Colonialismo digital
Entre los 20 primeros gigantes de la econom¨ªa digital no hay ninguna empresa europea
Los ciudadanos, o peor, los meros usuarios, en Europa (y otros lugares) nos hemos vuelto dependientes de los servicios de Google y/o de Apple, incluidos sus sistemas operativos para m¨®viles ¡ªsolo cabe elegir entre Android e IOS¡ª, de Amazon, de Facebook y sus subsidiarias, de Microsoft, y cada vez m¨¢s de Netflix. En unos a?os, pocos, se han convertido pr¨¢cticamente en servicios p¨²blicos, utilities. Lo es la empresa que ya es mucho m¨¢s que un buscador, y que este mes de septiembre ha cumplido 20 a?os. Tanto en tan poco.
Europa, que invent¨® el colonialismo (no el imperialismo), est¨¢ colonizada por unas empresas digitales que tienen una nacionalidad, la estadounidense, y un valor burs¨¢til nunca alcanzado antes en la historia: dos de estos casos (Apple y Amazon) han llegado a superar el bill¨®n (trill¨®n americano) de d¨®lares, casi el PIB de Espa?a. En otros se acercan. Es una colonizaci¨®n agradable y c¨®moda, pues nos facilita la vida, no sin consecuencias. Ha sido r¨¢pida y puede perdurar en una econom¨ªa digital en la que, como cantara Abba, ¡°the winner takes it all¡±, el ganador se lo lleva todo. No ocurre en otros sectores, como el automovil¨ªstico, la moda, la rob¨®tica o la aeron¨¢utica.
De la existencia y apertura del mercado europeo se aprovechan estos gigantes. No obstante, la UE tiene alguna capacidad de influencia
Entre los 20 primeros gigantes de la econom¨ªa digital, seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial, no hay ninguna empresa europea. Todas son de EE UU o de China. Las cinco mayores, Apple, Amazon, Alphabet (Google), Microsoft y Facebook, son estadounidenses. En los puestos 6? y 7? llegan dos chinas (Alibaba y Tencent). Muchas de ellas se acercan a una situaci¨®n monopol¨ªstica, que est¨¢ siendo sometida a cr¨ªtica no solo en Europa, sino en el propio EE UU, para empezar por la Administraci¨®n de Trump, que se siente perjudicada por supuestos sesgos en su contra. Claro que Zuckerberg, presidente de Facebook, se defiende se?alando que trocear a los gigantes tecnol¨®gicos de EE UU les pondr¨ªa en una desventaja frente a China.
Y en esa competici¨®n estamos. Son estas empresas las que m¨¢s est¨¢n invirtiendo en nuevas tecnolog¨ªas, y especialmente en inteligencia artificial. El pa¨ªs que logre el liderazgo en el desarrollo de la inteligencia artificial ser¨¢ ¡°el amo del mundo¡±, declar¨® el a?o pasado el presidente ruso, Putin. Europa lo comprende bien e intenta recuperar terreno con pol¨ªticas e insuficientes fondos comunitarios para la investigaci¨®n y con algunas estrategias nacionales (Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia, pero no a¨²n Espa?a).
De la existencia y apertura del mercado europeo se aprovechan estos gigantes. No obstante, la UE tiene alguna capacidad de influencia a trav¨¦s de multas: a Microsoft y a Google, por falta de libre competencia, o a Apple, por impago de impuestos. A este respecto, las divisiones internas en la UE (Irlanda y Luxemburgo tienen unos reg¨ªmenes fiscales mucho m¨¢s livianos) le restan capacidad de maniobra. Eso s¨ª, Europa ha logrado una capacidad de regulaci¨®n casi global en algunas materias, como en competencia o en protecci¨®n de datos con el reglamento GDPR, pero esto no influye en que vayan a surgir gigantes europeos.
El presidente franc¨¦s, Macron, en un discurso sobre inteligencia artificial, ha defendido la necesidad de lograr una ¡°soberan¨ªa digital europea¡±, pues ning¨²n pa¨ªs de la UE basta por s¨ª solo. Dicha soberan¨ªa se ha de plantear no solo frente a otros Estados, sino frente a estas empresas gigantes. En nada est¨¢ garantizado que sea posible. Hay centros de excelencia en Europa (en Espa?a, el Instituto de Investigaci¨®n en Inteligencia Artificial en Barcelona), pero nada que se parezca a un Silicon Valley europeo, siquiera en red.
Esta situaci¨®n empieza a tener consecuencias psicol¨®gicas ¡ªestos dispositivos y servicios se han convertido en extensi¨®n de nuestros cerebros¡ª, pol¨ªticas y culturales. Es esencialmente a trav¨¦s de estas redes que se manipulan emociones y elecciones, como hizo Cambridge Analytica, pero tambi¨¦n los bots rusos en la campa?a del refer¨¦ndum sobre el Brexit. La UE intenta controlarlos, con enormes dificultades. Aunque Netflix tambi¨¦n globaliza series europeas y otras, estas enormes plataformas emiten, exportan cultura hacia Europa, si bien una cultura cada vez m¨¢s carente de valores. ?Se vaciar¨¢n los valores en el mercado global de la mano de estos gigantes? Puede ser en el caso de Occidente. No en China, protegida por su Gran Cortafuegos, a la que varios dirigentes asi¨¢ticos acusan de colonialismo. De hecho, el concepto de soberan¨ªa digital lo utiliz¨® antes que Macron el presidente chino, Xi Jinping, como elemento central de su pol¨ªtica de conectividad global.
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