Defender lo p¨²blico
Nada hace tanto da?o a lo que es de todos como que los partidos lo usen para sus intereses
Un Estado moderno necesita de un sector p¨²blico fuerte e independiente: una educaci¨®n y sanidad p¨²blicas de calidad, unos reguladores neutrales que defiendan a los ciudadanos y empresas y agencias p¨²blicas capaces de competir de t¨² a t¨² con lo mejor del sector privado.
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Pues bien, nada hace tanto da?o a lo p¨²blico como que los partidos lo usen para satisfacer intereses privados. Nombrar como director de una cadena hotelera de lujo (Paradores) a una persona cuya ¨²nica experiencia profesional es su ¨ªntimo conocimiento de los pasillos de un partido pol¨ªtico es obligar a sus trabajadores a competir contra los mejores hoteles del mundo atados de pies y manos.
Nombrar a una persona sin ninguna experiencia en gesti¨®n, cuyo ¨²nico m¨¦rito es su ideolog¨ªa progresista, para dirigir una enorme e influyente instituci¨®n cultural, como el Cervantes, es lo menos progresista posible: asegura el continuo debilitamiento de una instituci¨®n en la que, cada vez m¨¢s, lo que menos cuenta es el m¨¦rito.
Nombrar para dirigir un organismo p¨²blico cuya tarea es entender qu¨¦ piensan los ciudadanos, como es el CIS, a un miembro de la ejecutiva de un partido destruye la credibilidad de las encuestas que publica el organismo y nulifica el duro trabajo que hacen sus trabajadores para elaborarlas.
Muchos recibieron al nuevo Gobierno con la esperanza de que acabar¨ªa con las viejas pr¨¢cticas clientelares. Pero los nombramientos del nuevo Gobierno muestran una preocupante falta de respeto por lo que es de todos. ?Qu¨¦ les parecer¨ªa que el nuevo presidente de la comunidad de vecinos encargara el mantenimiento del patio o la piscina a sus amiguetes?
Muchos recibieron al nuevo Gobierno con la esperanza de que acabar¨ªa con las viejas pr¨¢cticas clientelares
Y no se trata de que ning¨²n miembro de un partido pol¨ªtico puede aspirar a puestos de responsabilidad. Profesionales cercanos al partido del Gobierno pueden estar capacitados para dirigir empresas cotizadas en Bolsa con facturaciones de miles de millones de euros, como Red El¨¦ctrica y AENA. Pero incluso en estos casos el procedimiento ha sido demencial: nombrar al gestor de una gran empresa requiere un proceso de selecci¨®n independiente y exigente, capaz de encontrar al mejor candidato. Los directivos no pueden ser los beneficiarios de un dedazo que se produce por el cambio de una mayor¨ªa parlamentaria.
Lo mismo sucede con los reguladores, que nuestros partidos utilizan como extensi¨®n del Gobierno. Un consejero de la CNMC, la agencia encargada, entre otras cosas, de dictaminar si las decisiones del Gobierno vulneran la competencia, es esposo de la nueva ministra de Energ¨ªa. Esto es una incompatibilidad sobrevenida de libro, y exige una dimisi¨®n o, como m¨ªnimo, una clar¨ªsima y p¨²blica renuncia a evaluar las decisiones que tom¨® su compa?era de hogar.
Pero m¨¢s all¨¢ de los reguladores y las empresas p¨²blicas, el mayor ataque a lo p¨²blico desde posiciones supuestamente progresistas se produce en la educaci¨®n. La educaci¨®n deber¨ªa ser el instrumento clave de progresi¨®n social. En Espa?a, con la mayor tasa de abandono escolar de Europa, no lo es. Para que lo fuera ser¨ªa necesario, en primer lugar, mejorar el proceso de selecci¨®n y formaci¨®n del profesorado y dar a los docentes una verdadera carrera profesional con aumentos salariales para los muchos excelentes profesionales.
Pero la ministra de Educaci¨®n prefiere volver a jugar de tah¨²r, usando los grandes ¨¦xitos de la pol¨ªtica de la divisi¨®n (concertada, religi¨®n en las aulas, etc¨¦tera) para enterrar el intento de introducir un MIR docente que se estaba consensuando en el Congreso. As¨ª no sirve a lo p¨²blico, sino a los intereses clientelares de un n¨²cleo duro de sindicalistas que no quieren hacer nada por que el sistema mejore y para ello busca distraer a los votantes con las mismas pol¨¦micas que tan bien han servido a este prop¨®sito en el pasado.
Patrimonializar lo p¨²blico, ponerlo al servicio de los intereses partidistas, e incluso personales de los que dirigen el pa¨ªs, no es m¨¢s que hacerles el juego a los que buscan que el sector p¨²blico fracase. Defender lo p¨²blico requiere defender la calidad, la capacidad y el m¨¦rito en la selecci¨®n de los que van a tener las responsabilidades clave en el sector p¨²blico.
Luis Garicano es profesor de IE Business School y responsable de econom¨ªa de Ciudadanos.
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