Ciudades globales
Entre la mera gesti¨®n y el puro relato electoralista es necesario abrir un espacio donde se confronten verdaderos proyectos contrapuestos de urbes
Las ciudades siempre fueron espacios de vanguardia en los que el disfrute de sus muchedumbres, dicen los poetas, constituye un arte. Tradicionales bastiones de libertad, hoy han sabido recoger las ganancias de las cadenas de valor generadas por la globalizaci¨®n. Sin embargo, convertidas en refugio de las nuevas ¨¦lites financieras y pol¨ªticas, han ido perdiendo su poder de influencia. Siguen siendo, no obstante, aut¨¦nticos laboratorios donde convergen las principales fracturas con sus nuevos realineamientos pol¨ªticos y sus visiones del mundo en disputa. Si en alg¨²n momento fuera posible canalizar estas grandes brechas de ¨ªndole global, ser¨¢ en las ciudades donde tendremos que buscar las respuestas.
Editoriales anteriores
Como unidades pol¨ªticas, las grandes ciudades son cosmopolitas, m¨¢s abiertas a la globalizaci¨®n y la inclusi¨®n de for¨¢neos que otros espacios territoriales. Y junto a la brecha generacional, la que se abre entre el comportamiento pol¨ªtico de los habitantes de las grandes urbes y el resto del pa¨ªs en el que se incardinan es la m¨¢s importante que hoy nos encontramos. El impulso creado por el modelo de ciudades inteligentes ha revolucionado su gobernanza; en ellas se ponen en pr¨¢ctica tambi¨¦n nuevas maneras de transformaci¨®n democr¨¢tica que buscan otras formas de participaci¨®n pol¨ªtica, de conexi¨®n del gobierno con los vecinos, eso que ahora recibe el nombre de ¡°municipalismo¡±. Barcelona, Madrid o Valencia se convierten as¨ª en s¨ªmbolos y ejemplos, pues estos espacios de autonom¨ªa y experimentaci¨®n entre lo local y lo global siempre fueron algo en lo que esas ciudades destacaron con un brillo genuino.
Por eso es importante que ahora que en estas urbes se preparan batallas electorales muy competitivas, con resultados extremadamente abiertos, se recuerde que entre la mera gesti¨®n y el puro relato electoralista es necesario abrir un espacio donde se confronten verdaderos proyectos contrapuestos de ciudad. Pero tambi¨¦n ser¨ªa bueno que una disputa basada en el debate sobre modelos de metr¨®polis vaya m¨¢s all¨¢ del cruce ret¨®rico invadido por la l¨®gica de la nostalgia. Y se debe evitar que la ciudad se convierta en un instrumento pol¨ªtico al servicio de otros intereses partidistas. Es necesario una discusi¨®n enriquecedora sobre las ciudades, sobre su pulso en el mundo y los retos a los que como todo n¨²cleo vanguardista tienen que hacer frente. Los grandes problemas globales ¡ªla contaminaci¨®n, la convivencia de culturas en un mundo cada vez m¨¢s peque?o o la saturaci¨®n demogr¨¢fica mientras el mundo rural se queda cada vez m¨¢s vac¨ªo y lejano¡ª se debaten en los espacios urbanos. Y esos retos, tan importantes y cercanos para todos los habitantes de las grandes urbes, independientemente de d¨®nde vivan, son los que deber¨ªan centrar las contiendas electorales que se avecinan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.