Un peligroso silencio
La autonom¨ªa universitaria debe ser una garant¨ªa para la democracia y no convertirse en una barrera
El goteo incesante de informaciones que desvelan irregularidades de grueso calibre en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), unido a la utilizaci¨®n partidaria de dossiers acad¨¦micos de pol¨ªticos relevantes, ha permitido construir debates que cumplen con todas las caracter¨ªsticas de la cortina de humo.
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De un lado, han servido para desviar la atenci¨®n, incluso en sede parlamentaria, sobre las necesidades reales de los ciudadanos, la verdadera prioridad pol¨ªtica. De otro malgastan una oportunidad para analizar y tratar de dar respuesta a los problemas de una instituci¨®n sin la que no es posible ni el progreso ni el bienestar de ninguna sociedad, la Universidad. Salvo que pensemos, claro, que la Universidad espa?ola vive en el mejor de los mundos posibles. Puede que le parezca raro a alg¨²n lector, pero les aseguro que ese es el mensaje que las m¨¢ximas autoridades universitarias repiten como un mantra. En estas p¨¢ginas lo habr¨¢n le¨ªdo de boca del ministro y del presidente de la Conferencia de Rectores de Universidades Espa?olas (CRUE). Todo se resuelve con dos recetas: se trata de incidentes aislados (echemos mano de la estad¨ªstica) y, en todo caso, no nos toca, porque la autonom¨ªa universitaria nos proh¨ªbe actuar: dejemos actuar a la propia Universidad?(?) y/o a los Tribunales de Justicia.
Todo se resuelve con dos recetas: se trata de incidentes aislados y, en todo caso la autonom¨ªa universitaria nos proh¨ªbe actuar
Lo m¨¢s llamativo en este asunto es precisamente esto, ese que es una omisi¨®n de responsabilidad, acad¨¦mica y pol¨ªtica. Los universitarios, los ciudadanos, sufrimos desde hace meses el ruido, la indignaci¨®n y el des¨¢nimo que producen los abrumadores indicios de colonizaci¨®n de una Universidad p¨²blica por intereses ajenos. Esa grosera instrumentaci¨®n que sucede en la URJC y no solo desde el PP de Madrid que la ha usado y abusado de ella a su antojo, sino por parte de empresas y particulares, no es posible sin la complicidad, activa o por omisi¨®n, de las autoridades acad¨¦micas y de sus instancias de control. Los viajes tur¨ªsticos desde Italia para obtener t¨ªtulos son solo el pen¨²ltimo detalle del esc¨¢ndalo.
El silencio de nuestras autoridades universitarias es una opci¨®n aparentemente avalada por el principio de autonom¨ªa universitaria. E incluso hay quien puede a?adir que el ruido y la furia circunstanciales son el peor escenario para discutir a fondo problemas como los se?alados, o los de la precarizaci¨®n del profesorado, la inadecuaci¨®n y opacidad de las agencias encargadas de la selecci¨®n del mismo y del control de la calidad de los t¨ªtulos, el abandono de la investigaci¨®n en las Universidades so pretexto de primar las verdaderas casas y semilleros de ciencia e investigaci¨®n, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n (OPI).
Esa opci¨®n por el silencio contribuye a extender la sospecha ante preguntas leg¨ªtimas que se hace la opini¨®n p¨²blica: ?solo son problemas de esa Universidad? ?Es suficiente garant¨ªa la arquitectura de gobierno de las Universidades, con el Consejo Social como pieza destacada, para evitar esos riesgos, o los propicia? ?En qu¨¦ medida el dise?o de grado y m¨¢steres, so pretexto de Bolonia, aboc¨® a la transformaci¨®n del mundo universitario en un microcosmos a la b¨²squeda desesperada de clientes y financiaci¨®n, abandonando exigencias m¨ªnimas de su condici¨®n de servicio p¨²blico?
Pues bien, sin entrar a fondo en la discusi¨®n de la interpretaci¨®n constitucional del principio de autonom¨ªa universitaria enunciado en la Constituci¨®n, perfilado en sentencias del Tribunal Constitucional y sobre el que existe una amplia bibliograf¨ªa acad¨¦mica incluida la que lo considera como un mito propio de otro contexto hist¨®rico, hay algo que me parece claro. Ese principio no puede servir en ning¨²n caso para obstaculizar otro principio a¨²n m¨¢s b¨¢sico, en la Universidad y en democracia. El de transparencia, el principio kantiano de publicidad reformulado por Habermas en un viejo ensayo que fue su disertaci¨®n para la c¨¢tedra. La comunidad universitaria, la comunidad cient¨ªfica, no tiene sentido sino como comunidad abierta a la libre discusi¨®n. Y la democracia misma no puede existir sin la institucionalizaci¨®n de la publicidad de las decisiones p¨²blicas, como garant¨ªa b¨¢sica del control por parte de los ciudadanos, los soberanos, del ejercicio del poder de los servidores p¨²blicos.
En ese sentido, el bloqueo en la Mesa del Congreso de una iniciativa para la comparecencia de los rectores y exrectores de la URJC, con pretextos propios de un reglamentismo m¨¢s parecido a la pirater¨ªa parlamentaria que a la voluntad de transparencia y abusando as¨ª de una pintoresca interpretaci¨®n del principio de autonom¨ªa universitaria, se?ala el mal camino. Quiz¨¢ se corrija parcialmente en la Asamblea de Madrid, con la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n ad hoc. La tentaci¨®n de bloquear o posponer la inmediata y transparente investigaci¨®n y rendici¨®n de cuentas es la peor decisi¨®n posible si se quiere defender ese bien social, pol¨ªtico y jur¨ªdico que es la Universidad p¨²blica. La CRUE no puede seguir ignor¨¢ndolo.
Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y director del Instituto de DDHH de la Universitat de Val¨¨ncia.
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