Frente a las cloacas
Los audios aireados por el excomisario Villarejo son una extorsi¨®n al Estado
El dilema ante el que las revelaciones del excomisario Villarejo en una publicaci¨®n digital de reciente creaci¨®n coloca a las fuerzas parlamentarias, adem¨¢s de a los medios de comunicaci¨®n, es decidir qu¨¦ sit¨²an en el primer plano de la agenda pol¨ªtica e informativa que proponen a los ciudadanos. Bien el contenido de unos archivos sobre los que sigue teniendo el control el presunto delincuente que los obtuvo en abierta violaci¨®n de derechos constitucionales, contribuyendo de este modo al despliegue de su estrategia de extorsi¨®n, bien la inequ¨ªvoca denuncia de esta estrategia, colocando el acento sobre sus insidiosas maquinaciones para escapar a la justicia.
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Las razones para avalar la adopci¨®n de este ¨²ltimo camino, en el que deber¨ªan estar comprometidos todos los partidos y todos los medios que defienden la vigencia del Estado de derecho, pasan en primera instancia por la irrenunciable obligaci¨®n de rechazar cualquier ataque a las instituciones democr¨¢ticas, sin dejarse confundir por los se?uelos. El excomisario Villarejo no est¨¢ atacando al antiguo jefe del Estado y a una ministra del Gobierno, sino intentado doblegar la independencia del tribunal que lo juzgar¨¢ a trav¨¦s de la violaci¨®n de la intimidad de esos dos cargos p¨²blicos, uno retirado y, otra, en activo.
Los audios ahora conocidos, como tambi¨¦n los aireados en la anterior entrega y los que puedan venir a continuaci¨®n, est¨¢n incluidos en el sumario judicial que se instruye contra el excomisario Villarejo, o lo estar¨¢n en el caso de que pudieran aparecer hechos desconocidos en las nuevas entregas con las que amenaza. Esta circunstancia no es irrelevante desde el punto de vista pol¨ªtico ni tampoco informativo, porque ignorarla, como se est¨¢ ignorando estas jornadas, coloca al sistema democr¨¢tico espa?ol a merced de las maniobras de un representante de las cloacas que se crey¨® por encima de ¨¦l mientras estuvo en ejercicio, y que se sigue creyendo ahora que deber¨¢ rendir cuentas penales.
Ni las instituciones del Estado, ni los partidos que las dirigen o aspiran a dirigirlas, ni tampoco los medios de comunicaci¨®n que contribuyen a formar la opini¨®n p¨²blica, pueden estar al albur de lo que publique por intereses espurios una p¨¢gina web instrumental, cuyas revelaciones son inmediatamente propagadas sin pasarlas por el tamiz de la responsabilidad institucional ni de la comprobaci¨®n period¨ªstica. Las revelaciones del excomisario Villarejo no deber¨ªan encontrar ning¨²n eco cuando se trata de asuntos privados, sea cual sea la calificaci¨®n que en s¨ª mismos merezcan. Y aun cuando eventualmente pudieran referirse a hechos de relevancia p¨²blica, incluidos presuntos delitos, esta circunstancia no deroga en ning¨²n caso el deber de tratarlos de acuerdo con las exigencias deontol¨®gicas de la propia tarea ni de principios legales irrenunciables, como la presunci¨®n de inocencia.
Las maniobras de un comisario que cre¨® un Estado dentro del Estado para lograr una imposible impunidad por sus presuntos delitos est¨¢n colocando a los diversos actores de la vida p¨²blica en Espa?a ante el espejo, por m¨¢s que algunos de ellos crean que solo les comporta beneficios presentes e ignoren los riesgos futuros.
Nadie debe albergar dudas de que el excomisario Villarejo y sus c¨®mplices responder¨¢n ante una justicia que actuar¨¢ con independencia frente a su extorsi¨®n, y contribuir a ello es el deber de todos frente a las cloacas. Pero la identificaci¨®n de las responsabilidades no acaba sino que comienza ah¨ª, y esa es la informaci¨®n que no se puede seguir ocultando a los ciudadanos. Una red de estas caracter¨ªsticas no pudo prosperar sin aquiescencias o complicidades internas que le permitieron atesorar ilegalmente la informaci¨®n que ahora quiere volver contra el Estado.
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