El laboratorio que domestica a la fresa
El ¨²nico banco de germoplasma en Espa?a, que conserva en M¨¢laga una colecci¨®n con 700 entradas, investiga la mejora del fruto
La fresa que consumimos hoy, la que enriquece postres, ensaladas o se degusta a bocados, tiene su origen en el siglo XVIII en un cruce de especies silvestres en los Jardines de Versalles. Sali¨® de la fragaria chiloensis, cuyas semillas fueron llevadas a Francia desde Chile por el ingeniero militar Amad¨¦e Frezier, y de la fragaria virginiana, com¨²n en el l¨ªmite entre Estados Unidos y Canad¨¢ y transportada hasta Europa por el explorador Jacques Cartier. La primera, de color blanco y de mayor tama?o del habitual; la segunda, de un p¨²rpura intenso y fino sabor. De ese h¨ªbrido naci¨® la fragaria ananassa, la fresa cultivada desde la que se han desarrollado las variedades que se comen actualmente.
¡°No se sabe si fue de manera dirigida o de forma espont¨¢nea¡±, subraya Jos¨¦ S¨¢nchez Sevilla, investigador del Instituto de Investigaci¨®n y Formaci¨®n Agraria y Pesquera de Andaluc¨ªa (Ifapa), sobre la mezcla, en suelo europeo, de las dos especies americanas. Lo cuenta en el umbr¨¢culo que conserva el ¨²nico banco de germoplasma de fresas que hay en Espa?a, una referencia en la mejora gen¨¦tica de este fruto a nivel europeo. En este centro de la Consejer¨ªa andaluza de Agricultura, ubicado en Churriana, distrito de M¨¢laga, se trabaja para obtener la variedad con m¨¢s aroma, m¨¢s dureza, con el color m¨¢s intenso o la que resiste el cultivo con un uso m¨¢s eficiente del agua.
El repertorio se inici¨® en 1988 y en la actualidad cuenta con 700 entradas (400 variedades de fresa y 300 accesiones de material silvestre) de distintos puntos del planeta. Y estos n¨²meros se centran en la colecci¨®n de conservaci¨®n, que se mantiene in vivo (tres r¨¦plicas del mismo individuo en macetas) y tambi¨¦n in vitro, a cuatro grados y con oscuridad total, para evitar plagas y epidemias. La colecci¨®n de trabajo, que incluye los cruzamientos entre especies que se utilizan para hacer mapas gen¨¦ticos, eleva los fondos hasta m¨¢s de 1.500 plantas.
Una muestra de este trabajo de investigaci¨®n son los 120 ejemplares que hay en el banco por la intervenci¨®n del Ifapa de Churriana en el proyecto europeo Goodberry, con grupos de otros 10 pa¨ªses. S¨¢nchez Sevilla, junto a las investigadoras del centro Carmen Soria Navarro e Iraida Amaya Saavedra, estudia el cruce entre la variedad espa?ola camarosa y la del norte de Europa senda sendana para evaluar las caracter¨ªsticas de las fresas al margen del efecto ambiente. Esos 120 descendientes de la pareja se cultivan ahora en Huelva, Italia, Alemania y Polonia. En este caso no se busca una nueva variedad, sino conocer el genoma de la fresa. El Ifapa, por ejemplo, ha desarrollado marcadores que permiten saber antes de que salga el fruto si este va a tener m¨¢s o menos aroma.
Estos investigadores tratan de fijar tambi¨¦n cu¨¢l es el gen responsable del color blanco de la fresa, estudio que se lleva a cabo tras cruzar las accesiones de fragaria vesca 660 (roja) y 596 (blanca) de la colecci¨®n, que son especies salvajes. El primer descendiente ser¨¢ siempre rojo, pero al volver a cruzarlo consigo mismo, la probabilidad de que sea blanco sube a un tercio. Se trata de comprobar c¨®mo se va heredando el car¨¢cter del color y el objetivo ¨²ltimo es c¨®mo imponer el blanco en la fresa cultivada.
En el banco de germoplasma de fresa de Churriana se realizan al a?o entre 100 y 150 cruzamientos que dan lugar a unas 10.000 semillas, es decir, 10.000 individuos ¨²nicos que se llevan al campo de Huelva en el mes de octubre para plantarlos y empezar su evaluaci¨®n. Es lo que se conoce como programa de mejora. De esas plantas, cada a?o se van eligiendo las que cuentan con las caracter¨ªsticas deseadas y el resto se descarta. El proceso para llegar a registrar una nueva variedad se prolonga entre siete y nueve a?os, apunta Soria Navarro, que advierte de que el resultado puede no ser satisfactorio. ¡°Al final se puede seleccionar un individuo, dos o, a veces, ninguno¡±, a?ade.
A principios del siglo XIX, pr¨¢cticamente todo el sector de Huelva, que aporta m¨¢s del 95% de la producci¨®n nacional de fresas, se limitaba a cultivar una ¨²nica variedad obtenida de la Universidad de California. El Ifapa empez¨® en 2002 los estudios para hallar nuevas f¨®rmulas y animar a los productores a realizar sus propios programas de mejora. Esto ocurre as¨ª ahora con la mayor¨ªa de las empresas y el centro de la Junta colabora y pone su conocimiento a disposici¨®n del sector para aumentar la calidad y buscar un fruto m¨¢s rojo, m¨¢s duro o que aguante mejor en exposici¨®n. Las variedades aut¨®ctonas ya superan la veintena.
La fresa m¨¢s antigua que hay en el banco de M¨¢laga es la ?frica, de 1830. A finales de 2017, entraron 200 nuevas accesiones gracias a un acuerdo con el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterr¨¢nea de M¨¢laga y la Universidad de Helsinki. La incorporaci¨®n m¨¢s reciente, de 2018, es la variedad Savana. Una colecci¨®n, la ¨²nica de Espa?a, que est¨¢ al servicio de la investigaci¨®n.
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