Goethe y sus verdes amigas
Ciencia y poes¨ªa se complementaban en el pensamiento de Goethe para explicar los fen¨®menos de la naturaleza. Tal era as¨ª que, todas las noches, Goethe conciliaba el sue?o visualizando el ciclo de las plantas, desde la semilla hasta su floraci¨®n, como si de un poema infinito se tratase
Para formular la teor¨ªa de la gravedad, Isaac Newton se pregunt¨® por qu¨¦ la manzana cae perpendicularmente del ¨¢rbol al suelo. Para darle la vuelta a la cuesti¨®n, Goethe se preguntar¨ªa lo contrario: ?C¨®mo lleg¨® la manzana hasta el ¨¢rbol?
Buscando respuestas a esta pregunta, Goethe esboz¨® su ensayo sobre la metamorfosis de las plantas donde, con genio po¨¦tico, dio cuenta del desarrollo vegetal, mostrando el ciclo completo desde la semilla hasta la floraci¨®n. De esta manera, todas las noches, Goethe conciliaba el sue?o visualizando el ciclo de las plantas como si de un poema infinito se tratase; desde la semilla hasta la semilla y vuelta a empezar.
Con estas cosas, intuy¨® la posibilidad de que todas las plantas derivasen de una sola; esta intuici¨®n de Goethe conten¨ªa el concepto de evoluci¨®n que tiempo despu¨¦s desarrollar¨ªa Darwin aunque con diferencias en su enfoque ya que el enfoque goethiano es morfol¨®gico mientras que el darwiniano es funcionalista. Para Goethe, todas las plantas se consideran manifestaciones de ¡°un ¨²nico tipo primitivo¡± seg¨²n sus propias palabras. Se trata de una planta arquet¨ªpica pero -m¨¢s que de una planta individual- de una fuerza que encierra en s¨ª misma la potencia de cada una de las plantas, siendo as¨ª que las metamorfosis que experimentan las plantas son antojos, caprichos que revelan la capacidad que tiene un mismo organismo de adoptar numerosas formas para as¨ª armonizar con el mundo que lo rodea.
Para Goethe, Naturaleza e Imaginaci¨®n eran el exterior y el interior de una misma cosa y no pod¨ªa nombrar a la una, sin que la otra apareciese de seguido. Ciencia y poes¨ªa se complementaban en su pensamiento para explicar fen¨®menos m¨¢gicos como el que experimentan las plantas, proyect¨¢ndose en dos direcciones. Por un lado, la ra¨ªz, en busca de humedad, adentr¨¢ndose en la oscuridad de la tierra y por el otro, el tallo visible, dirigi¨¦ndose hacia la luz y el aire exterior. Seg¨²n Goethe, esto se deb¨ªa a una fuerza contraria a la de la gravedad enunciada por Newton. Ya dijimos que Goethe siempre se mostr¨® cr¨ªtico con la f¨ªsica newtoniana a la que consideraba llena de limitaciones.
Para Goethe, todas las plantas se consideran manifestaciones de ¡°un ¨²nico tipo primitivo¡± seg¨²n sus propias palabras
Tales apreciaciones son el resultado de a?os de estudio que llevaron a un joven Goethe hasta el jard¨ªn bot¨¢nico de Padua, donde sigui¨® de cerca los fen¨®menos del reino vegetal. Entre los ejemplares del citado jard¨ªn bot¨¢nico se encuentra la Palma de San Pedro, hoy conocida como la Palma de Goethe por ser la que inspir¨® al poeta su teor¨ªa morf¨®logica. Para Goethe, los brotes de la citada palma eran variantes de una misma estructura, una expansi¨®n lateral y sujeta a leyes concretas que se generaba a partir del tronco, o lo que es lo mismo, una estructura que para el poeta ser¨¢ modelo de todo lo art¨ªstico. Una vez que Goethe volvi¨® a Alemania con sus cuadernos atiborrados de notas bot¨¢nicas, su editor de siempre rechazar¨ªa sus trabajos al respecto. A Goethe le costar¨ªa mucho ver publicadas sus apreciaciones bot¨¢nicas y cuando lo hizo, fue criticado por sus contempor¨¢neos.
Sin ir m¨¢s lejos, el tambi¨¦n poeta y hombre de letras Friedrich von Schiller fue uno de ellos. Cuando Goethe explic¨® su teor¨ªa de la metamorfosis de las plantas, Schiller le escuch¨® con atenci¨®n y dio muestras de un vivo inter¨¦s pero fue al terminar su exposici¨®n cuando Schiller se mostr¨® tajante. ¡°Esto no es una experiencia, esto es una idea¡±, le dijo, a lo que Goethe contest¨® que era maravilloso que uno pudiera tener ideas que se pudiesen ver ante los ojos de una manera tan clara. A ra¨ªz de esta conversaci¨®n, Goethe dedujo que las ideas, al contrario que la experiencia, no est¨¢n limitadas por el espacio y el tiempo.
Schiller no hab¨ªa comprendido que el conocimiento cient¨ªfico no es otra cosa que el resultado de una conversaci¨®n entre dos conversaciones, por un lado la conversaci¨®n con la naturaleza que origina la experiencia y por otro lado la conversaci¨®n con uno mismo que es lo que origina la reflexi¨®n. Goethe mantuvo conversaci¨®n con ambas conversaciones. Por eso mismo, a pesar de Schiller, a pesar de su antiguo editor y a pesar de todos sus cr¨ªticos, el conocimiento de Goethe, es decir, su manera de transmitir la experiencia acerca de las plantas, ser¨ªa aceptado por los bot¨¢nicos en a?os sucesivos.
El hacha de piedra?es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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