C¨®mo convertir zorros salvajes en d¨®ciles perritos
Identifican la base gen¨¦tica de la domesticaci¨®n en raposos criados en cautividad durante generaciones
Cient¨ªficos rusos se han pasado los ¨²ltimos 60 a?os criando zorros para domesticarlos. Quer¨ªan emular el proceso que convirti¨® a hijos del lobo en los mejores amigos de los humanos. Aunque la aparici¨®n del perro debi¨® ser cosa de siglos cuando, no milenios, el ¨¦xito de los responsables del experimento ruso fue tal que llegaron a vender juguetonas cr¨ªas de raposo como mascotas hace unos a?os. Ahora, tras 50 generaciones de selecci¨®n intencionada, han identificado las regiones del genoma que convierten a un zorro en un d¨®cil perrito. A¨²n queda localizar qu¨¦ genes espec¨ªficos intervienen, pero es un gran paso para conocer un proceso que ha sido b¨¢sico para el avance de los humanos.
En 1952, con Josef Stalin rigiendo la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el pseudocient¨ªfico Trofim Lysenko, un antiselecci¨®n natural y anti-Darwin, gobernando la ciencia sovi¨¦tica, empezaba uno de los mayores experimentos de selecci¨®n artificial y gen¨¦tica aplicada realizados jam¨¢s. Primero en Estonia, entonces una rep¨²blica sovi¨¦tica, casi en la clandestinidad y despu¨¦s en el Instituto de Citolog¨ªa y Gen¨¦tica que la Academia de Ciencias rusa ten¨ªa en Novosibirsk, Siberia, los genetistas Ludmila Trut y Dmitry Belyayev empezaron a seleccionar los zorros que de forma natural parec¨ªan m¨¢s d¨®ciles. Solo esta ¨¦lite pod¨ªa reproducirse. A la d¨¦cima generaci¨®n el 18% de los raposos se relacionaban con los humanos como si fueran perros. A la quincuag¨¦sima, m¨¢s del 85% de los nuevos zorros fueron mansos.
Casi en paralelo, Trut y Belyayev iniciaron otro ensayo, pero aqu¨ª solo cruzaban a los ejemplares m¨¢s agresivos entre s¨ª. Ambas generaciones han llegado hasta hoy y est¨¢n ayudando a la ciencia a desentra?ar algunos de los misterios de la conducta animal. La ¨²ltima aportaci¨®n la ha hecho un grupo de cient¨ªficos que ha secuenciado el genoma de una treintena de zorros del experimento ruso. Diez eran de la poblaci¨®n d¨®cil, otros tantos de la agresiva y otra decena tambi¨¦n criados en cautividad pero sin favorecer ning¨²n rasgo. Comprobaron que el genoma de los agresivos y los no seleccionados era m¨¢s parecido entre s¨ª que al de los domesticados. M¨¢s a¨²n, tras comparar sus secuencias con las del genoma del zorro com¨²n salvaje, lograron encontrar qu¨¦ partes del genoma son diferentes en cada linaje.
El estudio ha identificado modificaciones gen¨¦ticas presente en los zorros mansos pero falta localizar los genes espec¨ªficos que intervienen en la domesticaci¨®n
"Encontramos 103 regiones gen¨®micas que diferencian a las poblaciones mansas de las agresivas y las convencionales criadas en cautividad", cuenta en un correo la cient¨ªfica de la?Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (EE UU) y principal autora del este estudio gen¨¦tico, Anna Kukekova. Esta bi¨®loga fue pupila de Ludmila Trut y se form¨® como investigadora con los zorros del Instituto de Citolog¨ªa y Gen¨¦tica. "Ahora, por primera vez, no solo podemos se?alar las partes de un cromosoma que hacen d¨®ciles o agresivos a un zorro, sino que podr¨ªamos identificar los genes responsables de esto", explica Kukekova.
Hasta ahora no se ha podido identificar el conjunto de genes que, mediante la selecci¨®n humana, caracterizan a la domesticaci¨®n animal. El ¨²nico genoma disponible para comparar es el del otro c¨¢nido domesticado, el del perro. Pero su patr¨®n cromos¨®mico (cariotipo) es muy diferente al del zorro. Mientras este tiene 34 cromosomas, el de los perros tiene 78, lo que dificulta encontrar las claves de la domesticaci¨®n.
Tal y como publican en Nature Ecology & Evolution, Kukekova y sus colegas han encontrado una de esas claves que, en principio, y a falta de m¨¢s estudios, interviene en el proceso.de amansar a los zorros. Profundizaron en una de estas regiones para probar si pod¨ªan aislar uno de los genes que afectan a la conducta. "Vimos que el gen SorCS1, localizado en esta regi¨®n, tiene un efecto sobre el comportamiento del zorro; m¨¢s espec¨ªficamente, los ejemplares que hab¨ªan heredado dos copias de este gen desde el linaje de los domesticados quer¨ªan continuar la interacci¨®n con el supervisor [humano] mientras que los zorros que recibieron las dos copias del SorCS1 del linaje agresivo la evitaban", explica Kukekova.
El gen SorCS1 interviene en la plasticidad, funcionamiento y formaci¨®n de las sinapsis en el cerebro. Aunque no hab¨ªa sido relacionado hasta ahora con la conducta prosocial, s¨ª aparece asociado con un comportamiento espec¨ªfico de los zorros domesticados. En el caso del experimento ruso, los humanos que interact¨²an con los zorros lo hacen siguiendo unas normas muy determinadas en contactos muy cortos y limitados. Solo los zorros que no muestran agresividad o miedo y si deseo de la presencia humana son mantenidos en la ¨¦lite de los d¨®ciles. Y son estos los que tienen una versi¨®n del gen diferente de la de los zorros salvajes.
Pero un solo gen no puede responder de un fen¨®meno tan complejo como el de la domesticaci¨®n. Dejando a un lado a las plantas, la inmensa mayor¨ªa de la vida no ha sido domesticada hasta ahora por los humanos. Solo una decena de mam¨ªferos, unas cuantas especies de aves o alguna de insectos, como el gusano de seda, han prosperado junto a los humanos
"Con la domesticaci¨®n el hombre empez¨® a controlar los recursos alimentarios, su localizaci¨®n, abundancia, tipo... ya no hac¨ªa falta ir a buscar el alimento sino que este estaba donde nuestros antepasados quer¨ªan", comenta el experto en gen¨¦tica evolutiva, Carles Vil¨¤. Para este investigador de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, no relacionado con el actual estudio, la importancia que se le d¨¦ al proceso de domesticaci¨®n es poca: "Ha sido un elemento central para permitir el cambio en el modo de vida humano, pasando de ser cazadores-recolectores a ser agricultores-ganaderos".
Sin embargo, Vil¨¤, que hace a?os particip¨® en otra investigaci¨®n que desvel¨® una serie de cambios en el cerebro de los zorros domesticados, reconoce que la ciencia apenas sabe mucho de la domesticaci¨®n. "El genoma de un perro y de un lobo son pr¨¢cticamente id¨¦nticos. ?Qu¨¦ es lo que hace que a la hora de la verdad sean tan diferentes?", comenta. Por eso, el experimento de los zorros rusos, que sobrevivi¨® a Stalin, a Lysenko, a la ca¨ªda de la URSS o a la emigraci¨®n de muchos de sus cient¨ªficos, a¨²n puede servir para encontrar la respuesta.
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