Subvertir las reglas
Trump convierte a los medios en el enemigo y distorsiona su funci¨®n
El desprestigio sistem¨¢tico de los medios ha sido siempre una estrategia primordial de Trump. Recientemente volv¨ªa a la carga al declararlos ¡°enemigo del pueblo¡±, acusarlos de producir ¡°basura¡± y ¡°noticias falsas¡±, y reservar para los periodistas el calificativo de ¡°los seres m¨¢s despreciables¡±. Todo parece indicar que es el sino de los tiempos: los nuevos l¨ªderes que desaf¨ªan el sistema no solo han dejado de utilizar a los medios como canal de transmisi¨®n de sus mensajes, sino que adem¨¢s se han convencido de que para ganar elecciones es necesario presentarlos como un contendiente pol¨ªtico m¨¢s. Experiencias como la del Brexit, la propia elecci¨®n presidencial de Trump o el refer¨¦ndum por la paz en Colombia, erigieron el a?o 2016 como el momento de defunci¨®n de un sistema de control de la pol¨ªtica formal que compet¨ªa a los medios de comunicaci¨®n tradicionales. El caso de Trump fue a¨²n m¨¢s paradigm¨¢tico, porque toda su estrategia de campa?a se bas¨®, precisamente, en un despiadado ataque contra ellos y contra el establishment de su propio partido. A pesar de todo, logr¨® alcanzar la Casa Blanca sin el sost¨¦n de ninguno de los dos.
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Tal anomal¨ªa se ha tratado de explicar recurriendo a algunos de los rasgos de esta nueva era de la posverdad: de un lado, el proceso de desintermediaci¨®n producido por las nuevas tecnolog¨ªas que afecta tanto a los medios de comunicaci¨®n como a los propios partidos pol¨ªticos (Trump declar¨® durante su campa?a que ¨¦l formaba parte de un ¡°movimiento¡±); y por otro, el rol que juegan las redes como espacio p¨²blico paralelo. En realidad, la victoria del trumpismo signific¨® el triunfo sobre el monopolio de la opini¨®n p¨²blica de un aspirante a presidente transfigurado en un trol. Si la prensa se ha convertido en el aut¨¦ntico adversario de Trump se debe sobre todo a la capacidad que tiene este personaje para comunicarse directamente con sus seguidores a trav¨¦s de su cuenta de Twitter; no necesita intermediarios. ?l mismo puede ser la fuente fundamental de noticias falsas sin apenas tener que temer su sujeci¨®n a una verificaci¨®n de hechos efectiva.
Pero gran parte de la responsabilidad de lo que est¨¢ ocurriendo reside en la incapacidad de la oposici¨®n del partido dem¨®crata de ejercer la labor que le corresponder¨ªa, dejando en manos de la prensa el ejercicio de un tipo de control que no es el propio de los medios. Conviene recordar que lo que a estos compete es garantizar una informaci¨®n contrastada y veraz, y ejercer de intermediarios del pluralismo de la opini¨®n. Su funci¨®n consiste, por tanto, en controlar tanto al Gobierno como a la oposici¨®n y en facilitar que cada ciudadano pueda elaborar su propio juicio pol¨ªtico sobre unos u otros. No hacerlo as¨ª provoca una vuelta de tuerca en el proceso de difuminaci¨®n de las instituciones.
Un sistema democr¨¢tico bien engrasado funciona porque existen reglas que est¨¢n experimentadas, dise?adas para que ninguno de los poderes subvierta la funci¨®n para la que fueron dise?ados. La esencia de la democracia liberal consiste precisamente en eso: ning¨²n poder puede ser autorreferencial, sino que tiene que estar sujeto al control y la revisi¨®n de otros. Trump har¨ªa bien en entender esto antes de convertir a la prensa en un enemigo com¨²n, abriendo las puertas a un verdadero conflicto civil al azuzar al pueblo contra los medios. Los da?os que esto puede tener para la democracia son imprevisibles.
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