Ovarios
Podr¨ªamos empezar por poder discutir sobre el filo que separa la justicia del rid¨ªculo en el lenguaje inclusivo
Esta no es una columna sobre pol¨ªticas ni pol¨ªticos. O s¨ª, decidan ustedes mismos y mismas, que yo bastante tengo con lo m¨ªo y con la m¨ªa: mi vida, digo. Estos d¨ªas hemos visto a dos mujeres luchar a cara de perro ¡ª?o de perra?¡ª por el liderazgo de sus partidos. Una, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, exvicepresidenta del Gobierno y aspirante a dirigir el PP este s¨¢bado. La otra, Teresa Rodr¨ªguez, coordinadora de Podemos Andaluc¨ªa y elegida ya candidata a presidenta de la Junta. Dos talentos, dos talantes. Dos mundos, dos culturas. Dos se?oras con dos ovarios.
Rodr¨ªguez ha demostrado esta semana que no se casa con nadie, ni siquiera con los suyos ni las suyas. Hace a?o y medio, antes de que las actrices del MeToo abrieran la espita, tuvo los santos de denunciar a un preboste que la molest¨® en una fiesta con la excusa de gastarle una broma a esa gaditana tan simp¨¢tica, seg¨²n dijo el baboso cuando, estupefacto, tuvo que dimitir un minuto antes de que le echaran. Desde entonces, ciertos varones en ciertas instancias no dicen ni hacen ciertas cosas, aunque las piensen, por la cuenta que les tiene. No es mala herencia, Teresa. Santamar¨ªa es otra historia. Cierto que no se inmut¨® cuando oy¨® a su jefe decir que abordar la brecha salarial no tocaba, y que ahora va de feminista de toda la vida en su v¨ªdeo de campa?a. Pero tambi¨¦n que le llovieron chuzos de unos, y sobre todo de otras, por incorporarse a La Moncloa dejando a su beb¨¦ con su santo esposo. Desde entonces, las bajas de pol¨ªticas y pol¨ªticos no son noticia. No es mala herencia, Soraya. Rodr¨ªguez y Santamar¨ªa prueban que las cosas se mueven movi¨¦ndose. Que las mujeres existimos. Y coceamos. Por eso, m¨¢s all¨¢ del debate del espa?oles y espa?olas para sentirnos incluidas en los papeles, podr¨ªamos empezar por poder discutir sobre el filo que separa la justicia del rid¨ªculo en el lenguaje inclusivo. Esa no es la batalla. La guerra es otra.
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