Cuando todo se complica en el embarazo: una historia de esperanza | 2
El parto comienza lleno de incertidumbres. La madre puede morir en cualquier momento, hay mucho riesgo. Rodrigo se a¨ªsla, no quiere hablar con familia ni amigos
En la anterior entrega (disponible aqu¨ª), el autor nos relat¨® c¨®mo fue descubrir para Rodrigo y Eva que el cuerpo del feto, de Lola, se llenaba gradualmente de l¨ªquido mientras la vida de la madre corr¨ªa peligro. El parto comienza lleno de incertidumbres
... Se llevan a Eva y Rodrigo rompe a llorar. El resto de padres sonr¨ªen felices porque van a tener ni?os preciosos mientras ¨¦l duerme en un banco de la calle, a los pies de la habitaci¨®n de su mujer y simplemente espera a que su hija fallezca. Rodrigo llora, pero en realidad no por Lola sino por Eva. La madre puede morir en cualquier momento, hay mucho riesgo. Rodrigo se a¨ªsla, no quiere hablar con familia ni amigos, la introspecci¨®n es m¨¢xima ante el vac¨ªo infinito. El ensimismamiento es tal que las conversaciones normales comienzan a parecerle repugnantes e insoportables. Pocas cosas m¨¢s descorazonadoras que el vulgar sonido del tr¨¢fico rodado cuando tu vida se rompe.
Suena el tel¨¦fono. A Rodrigo se le requiere en quir¨®fano. Sube absorto y con la ¨²nica esperanza de que Eva est¨¦ viva. Pero a¨²n es pronto para saber de Eva, los m¨¦dicos le dirigen a otro lugar donde comienzan a hablarle de un edema, se refieren a Lola en pasado, le cuentan el proceso de lo que acaba de suceder y Rodrigo solo piensa en ver a Eva mientras se prepara para ver el cad¨¢ver de la ni?a. Pero el m¨¦dico, quit¨¢ndose los guantes, pronuncia la palabra m¨¢gica: ¡°Respir¨®¡±.
S¨ª, Lola respir¨®. No implica mucho porque el desenlace va a ser cuesti¨®n de minutos. A la ni?a le intuban, le extraen dos litros de l¨ªquido y podr¨¢ aguantar solo hasta que algo falle; s¨ª, ha nacido, pero es prematura y est¨¢ enferma. Y le comunican algo: Eva est¨¢ bien. Rodrigo siente, a pesar de todo, alegr¨ªa absoluta, felicidad al cuadrado. Es parad¨®jico que esto suceda, pero es la verdad. Cuando ve viva a Eva, ¨¦l es un hombre feliz. Eva, por su parte, no esboza sonrisa y solo pregunta por Lola. ¡°?Qu¨¦ ha pasado? ?C¨®mo muri¨® la ni?a? ?Acaso est¨¢ viva?¡±
Rodrigo no sabe bien qu¨¦ decir, en realidad solo desea bajar la expectativa, pero, en este proceso, la gente empieza a darle la enhorabuena y ¨¦l empieza a ser consciente de lo que hab¨ªa sucedido: en ning¨²n momento ha sido consciente de que es padre. ¡°Soy padre de una ni?a, de una ni?a que va a morir, pero soy padre. Y lo voy a ser toda mi vida. Pase lo que pase, he sido padre¡±. A pesar de este sentimiento, la escena es un funeral. Les comunican que es conveniente que vean a la ni?a viva, es m¨¢s f¨¢cil el dolor de la p¨¦rdida que el de la desaparici¨®n y la pareja logra lo que hace unos d¨ªas parec¨ªa imposible: ver viva a su hija, a una ni?a que no va a respirar, pero que lleva casi una hora haci¨¦ndolo. El pediatra dice a la madre unas palabras inolvidables: ¡°Es usted una madre muy afortunada, la medicina no nos hab¨ªa dado hasta ahora esta posibilidad, pero va a ver unas horas a su hija. Disfr¨²telas.¡±
La madre lo hace y ambos deciden pasar junto a Lola todo el tiempo legalmente posible mientras utilizan el resto en esperar junto al tel¨¦fono la noticia inexorable de su muerte. Pero esa noticia no llega, y las horas pasan; con nuevas complicaciones, pero pasan. ¡°Si en unas horas no orina, Lola se intoxica y muere¡±. Los m¨¦dicos consiguen pincharla SEGURIL en la femoral, y Lola orina. Y as¨ª todo. Sigue sin haber esperanza, pero cuando se parte de un nivel de expectativa nulo, cada peque?a victoria lo cambia todo. Hay lugares de los que no se vuelve y uno de ellos es este. Jam¨¢s pensaron, por ejemplo, en llegar a registrar a la ni?a, pero ese momento, contra todo pron¨®stico, acaba por llegar. ¡°Vuestra ni?a tiene tres d¨ªas, no es un feto: Lola es una ni?a y hay que registrarla¡±. Rodrigo, en ese momento, comienza a sentir algo parecido a una esperanza y algo vuelve a cambiar en ¨¦l. Rodrigo decide convertirse en un conseguidor, en un solucionador de problemas, en un superhombre an¨®nimo y discreto. En ning¨²n caso ¨¦l puede suponer un problema a?adido para la madre, que se encuentra volcada por completo en dar algo de leche a la ni?a, en darle algo de calor. Rodrigo y Eva se miran, se cogen las manos y se convierten en los seres m¨¢s encantadores de un lugar horrible. Solo unidos, solo con inteligencia, con empat¨ªa, gan¨¢ndose a los m¨¦dicos, enfermeros y a todo el hospital pueden tener una esperanza. Y el pediatra, por primera vez, se la da. Aunque han pasado dos semanas dici¨¦ndoles que la ni?a va a morir en las pr¨®ximas diez horas, en ese momento les dicen que ya no se sabe cuando va a suceder, porque la ni?a ten¨ªa que estar muerta ya. El pulm¨®n y ri?¨®n son muy peque?os¡ pero, contra todo pron¨®stico, Lola respira. A¨²n as¨ª, nadie sabe hacia donde est¨¢n yendo, ni las enfermedades que Lola, en caso de sobrevivir, va a desarrollar¡
Los m¨¦dicos empiezan a permitir que los padres cojan a la ni?a, en esa conexi¨®n insuperable que sucede al juntar piel con piel. Las primeras veces se lo permiten por compasi¨®n, porque en realidad es algo totalmente desaconsejable, pero al fin y al cabo al equipo le da igual: Lola va a morir. Solo que no muere, y padre y madre comienzan a turnarse para sostenerla en el pecho. Y empieza a haber reacci¨®n. La situaci¨®n es imposible, no hay casi posibilidades, comienza un tromboembolismo que le destroza un pulm¨®n y Lola se sit¨²a en parada tres veces al d¨ªa durante un mes, hay fallos de todo tipo, y todo esto sin saber los da?os cerebrales que tiene porque, recuerden, todo este tiempo la ni?a ha estado dormida para poder estar intubada.
Eva y Rodrigo miran a Lola durante 14 horas al d¨ªa, con la obsesi¨®n con la que se mira el fuego, y as¨ª van sucediendo las semanas, con multitud de problemas aparentemente sin soluci¨®n que se van superando. Los m¨¦dicos comienzan a tomar riesgos hasta que, en un momento, el pediatra asume que la ni?a es capaz de vivir en unos limites fuera de lo normal por lo que, por alg¨²n motivo, pese a que digamos que NO, resulta que es S?. Hay esperanza, aunque no la podamos racionalizar. Vive, a pesar de todo. Los m¨¦dicos est¨¢n asombrados, no saben lo que est¨¢ pasando, pero tras mucho tiempo y con mucho miedo, los mandan a casa. Con bombona de ox¨ªgeno, pero a casa. Lola no solo vive, sino que vive fuera de peligro. Las escenas de despedida son indescriptibles.
¡°San Agust¨ªn dice que, cuando uno hace lo que debe, no hay que elogiarlo. Pero yo digo que cuando lo contrario adem¨¢s es despreciable, el elogio es a¨²n menos merecido. Nada de heroicidades.¡±, dice Rodrigo. Esta es la talla. Mientras, los meses pasan. Lola avanza y Rodrigo y Eva ya son imbatibles. Son sus mejores momentos, como pareja incluso. El dolor, el sufrimiento, la lucha los ha convertido en individuos muy brillantes. Parece que siempre hacen lo adecuado y la motivaci¨®n que comparten para sacar a Lola adelante les hace vivir en paz. Un mes despu¨¦s de salir del hospital, a Lola le quitan el ox¨ªgeno. Tiene cicatrices de los tubos, es peque?ita, pero es una ni?a sana. Rodrigo asegura que es un hombre afortunado. ¡°Nadie tiene la suerte de dar de comer a su hijo desde el d¨ªa uno, y todo ello gracias a mi chica y su generosidad. Mi rol no ha sido secundario¡±.
Rodrigo habla de vasos comunicantes entre ellos, pero yo prefiero llamarlo amor. Yo no s¨¦ d¨®nde acaba Rodrigo y empieza Eva ni s¨¦ d¨®nde acaba Eva y empieza Lola. Como creyente, tampoco s¨¦ donde acaban ellos y empieza Dios. No s¨¦ si hay uno, dos o tres corazones ni me importan sus sexos. Solo s¨¦ que formaron el mejor equipo de todos los tiempos y que lo siguen formando en silencio. ?l se ha dejado barba. Ella ha vuelto a trabajar. Sus vecinos no saben nada de esta historia porque ninguno de los dos es la estrella. La ¨²nica estrella de esta historia tiene ya seis a?os. Se llama Lola y est¨¢ aprendiendo a bucear.
? Magn¨ªfico Margarito es escritor, bloguero y padre
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