En la muerte del obispo Seti¨¦n
Quejas por un art¨ªculo sobre el fallecido prelado vasco. El honor de los vigilantes de seguridad, y las loas a Bos¨¦
Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, obispo de San Sebasti¨¢n entre 1979 y 2000, falleci¨® el pasado martes en esa ciudad a los 90 a?os. En la cr¨®nica publicada por Mikel Ormaz¨¢bal en EL PA?S se recordaba que fue ¡°una controvertida figura por su posici¨®n af¨ªn al nacionalismo vasco¡±. Dos d¨ªas despu¨¦s, Rub¨¦n Am¨®n le dedic¨® un art¨ªculo de opini¨®n en la r¨²brica El Acento titulado Monse?or Seti¨¦n y la serpiente de la paz, en el que dec¨ªa, entre otras cosas: ¡°Las fechor¨ªas de su existencia le han hipotecado el reino de los cielos (¡) Seti¨¦n no tuvo compasi¨®n con los muertos de ETA y s¨ª tuvo condescendencia con los pistoleros, hasta el extremo de elevarlos al rango de revolucionarios (¡) Especul¨® en el bando del mal y convirti¨® los confesionarios en zulos. E hizo de las homil¨ªas un ejercicio de apolog¨ªa de la resistencia y de la independencia que hubiera asumido como propias cualquier cl¨¦rigo yihadista¡±.
El texto ha provocado algunas quejas. Un lector, Fidel Aizpur¨²a, se?ala: ¡°Comprendo que el autor sea enemigo ac¨¦rrimo de Seti¨¦n. Lo que no entiendo es que vierta para nosotros, los lectores, un condensado de insultos tan graves. Ante una figura pol¨¦mica lo que necesitamos es an¨¢lisis, luz, valoraci¨®n serena y, si hay que censurar, hacerlo con un m¨ªnimo de humanidad¡±. Por su parte, Bel¨¦n Arias San Segundo, expresa su disgusto por un estilo, ¡°que parece nacer del rencor¡±, dice. ¡°No esperaba leerlo en este peri¨®dico que fue un referente en art¨ªculos de opini¨®n que no se quedaban en la superficie o, como en este caso, en la pol¨¦mica¡ ¡±.
Rub¨¦n Am¨®n, al que he remitido las quejas, responde escuetamente: ¡°He expresado mi opini¨®n. Ellos tienen la suya. La respeto, no la comparto¡±.
No siempre hay coincidencia en las quejas de los lectores. Recibo muchas cartas con puntualizaciones de inter¨¦s referidas cada una a un art¨ªculo diferente. La pasada semana me escribi¨® un lector, Rodol Iza, tras leer en el art¨ªculo de Patricia Gos¨¢lvez La noche de San Ferm¨ªn es de ellas, publicado el 8 de julio, la frase: ¡°Un par de seguratas con pinta de sicarios y talante diplom¨¢tico resuelven con paciencia una pelea¡±.
Am¨®n subraya que en el art¨ªculo expresa su opini¨®n
¡°Segurata¡±, objeta el lector, ¡°no aparece en el diccionario de la RAE, y es una forma despectiva de llamar a un vigilante de seguridad. Y ya compararle con un sicario, que es un asesino a sueldo (del lat. sicarius.1. m. y f. Asesino asalariado.), termina de rematar lo que para m¨ª es un desprecio¡±.
El lector tiene raz¨®n y Gos¨¢lvez lo reconoce. ¡°Los hombres a los que me refer¨ªa¡±, explica, ¡°no eran vigilantes, sino porteros de discoteca. Su aspecto: hipermusculados, camiseta negra apretada, bronceado extremo, tatuajes, cabeza afeitada... Aspecto que resum¨ª como ¡®pinta de sicario¡¯ y que contrastaba con la admirable paciencia que demostraron con un borracho. Mi intenci¨®n era subrayar que las apariencias enga?an, pero creo que el m¨¢s cauteloso ¡®porteros con aspecto intimidante y talante diplom¨¢tico¡¯ habr¨ªa funcionado igual sin ofender a nadie¡±.
Otro lector, Pablo Fl¨®rez, se refiere en su carta al art¨ªculo El enigma de Bos¨¦, publicado el s¨¢bado 7 de julio en la secci¨®n de Gente. Se queja el se?or Fl¨®rez de que el art¨ªculo no aborda el tema de la deuda del artista con Hacienda, al que se alude en el sumario, y se extiende, en cambio, en loas al cantante, ¡°como si se tratase de un artista del Renacimiento (¡®conglomerado de artista total¡¯) o un personaje que roza la perfecci¨®n (¡) Seamos serios por favor. No tengo absolutamente nada en contra de Bos¨¦, pero se trata de un texto gratuito, inapropiado y hasta indigno para un peri¨®dico al que se le presupone independencia en sus columnas e informaciones¡±.
Jes¨²s Ruiz Mantilla, que firmaba el art¨ªculo, explica que la secci¨®n de Gente se plante¨® publicar un perfil de Bos¨¦ al hilo de sus problemas con Hacienda. ¡°La idea era conformar un retrato con sus zonas claras y oscuras. Imagino que lo mismo que llaman la atenci¨®n ciertos aspectos a sus detractores tambi¨¦n pueden molestar otros a sus admiradores. Pero no era la intenci¨®n encumbrarlo de ninguna manera, sino m¨¢s bien tratar de explicar en qu¨¦ momento art¨ªstico y personal se encuentra¡±.
Debo precisar que ning¨²n admirador de Bos¨¦ me ha escrito protestando por el art¨ªculo.
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