de un espectro de comportamientos sexuales que los investigadores empiezan a ver como un continuo. O lo que es lo mismo: las cuatro agresiones sexuales al d¨ªa que se producen en Espa?a no surgen de la nada.
Seg¨²n el Ministerio del Interior, el n¨²mero de agresiones sexuales con penetraci¨®n en 2017 fue exactamente de 1.382. Ligeramente superior al de 2016. Esto indica que, al menos, aumentaron las denuncias, ya que desde la Federaci¨®n de Asociaciones de Asistencia a V¨ªctimas de Violencia Sexual y de G¨¦nero (Famuvi), estiman que estas solo corresponden al 12%-15% de los casos reales y no son representativas. Como muestra, animan a echar un ojo a las redes sociales, donde, con el hashtag #cu¨¦ntalo, un n¨²mero muy alto de mujeres espa?olas, en herencia del #MeToo, comparten historias de abuso sexual con las que otras muchas se identifican.
Los abusadores son nuestros allegados
Mariti Pereira, portavoz de Famuvi, encuentra una de las posibles causas para ese n¨²mero de denuncias tan bajo, adem¨¢s de en el hecho de que se sigue juzgando a la v¨ªctima tanto o m¨¢s que al agresor, en que gran parte de los abusos y agresiones sexuales se cometen por parte de personas conocidas. Seg¨²n el portal p¨²blico de delincuentes sexuales de EE UU, alrededor del 25% de las violaciones a mujeres fueron perpetradas por extra?os, y el 75% restante, por individuos que la agredida conoc¨ªa. "En los casos que asistimos es muy habitual que los abusadores sean personas con quien la v¨ªctima ha mantenido una relaci¨®n de confianza. No tienen por qu¨¦ ser parejas, sino amigos, familiares o compa?eros de clase", sostiene Pereira.
Estos sucesos, adem¨¢s de ser mucho m¨¢s frecuentes, explica la experta, tambi¨¦n son m¨¢s dif¨ªciles de denunciar. "Al extra?o no lo conoces, pero cuando se trata de un allegado todav¨ªa muchas mujeres tienen mayor carga de culpa debido a su educaci¨®n", incluso tratan de minimizar la agresi¨®n para evitar perjudicarlo. Por ello, desde Famuvi recuerdan que "no hay agresi¨®n peque?a".
Y no siempre es delito
Si, como se suele preconcebir en el imaginario colectivo, la mayor¨ªa de las agresiones no las comete un extra?o que asalta a una mujer en mitad de la noche, ?en qu¨¦ contexto se producen? Para explicarlo, hay que entender el significado del t¨¦rmino consentimiento. Mar¨ªa ?ngeles Jaime de Pablo, de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas Themis, lo define as¨ª: "El consentimiento sexual presupone la capacidad para acceder libremente a mantener relaciones sexuales con otras personas, y ser¨ªa la expresi¨®n del ejercicio de la libertad sexual". Pero, como explica Sarah Barmak, periodista experta en sexualidad y cuestiones de g¨¦nero, hay un momento en que la l¨ªnea entre el consentimiento y la coerci¨®n es difusa: "Por ejemplo, cuando una mujer tiene sexo con su marido porque sabe que si no este se pondr¨¢ de mal humor, lo ha decidido sin ser presionada, pero sent¨ªa que no ten¨ªa otra alternativa".
"Cuando una mujer tiene sexo con su marido porque si no este se pondr¨¢ de mal humor, no ha sido forzada. Pero no ve¨ªa alternativa", Sarah Barmak (periodista experta en sexualidad y cuestiones de g¨¦nero)
Algunas de estas situaciones no son delito, aunque formen parte de lo que te¨®ricas como Liz Kelly, soci¨®loga y directora de la Unidad de Estudios sobre Abuso Infantil y Femenino (Cwasu) de la Universidad Metropolitana de Londres, han llamado "un continuo de actos que deterioran la libertad sexual de las mujeres". El C¨®digo Penal en Espa?a establece los siguientes delitos: agresi¨®n sexual, abuso sexual, acoso sexual, exhibicionismo y provocaci¨®n sexual y prostituci¨®n (forzada). Un avance fundamental, observa Silvina ?lvarez Medina, profesora de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, "fue pasar de considerar las agresiones sexuales como delitos contra la honestidad a delitos contra la libertad sexual".
As¨ª, a partir de este giro de perspectiva, "los debates actuales se centran en recuperar la experiencia de la v¨ªctima para poner de manifiesto la no necesidad de que se verifique una resistencia activa ni una demostraci¨®n de heroicidad, bastando con la manifestaci¨®n de rechazo o no consentimiento", a?ade. Es decir, que no solo se trata de entender que "no es no", o de buscar signos de defensa personal, sino de que aunque ese "no" no se verbalice, debe bastar con que sea evidente que la v¨ªctima est¨¢ rechazando esa relaci¨®n o no ha tenido la capacidad para consentirla.
El consenso no resta romanticismo
Mentxu Abril, experta en Sexolog¨ªa y violencia de g¨¦nero, y colaboradora docente en la Fundaci¨®n Sexpol, prefiere hablar no de consentimiento, sino de consenso. "El consentimiento da lugar a pensar en que 'se permite' la relaci¨®n; en cambio, el consenso habla m¨¢s de un pacto expl¨ªcito en el que las dos partes implicadas deciden de forma m¨¢s activa". Esto se aplica al hecho de tener o no una relaci¨®n y tambi¨¦n a c¨®mo llevarla a cabo. Por ejemplo, consensuando el m¨¦todo anticonceptivo y respet¨¢ndolo. Algo que no ocurre en pr¨¢cticas como el stealthing, en la que los hombres se quitan el preservativo en medio del coito sin que su pareja sea consciente.
"La comunicaci¨®n es er¨®tica, En la cama, hay que preguntarlo todo. Y estar muy pendiente de c¨®mo se siente el otro", Mentxu Abril (experta en Sexolog¨ªa y violencia de g¨¦nero, y colaboradora docente en la Fundaci¨®n Sexpol)
Respecto a c¨®mo llegar a este consenso, en relaci¨®n a alegatos como el de las artistas e intelectuales francesas que alababan el misterio del cortejo, la experta insiste en que consensuar no supone perder seducci¨®n o erotismo. "Eso es algo que est¨¢ muy relacionado con los mitos del amor rom¨¢ntico", en el sentido de que "parece que todo tiene que ser m¨¢gico, que mi pareja tiene que saber lo que quiero y lo que no, y que hablando se pierde ese hechizo". Cuando lo cierto es que "la comunicaci¨®n tambi¨¦n puede ser muy er¨®tica", considera Abril.
No se trata solo de preguntar si se quiere seguir adelante, sino de poder comentar, incluso como parte del juego er¨®tico, las pr¨¢cticas que apetece realizar o no. Por otra parte, "aunque lo m¨¢s expl¨ªcito es lo oral, lo hablado", apostilla, lo cierto es que hay otras formas no verbales de expresar nuestro consenso. "Miradas, reacciones corporales, sonidos o gestos faciales" que pueden mostrarnos si esa persona est¨¢ a gusto o todo lo contrario, si se siente tensa, asustada o ausente. Ha llegado el momento de darle toda la importancia. "Y, en cualquier caso, asegurarse siempre".
La palabra m¨¢s sexy es ¡°s¨ª¡±
La portavoz de Famuvi cuenta que a esta asociaci¨®n cada vez llegan m¨¢s chicas j¨®venes, incluso menores de 14 o 15 a?os, "que han sufrido una agresi¨®n sexual, bien sea por penetraci¨®n coital, con los dedos o agresi¨®n bucal". A?ade que aumentan los casos en los que se ven presionadas para acceder a pr¨¢cticas especialmente agresivas, "que tienen mucho que ver con la influencia del porno", ya que err¨®neamente se utiliza este tipo de pel¨ªculas como manual de educaci¨®n sexual.
"A la asociaci¨®n llegan muchas j¨®venes que se han visto presionadas a hacer pr¨¢cticas sexuales extremas que ellos han aprendido del porno", Mariti Pereira (portavoz de Famuvi)
Alba Garrido, que trabaja en prevenci¨®n de violencia de g¨¦nero y coeducaci¨®n en los centros educativos con la ONG Booooo Iniciativa Social, explica su experiencia: "Al inicio de los talleres que impartimos, un alto porcentaje de adolescentes varones est¨¢n a la defensiva con respecto al tema y parece como si no se sintieran 'parte del problema'. Despu¨¦s, a lo largo del curso se evidencia el miedo a ser juzgados, el desconocimiento y la dificultad para expresar las emociones, mientras que las chicas, en su mayor¨ªa, son m¨¢s conscientes del problema y se sienten parte de ¨¦l".
Si bien estos talleres no est¨¢n tan extendidos como ser¨ªa deseable, por la falta de recursos, han aparecido manuales como La palabra m¨¢s sexy es¡ ?S¨ª!, una gu¨ªa para el consentimiento sexual (Ricarda Editorial), en el que la escritora y periodista Shaina Machlus aporta claridad sobre c¨®mo manejar el consentimiento como algo natural y er¨®tico. Y desarrolla met¨¢foras como la siguiente: si alguien nos ha dicho que quiere zumo, y despu¨¦s de exprimirlo nos damos cuenta de que se ha dormido, o que ha empezado a beberlo pero ya no lo quiere todo, "no se le obliga a tom¨¢rselo, ?verdad?". Una forma bastante gr¨¢fica de poner en valor el respeto durante un encuentro ¨ªntimo al que todas las partes acuden a disfrutar. Ellas tambi¨¦n.
Relaciones de poder asim¨¦tricas
En Espa?a, seg¨²n Metroscopia, el 32% de las mujeres se han sentido acosadas sexualmente al menos una vez en su vida. Una de las claves del acoso sexual, como recuerda Silvina ?lvarez , profesora de Filosof¨ªa del Derecho, es que se traten de "comportamientos que se producen en un contexto de relaciones asim¨¦tricas de poder e influencias".De esta forma, puede darse el caso de que la mujer consienta, pero que lo haga de forma coaccionada y, por tanto, no consensuada. Existen formas de coacci¨®n sexual que no responden al delito de acoso, y que los expertos consideran de las m¨¢s dif¨ªciles de detectar. Ejemplo de ello fue una encuesta de 2015 realizada por Charlene Senn, profesora de Psicolog¨ªa de la Universidad de Windsor (Canad¨¢), donde se concluy¨® que al menos el 25% de las 442 estudiantes universitarias de primer a?o hab¨ªan sido coaccionadas (que no forzadas) para tener sexo en un periodo de un a?o, "con t¨¢cticas como la manipulaci¨®n o amenazas de dejar la relaci¨®n".
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