Sexo sin tocarnos
No siempre tenemos a nuestro amante a nuestro lado. O no siempre queremos tenerlo
No tener cerca a la persona con la que queremos tener sexo no significa que renunciemos a tenerlo. Y solo ser¨¢ un buen polvo si nos conocemos a nosotros mismos.
Quien haya estado alguna vez a dieta sabe perfectamente lo que significa la palabra deseo. Pocos deseos tan claros, exactos y crueles como el de la comida. Desear un plato concreto, cocinado por esa persona que tan rico lo hace. F¨ªjense que pondero la panza a la entrepierna. Dicho por la que cree que hay sexo en cada c¨²mulo de piedras y que encuentra especial literatura er¨®tica en todo cuanto tenga que ver con la comida. Quiz¨¢s esa relaci¨®n entre sexo y gastronom¨ªa me la provoque saber que tengo en mi despensa el mejor repertorio de masturbadores con los que podr¨¦ saciar todas mis perversiones. Cada vez son m¨¢s las adeptas a fabricar sus propios masturbadores con hortalizas y hasta en YouTube se encuentran tutoriales para conseguir el dildo perfecto sin pasar por ninguna tienda.
El deseo es caprichoso, personal e intransferible. Lo que a m¨ª me provoca unas ganas locas de tener sexo, a otra persona puede no apetecerle lo m¨¢s m¨ªnimo, explorando en nuestras ganas y comparti¨¦ndolas con nuestros amantes establecemos una relaci¨®n, por m¨ªnima que sea. Hay quien aspira a conocer la profundidad de una tr¨¢quea ¨²nicamente porque una vez la vio tragar muy despacito un gajo de naranja. Otros ni siquiera tienen por qu¨¦ verla tragar, con imaginarla les vale. El deseo activa el cerebro; el deseo nos da la vida. Hace que no perdamos comba. Podr¨ªa estar horas uniendo sexo con comida y cada una ser¨ªa solo una m¨¢s, porque as¨ª lo dictamina mi cabeza. Hay deseo que pasa por el hecho de comer y tragar todo el rato. En todas las acepciones posibles. He visto calentones provocados por un simple gesto con el cuello.
Un tel¨¦fono permite a una pareja tener sexo. Basta con conectarse en una llamada y el manos libres. Nos gusta ligar sea como sea, a juzgar por la cantidad de aplicaciones para relaciones personales, m¨¢s o menos espor¨¢dicas. Pero adem¨¢s de haber hecho de internet el soporte de muchas relaciones personales, nos hemos aprovechado de la ventaja que supone no cruzarte con personas con las que, sin embargo, tienes sexo. Basta con no tocarse. S¨¦ de dos que se encontraron en LinkedIn despu¨¦s de a?os, y echaron un polvo conectados al manos libres mientras se masturbaban imagin¨¢ndose y describi¨¦ndose mutuamente. "El simple sonido del chapoteo de mis dedos en mi vulva me volvi¨® loca. Al otro lado del tel¨¦fono un t¨ªo, que recordaba muy bueno en la cama, describi¨¦ndome lo que hac¨ªa con su pene". ?Repetir¨ªa? "Me puso cachonda en ese momento por la conversaci¨®n que mantuvimos previamente por mensajes. Ni siquiera recordaba tener su tel¨¦fono, pero me llam¨® y volv¨ª a escucharlo. No tengo la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de recuperarlo como amante; si volv¨ª a hacerlo fue porque no est¨¢bamos juntos f¨ªsicamente. No creo que repita, pero he conseguido quitarme un recuerdo feo de ¨¦l. "
Gestionamos nuestro deseo como podemos. Ni siquiera como queremos. Cuantas m¨¢s herramientas tengamos, mejor lo manejaremos. Cada vez que negamos un deseo explotamos por otro lado. Y esto ocurre hasta en la peor de nuestras pesadillas. La castraci¨®n qu¨ªmica siempre est¨¢ a debate por contemplarse como ¨²nica soluci¨®n al deseo irrefrenable de los pederastas por tener sexo con ni?os. Cualquier deseo hay que trabajarlo. Tanto para provocarlo como para apaciguarlo. El deseo es tan variable, personal, intransferible y ¨²nico que no me atrevo a presuponer deseo ajeno. Y es evidente que la distancia no apacigua las ganas de estar con esa persona concreta.
El sexo a distancia es magn¨ªfico para conocerse bien. Siempre es positivo reconocer en nuestro propio cuerpo d¨®nde disfrutamos m¨¢s y c¨®mo. Almudena Mart¨ªnez Ferrer, sex¨®loga y responsable de Bread & Sex, reinventa el concepto de masturbaci¨®n con el de autoconocimiento. ?Qu¨¦ tal si nos preparamos para la penetraci¨®n, penetr¨¢ndonos primero nosotras? Como bien dice, no es necesario ser virgen para que haya una primera vez. Basta con que sea la primera vez que te conoces as¨ª de bien. Todo lo aprendido a solas se pone en pr¨¢ctica con la pareja, espor¨¢dica o de larga duraci¨®n, con la que se tiene ese polvo sin tocarse.
Bienvenidos a la sofisticaci¨®n m¨¢s absoluta del acto sexual, ese que sacia sin necesidad de que estemos cerca, pero con la obligaci¨®n de que nos conozcamos con sumo detalle. Que no nos toquemos no quiere decir que no nos sintamos. Y, de imaginaci¨®n, vamos sobrados. Disfruten.
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