J¨®venes en Am¨¦rica Latina: terroristas, mendigos y homicidas

Hace 5 a?os, Nicol¨¢s Maduro y Daniel Ortega recorr¨ªan juntos el Puerto Salvador Allende, uno de los lugares m¨¢s tur¨ªsticos y emblem¨¢ticos de Managua. Mirando hacia el lago, hablar¨ªan de lo bueno y lo divino, del pasado que siempre fue mejor y entre suspiros nost¨¢lgicos recordaron al bueno de Allende. Les vendr¨ªa a la mente la famosa frase ¡°ser joven y no ser revolucionario es una contradicci¨®n hasta biol¨®gica¡±.

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Por asociaci¨®n de ideas, Nicol¨¢s recordar¨ªa cuando, con solo 15 a?os, fue expulsado del liceo por organizar una movilizaci¨®n estudiantil. Daniel, brabuc¨®n, le respondi¨® que fue mucho m¨¢s revoltoso ¨¦l, que con 22 a?os, siendo integrante del Frente Sandinista fue acusado por el robo de un banco en Managua y encarcelado 6 a?os.

Poquito antes del encuentro entre los dos presidentes, Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa de la Iglesia cat¨®lica y en esas mismas fechas toda una pol¨¦mica asaltaba la Argentina sobre el compromiso con los j¨®venes perseguidos en la dictadura, a lo cual el Papa Francisco respondi¨® ¡°hice lo que pude con la edad que ten¨ªa y las pocas relaciones con que contaba, para abogar por personas secuestradas¡±.

Eran otros tiempos, los a?os de la m¨ªstica revolucionaria, de los j¨®venes idealistas, la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, la lucha contra el imperialismo yanqui y del Plan C¨®ndor. Del ¡°patria o muerte venceremos¡±.

Cinco a?os despu¨¦s, en la actualidad, la juventud revolucionaria a la que hac¨ªa menci¨®n Allende, rebosa las calles Nicaragua a pesar de las detenciones, amenazas, torturas y muerte; salen expulsados de Venezuela por el hambre y la desesperaci¨®n y llenan de dignidad las calles de Argentina exigiendo decidir sobre sus cuerpos.

Esos mismos j¨®venes revolucionarios, ahora son para Ortega ¡°terroristas golpistas que pretenden hundir Nicaragua¡±. Para Maduro son mendigos ¡°que se fueron con el ofrecimiento falso de la derecha de que iban a disfrutar las mieles de otros pa¨ªses y terminaron lavando pocetas, como esclavos y mendigos'. El Papa Francisco ¨Cmientras las calles de Argentina clamaban a favor de la despenalizaci¨®n del aborto¨C ridiculizaba a las j¨®venes tachando sus demandas de moda y ¡°homicidio de una vida inocente¡±.

Uno de los terroristas de Ortega, mendigo de Maduro y homicida de Francisco pasean tristes y frustrados por el devenir de sus pa¨ªses por las calles de un lugar cualquiera recordando una frase de Cicer¨®n que dec¨ªa: "De todos los hechos culpables ninguno tan grande como el de aquellos que, cuando m¨¢s nos est¨¢n enga?ando, tratan de aparentar bondad¡±.