Piensa mal y acertar¨¢s
Juicios moralistas a la diversidad sexual manifiesta
Llegan los calores. Acorto mi falda, desboco el escote, ense?o lomo y me tiro a las calles. Un acto tan l¨ªcito y frecuente que por s¨ª solo no llama la atenci¨®n. A menos que seas ¡°la del sexo¡±, claro.
Desde el momento en el que tuvi¨¦ramos la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de vivir en sociedad, deber¨ªan obligarnos a leer Rascacielos de J.G. Ballard. Aunque solamente fuera para que intuy¨¦ramos hasta d¨®nde puede llegar el ser humano cuando se cree estar por encima de otro. Que levanten las mano todas aquellas personas que vivan en urbanizaciones con ¡°de todo¡±, desde garaje directo a la vivienda, hasta piscina, p¨¢del y sala de la comunidad. Vivir en un lugar as¨ª implica convivir y deber¨ªamos se?alar el significado que le dan algunos al verbo, antes de que termin¨¢ramos como los habitantes del mamotreto de 40 alturas que ide¨® Ballard.
Uno de los temas m¨¢s apetecibles para cualquier reuni¨®n de vecinos que se precie es el juicio sumar¨ªsimo a la sexualidad ajena. Y en estos juicios, los que se creen jueces, suelen tratar de imponer su personal e intransferible concepto de sexualidad. Afortunadamente ya no nos detienen a los que no somos heterosexuales, pero que nunca se nos olvide todo lo que llegaron a hacernos; los vagos y maleantes siempre hemos sido un peligro. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n es heterosexual, pero ya no es obligatorio que lo seamos todos.
Ya me hubiera gustado a m¨ª erigirme en la Linda Hamilton LGTBI de mi urbanizaci¨®n y haber aniquilado al vecino que, el d¨ªa que supo que yo era bisexual, se vio en la obligaci¨®n de arrimar cebolleta. Imaginen. Caballero, casado por la iglesia, con los hijos bautizados y, por supuesto, alumnos de colegio religioso. El modelo t¨ªpico familiar al que estamos tan acostumbrados, de esos que no chirr¨ªan lo m¨¢s m¨ªnimo y en el que la santa madre Iglesia se apoya firmemente. Llevan siglos fiscalizando nuestra sexualidad e impidiendo que sea heterog¨¦nea. Su doctrina santifica a las m¨¢rtires, con especial esmero por aquellas que protegieron su virginidad. Aquel se?or, sacrosanto representante familiar, pod¨ªa exhibir su beata disciplina, pero luego le faltaba el respeto a la vecina del portal H, 1?F. Ni su santidad puede insultarme por meter mi cabeza en las piernas de una mujer, y quien le calla la boca es Naciones Unidas. Pero a pesar de todas estas buenas intenciones por que la diversidad sexual se proteja, no todos los partidos pol¨ªticos est¨¢n dispuestos a ponderar leyes que hagan viable esa convivencia. Asumamos que tenemos a la ultraderecha en el portal de al lado y creen poder meterse en nuestra cama.
A ra¨ªz de un art¨ªculo sobre personas cisg¨¦nero (aquellas que nacen con el ¨®rgano sexual identificativo de su g¨¦nero), descubr¨ª horrorizada que uno de mis examantes tiene serios problemas con la diversidad sexual. Tantos como para ser capaz de decir en p¨²blico que ¡°mejor callarse con esos temas antes de que te salten al cuello¡±. No saltar¨¦ al cuello de nadie que demuestre fobia sexual en cualquiera de sus posibilidades, pero s¨ª es m¨¢s que probable que no tenga el m¨¢s m¨ªnimo trato personal con ellos.
Las personas LGTBI sufren ataques por el simple hecho de no cumplir la norma. En la red profesional por excelencia, LinkedIn, encontrar¨¢n tambi¨¦n reacciones muy apuradas o incluso escandalizadas de personas que cuestionan y juzgan sexualidades ajenas en cuanto el tema sale a la palestra. Un simple titular escandaliza porque la mayor¨ªa de estas personas dan por hecho que solo lo que ellos hagan, sientan o follen es lo que debe hacerse, sentirse o follar. Imaginen. Yo, que me cre¨ªa tan diversa, tambi¨¦n he tenido en mi cama a uno de esos. Gabriel J. Mart¨ªn es experto en psicolog¨ªa afirmativa gay y var¨®n con genitales intersexuales. Pero ¨¦l ha hecho de su particularidades todo un campo de batalla educativa, que no violenta. Est¨¢ empe?ado en ense?ar diversidad sexual hasta a los idiotas, por mucho que ahora los llamemos dummies para que les resulte menos violento. Aqu¨ª v¨ªdeo de YouTube:
El caso es que, como les contaba, en verano ense?o cacha. Y esto hace que muestre no con demasiada intencionalidad, pero s¨ª con absoluta despreocupaci¨®n, ciertos moratones en mis piernas. Si le sumamos que sal¨ª del armario bisexual, que hablo con absoluta normalidad de cualquier gusto en la cama ?y lo que es peor! que no juzgo a nadie por lo que quiera, pretenda o aspire a hacer cuando tiene la suerte de pillar cacho, imaginen hasta d¨®nde llega la imaginaci¨®n del personal. Muero de curiosidad por saber cu¨¢l creen que es el origen de esos moratones que durante todo el verano pueblan mis muslos. ?Acertar¨¢n con sus malos pensamientos?
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