Reconstruir el PP
El Partido Popular corre el riesgo de caer en la burocracia o en la radicalizaci¨®n
El Partido Popular ha sido y sigue siendo una fuerza central en la pol¨ªtica espa?ola. Constituye, en s¨ª mismo, una instituci¨®n, y es razonable pedirle que se comporte como tal. No sobra por ello recordar sus desmanes, especialmente los casos de venalidad pol¨ªtica que crecieron como una hidra en nuestra democracia a pesar de los esforzados intentos de sus responsables por presentarlos como una patolog¨ªa puntual.
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Iniciado el ciclo pol¨ªtico, parece que el PP ha sabido disipar las tentaciones iniciales de repetir la operaci¨®n de 2004, cuestionando la legitimidad del Gabinete de S¨¢nchez como se hizo con Zapatero. Se ha entendido, por fin, que el normal funcionamiento de las instituciones se garantiza cumpliendo una norma b¨¢sica: el partido que pasa a la oposici¨®n debe evitar la tentaci¨®n de deslegitimar al Gobierno entrante.
Esta nueva etapa lo es tambi¨¦n para el PP, que gobern¨® el pa¨ªs en su peor crisis econ¨®mica reciente y al que hay que reconocer que consigui¨® mejorar, sin duda, las cifras macroecon¨®micas. Pero una vez m¨¢s se acumulan las cr¨ªticas por una escandalosa falta de sensibilidad social y pol¨ªtica que le llev¨® a hacer recaer el coste de la crisis sobre los m¨¢s d¨¦biles, contribuyendo a una extensi¨®n y cronificaci¨®n de la desigualdad y la precariedad en nuestro pa¨ªs.
Hoy, inmerso en su particular proceso de primarias, el PP se enfrenta a un mecanismo de democracia interna con el que se le percibe notablemente inc¨®modo. Cualquier proceso de primarias desnuda a una organizaci¨®n, que muestra as¨ª sus costuras org¨¢nicas y su inevitable cainismo familiar. Pero una vez reconocidos los riesgos, la ciudadan¨ªa debe pedir al PP que se reconstruya y evite la tentaci¨®n de la radicalizaci¨®n. Las pintorescas declaraciones de Pablo Casado sobre la posibilidad de abandonar Schengen, su ret¨®rica ultranacionalista o la necesidad de erradicar la ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± no son muy tranquilizadoras a este respecto.
En este nuevo ciclo pol¨ªtico ser¨ªa deseable que el PP articulara un espacio ideol¨®gico propio que no se limite a competir con Ciudadanos por la posici¨®n m¨¢s dura en el espectro pol¨ªtico conservador. Para ello necesita reconfigurarse como una fuerza s¨®lida y unida, dos caracter¨ªsticas que pasan por encontrar una narrativa propia y nueva para la derecha y para Espa?a, capaz de vertebrar con su liderazgo a un electorado de centro-derecha moderno, al que ha dejado hu¨¦rfano de representaci¨®n. Tambi¨¦n la familia popular europea necesita un PP espa?ol centrado, en un momento de incertidumbre y demagogia populista, nacionalista y xen¨®foba.
El periodo pos-Rajoy nos ense?a, de hecho, que el PP debe repolitizarse para regenerarse, y S¨¢enz de Santamar¨ªa deber¨ªa tomar nota de ello. Pues si algo cierto hubo en su mandato fue la grisura de una etapa altamente burocratizada, capaz de anular cualquier contenido de calado pol¨ªtico, como se pudo comprobar en su desastrosa gesti¨®n de la crisis con Catalu?a. La centralidad del PP en la pol¨ªtica espa?ola requiere de muchos cambios, y de su ¨¦xito depender¨¢ en buena medida la fortaleza de la democracia en Espa?a. Porque no se puede olvidar que, en un pa¨ªs democr¨¢tico, tan importante es que haya un buen Gobierno como una oposici¨®n eficaz.
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