La larga batalla de Donald Trump
La cortes¨ªa de Jean-Claude Juncker no bastar¨¢ frente al presidente de Estados Unidos
Por la ¨²ltima reuni¨®n entre Jean-Claude Juncker y Donald Trump ¡ªel mi¨¦rcoles pasado¡ª, da la impresi¨®n que llegaron a un acuerdo para poner fin a la guerra comercial que el mandatorio norteamericano ha desatado contra Europa. En realidad, el comunicado com¨²n, m¨¢s all¨¢ de promesas vagas y reafirmaciones banales sobre el libre cambio, deja poca esperanza a los europeos. EE?UU acepta seguir acogiendo autom¨®viles europeos (alemanes) pero mantiene los aranceles sobre el aluminio y el acero; Europa aumenta las importaciones de soja y de gas fracking. El resto se queda en el aire. Es un armisticio que vencer¨¢ en noviembre.
Pero Francia ya ha expresado su desacuerdo con las concesiones que hizo Juncker. El presidente de la Comisi¨®n Europea necesitaba relajar la relaci¨®n con Trump; lo ha conseguido con el riesgo de dividir a Europa, mientras que el mandatorio americano est¨¢ lanzado en una carrera de fondo, que se refiere a su visi¨®n del sistema economico y geopol¨ªtico mundial. Guerra comercial contra China y Europa, monetarista contra el yuan y el euro, sin hablar del acercamiento con Rusia: se trata de una reorientaci¨®n hist¨®rica de Estados Unidos, que cualquiera de los sucesores de Trump, dentro de tres o siete a?os ¡ªdependiendo de si consigue la reelecci¨®n¡ª tendr¨¢ que respetar y, si fuera posible, mantener. Europa est¨¢ en el peque?o comercio, Trump en la pol¨ªtica mundial.
Con China, el conflicto es el resultado de p¨¦rdidas de sectores enteros de mercado como consecuencia de la orientaci¨®n econ¨®mica de EE?UU desde los a?os 90, que ha favorecido el gran desplazamiento productivo hacia el espacio asi¨¢tico. Barack Obama, consciente del giro, hab¨ªa intentado, sin debilitar la relaci¨®n con Europa, y sin verdadero ¨¦xito, reorientar el poder global de EE?UU hacia Asia.
Respeto a Europa, el panorama ya ven¨ªa siendo bastante oscuro a partir de la segunda presidencia de Obama, con los conflictos de los aranceles y el fracaso del Tratado Transatl¨¢ntico. Desde su llegada, Trump radicaliz¨® el conflicto bajo el lema ¡°los europeos deben pagar¡±, es decir, dedicar m¨¢s inversiones en su defensa en lugar de encargarla, principalmente a EE?UU (Alemania apuntada en primer lugar); abrir m¨¢s su mercado a los productos americanos y aumentar r¨¢pidamente (sin esperar hasta 2019) los tipos de inter¨¦s del euro que ahora compite a la baja con el d¨®lar.
Este enfrentamiento global no se puede reducir a la mera agresividad de Donald Trump. EE?UU no es a¨²n la potencia de anta?o. Dentro de la globalizaci¨®n liberal que lanz¨® hace d¨¦cadas, el pa¨ªs sufre ahora de un declive progresivo frente a Asia y Europa. Trump est¨¢ utilizando su inmenso poder¨ªo (econ¨®mico, comercial y militar) para revertir esta mutaci¨®n hist¨®rica, cambiando las reglas del juego. Su proteccionismo puede tener altibajos, pero la orientaci¨®n fundamental seguir¨¢ siendo la voluntad de reconquistar el mercado interior americano y controlar la competencia comercial internacional, con ¡ªen sus manos¡ª la ¡°extraterritorialidad¡± del derecho americano. Ha emprendido una larga batalla. No bastar¨¢ frente a ¨¦l la cortes¨ªa de Juncker.
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