La retratista de la leyenda de McQueen
Ann Ray ten¨ªa acceso exclusivo al universo del atormentado dise?ador brit¨¢nico y captur¨® con su c¨¢mara 35.000 im¨¢genes de su vida. La exposici¨®n 'Les inachev¨¦s - Lee McQueen', en la ciudad francesa de Arl¨¦s, muestra el lado m¨¢s humano y terrenal de este icono de la moda que se suicid¨® en 2010.
DURANTE 13 A?OS, la c¨¢mara de Ann Ray tuvo acceso exclusivo y sin restricciones al complejo mundo de Lee Alexander McQueen. El ic¨®nico dise?ador dif¨ªcilmente se dejaba fotografiar en los medios si ella no estaba tras el objetivo. La fot¨®grafa francesa y el modista brit¨¢nico se conocieron en Par¨ªs en 1996 y se volvieron inseparables. Hasta que el suicidio de McQueen en 2010 puso fin a este t¨¢ndem indisoluble. Ray se convirti¨® as¨ª en la mayor testigo visual de su trabajo y su intimidad. Ahora, sus fotograf¨ªas nutren la exposici¨®n Les inachev¨¦s - Lee McQueen, en la 49? edici¨®n del festival de fotograf¨ªa Encuentros de Arl¨¦s, que permanece abierta hasta el 23 de septiembre.
Ann Ray (Brest, 1969) llega al encuentro ataviada con un cl¨¢sico uniforme de turista: gorra, c¨®modas chanclas y una botella de agua para hacer frente al sofocante calor que se palpa en la ciudad de Arl¨¦s (Francia) cada verano. Nada apunta a que su vida ha transcurrido entre back?stages y desfiles de moda. Excepto la chaqueta beis desestructurada con deshilachados que cuelga de su brazo. Esa prenda, con el sello inconfundible de Alexander McQueen, la delata. ¡°La llevo siempre que puedo. Lee (como se refiere al dise?ador) me la regal¨® cuando viv¨ªamos en Londres. Pertenece a su desfile N? 13¡±, de 1998.
Ray y McQueen nunca firmaron un contrato econ¨®mico ni de confidencialidad. ¡°La confianza era nuestra moneda de cambio¡±
Sus puestas en escena siempre se alejaban de los protocolos. Le gustaba innovar y sorprender. Y casi siempre lo lograba. Como en esa performance N? 13, donde unos robots dirigidos desde bambalinas por el propio McQueen pulverizaron pintura negra y verde sobre el vestido blanco de la modelo Shalom Harlow.
Varias fotos de aquel show protagonizan la exposici¨®n, comisariada por el director del festival, Sam Stourdz¨¦. La muestra re¨²ne escenas que documentan el laboratorio de ideas que el modista puso al servicio de Givenchy, el exitoso despegue de su propia l¨ªnea y los retratos personales que la fot¨®grafa le tom¨® hasta su muerte. Ray tuvo que seleccionar 169 im¨¢genes del total de 35.000 que acumula entre sus carretes. Le llev¨® nueve meses de dedicaci¨®n exclusiva conseguirlo. ¡°Ha sido el proyecto m¨¢s dif¨ªcil de mi vida. Cualquiera que haya perdido a un ser querido se lo puede imaginar. Pero era algo necesario si quer¨ªa contar qui¨¦n fue en realidad Lee McQueen: una criatura llena de luz, con un inmenso talento creativo¡±.
Ray y McQueen ten¨ªan 27 a?os la primera vez que se vieron. ?l comenzaba su andadura como director creativo de Givenchy. Y ella deb¨ªa hacer el seguimiento fotogr¨¢fico de su primera colecci¨®n de alta costura para la maison. ¡°Al principio me intimidaba. Luego todo cambi¨®¡±, cuenta la artista, que hoy tiene 49 a?os. ¡°Lee siempre fue una persona intensa, pero tambi¨¦n reservada. Como yo. Nuestra conexi¨®n naci¨® de esa discreci¨®n¡±, recuerda. Un verano despu¨¦s de aquel encuentro, la joven se mud¨® a Londres. McQueen le propuso fotografiar su trabajo tanto para la firma francesa como para su l¨ªnea hom¨®nima. Ya no se volvieron a separar. Y en todo ese tiempo, nunca firmaron un contrato econ¨®mico ni de confidencialidad. ¡°La confianza fue siempre nuestra moneda de cambio. ?l sab¨ªa que yo jam¨¢s vender¨ªa las fotos a terceros¡±.
Algunas de esas im¨¢genes cuelgan en las paredes de la exposici¨®n. En una se ve a McQueen junto a la modelo Shalom Harlow en el backstage del c¨¦lebre desfile N? 13. En la imagen, musa y dise?ador se estrechan las manos con cari?o. ¡°Esto era algo muy caracter¨ªstico de Lee. Siempre estaba rodeado de mujeres a las que empoderaba y trataba con respeto. Y no como en las leyendas que se contaban sobre ¨¦l¡±, reivindica. La artista se refiere a las acusaciones de misoginia que McQueen recibi¨® por parte de algunos medios por su colecci¨®n Highland Rape (violaci¨®n de las tierras altas), que present¨® con apenas 22 a?os. En el desfile, las modelos aparecieron con vestidos escoceses rasgados que dejaban al descubierto sus pechos y otras zonas ¨ªntimas.
La figura de este icono de la moda ha estado rodeada de un halo de misterio y drama. La pel¨ªcula documental McQueen (2018), con testimonios de su c¨ªrculo m¨¢s cercano, describe la vertiginosa transformaci¨®n de un joven de clase obrera del East End de Londres en uno de los dise?adores m¨¢s importantes del nuevo siglo. La cinta de Ian Bonh?te y Peter Ettedgui indaga en el pol¨¦mico declive de su salud mental desde que asumiera la direcci¨®n de Givenchy. El filme apunta al agotamiento que supuso compaginar la direcci¨®n de la firma con la de su propia l¨ªnea de moda, a una infancia marcada por los abusos sexuales a manos de su cu?ado ¡ªseg¨²n revel¨® su hermana Janet al diario The Times¡ª, a su adicci¨®n a las drogas o a ser portador del VIH como los posibles motivos de la profunda depresi¨®n que lo atorment¨® durante toda su vida. Hasta que a los 41 a?os decidi¨® ahorcarse. Justo en la v¨ªspera del funeral de su madre.
¡°Fue un magn¨ªfico artista, pero tambi¨¦n una gran persona. Cuando lo necesitabas, las prendas pasaban a un segundo plano¡±
Con ciertas reticencias, Ray cedi¨® algunas fotograf¨ªas de su archivo para el rodaje de la pel¨ªcula. Ahora, discrepa con la imagen oscura que se da del dise?ador en el documental. ¡°Lee era una persona muy intr¨¦pida y alegre. Esta cinta tiene un enfoque y contexto diferentes. Busca otras motivaciones. Los directores y Lee no se conoc¨ªan en persona¡±, sentencia. Ella, en cambio, lo conoci¨® bien. Con sus luces y sus sombras. ¡°Siempre estaba inseguro con su imagen y creo que por ello cambi¨® tanto f¨ªsicamente. A veces resultaba cargante y provocador, pero de manera constructiva. Considerarlo solo un dise?ador es err¨®neo¡±.
Separar la leyenda del ser humano no debi¨® ser tarea f¨¢cil para Ray, que reconoce que no era consciente de su fama hasta que muri¨®. ¡°Recuerdo que con la publicaci¨®n del libro Love Looks Not with the Eyes: Thirteen Years with Lee Alexander McQueen (Abrams Books, 2012) la gente me asaltaba por la calle y me dec¨ªa: ¡®?McQueen es mi ¨ªdolo, mi Dios!¡±. Tambi¨¦n la exposici¨®n Alexander McQueen: Savage Beauty que acogi¨® el Victoria & Albert Museum en 2015 fue un ¨¦xito sin precedentes, con 493.000 visitantes en sus 21 semanas de permanencia. ¡°Todo eso me hace sentir inc¨®moda. Nunca me han interesado las celebrities ni el fanatismo. Solo me dejo impresionar por el talento. Y Lee fue un magn¨ªfico artista. Pero tambi¨¦n una gran persona. Cuando te necesitaba o lo necesitabas, las prendas pasaban a un segundo plano¡±.
Una an¨¦cdota en la memoria de Ray saca a la luz a ese ¡°Lee¡±, sin apellido ni apelativos rimbombantes, del que tanto habla. Ocurri¨® el 15 de julio de 1999. El equipo de McQueen estaba a punto de presentar su colecci¨®n de alta costura para Givenchy. Llevaban 45 minutos de retraso y la tensi¨®n iba en aumento. Todo el mundo estaba pendiente de las modelos. Ray persegu¨ªa cada movimiento con su c¨¢mara, pero no se encontraba bien. ¡°Estaba exhausta y hundida emocionalmente. Mi hijo Trist¨¢n, de 13 meses, estaba muy enfermo¡±, recuerda. Ella se esforzaba por ocultar su preocupaci¨®n e intentaba poner buena cara. Y en medio de aquella vor¨¢gine, McQueen la vio. ¡°Cuando empec¨¦ a retratarle me pregunt¨® por Trist¨¢n y me derrumb¨¦¡±, comenta. En aquel momento, Ray rompi¨® a llorar. Sinti¨® verg¨¹enza. Pero el dise?ador dej¨® todo lo que estaba haciendo, la cogi¨® por los hombros y le pregunt¨®: ?Qu¨¦ sucede, Ann? ¡°Intent¨¦ explicarle que los m¨¦dicos no sab¨ªan qu¨¦ le pasaba al ni?o y le ped¨ª disculpas por ponerme as¨ª. Su respuesta fue tajante: ¡®No seas tonta, Ann. Esto es moda. Son solo estupideces. Lo m¨¢s importante es tu vida¡¯. Ese es el Lee que yo conoc¨ª¡±.
El mismo que hoy, casi dos d¨¦cadas despu¨¦s de aquel desfile, trata de mostrar al mundo a trav¨¦s de sus recuerdos y fotograf¨ªas. Ese Alexander McQueen, cercano y desconocido para muchos, que Ann Ray captur¨® con su c¨¢mara. ¡°Su muerte fue una tragedia, s¨ª, pero su talento sigue vivo entre nosotros. Esta exposici¨®n es una celebraci¨®n de la vida, de nuestra amistad y de la creatividad que compartimos juntos. Y deseo que las nuevas generaciones as¨ª lo conozcan¡±.?
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