?Viva la Pepa, pero tambi¨¦n las Pepas!
Han pasado 40 a?os, la violencia machista mata, la brecha salarial sigue ah¨ª, el cuerpo y la libertad de las mujeres siguen en almoneda o amenazados
No, no va de autobombo este Acento, perd¨®n por la coincidencia de t¨ªtulo y firma. Va de la condescendencia, cuando no la chanza, con la que algunos acogieron las palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo cuando propuso incluir la igualdad de g¨¦nero en la reforma de la Constituci¨®n.
Dejo para las expertas el repaso exhaustivo y t¨¦cnico del constitucionalismo espa?ol, pero como se acercan los 40 a?os de 1978 y el debate est¨¢ abierto, es inevitable echar la vista atr¨¢s.
El primer fogonazo constitucional de lo que pod¨ªamos llamar la ¡°historia luminosa de Espa?a¡± ¡ªde la negra hablamos con frecuencia¡ª se dio en C¨¢diz. En aquel C¨¢diz cosmopolita y abierto hab¨ªa mujeres instruidas que hablaban varios idiomas y abrieron sus salones para dirigir tertulias a las que asist¨ªan los redactores de la Constituci¨®n. Los historiadores citan sobre todo a dos: Margarita L¨®pez Morla y Frasquita Larrea. Esta ¨²ltima, lectora y defensora de Mary Wollstonecraft, autora del texto fundacional del feminismo Vindicaci¨®n de los derechos de la mujer, de 1792.
Muchas otras gaditanas, como ocurri¨® en Zaragoza, Girona o Galicia, se organizaron para participar directamente en la guerra o apoyar la contienda. Pero llegado el momento de la verdad, la Constituci¨®n que se proclam¨® el 19 de marzo de 1812 tuvo nombre de mujer pero le neg¨® a las mujeres la ciudadan¨ªa, el derecho de voto y el derecho a la educaci¨®n.
Las Constituciones de 1931 y 1978 dan saltos de gigante al reconocer la primera el derecho de sufragio a la mujer (aunque la manten¨ªa sojuzgada al hombre en derecho civil y penal); y la segunda, la Constituci¨®n vigente, que advierte en su art¨ªculo 14 de que no se puede discriminar por raz¨®n de sexo y permite desarrollar desde ah¨ª las leyes igualitarias.
Han pasado 40 a?os, la violencia machista mata, la brecha salarial sigue ah¨ª, el cuerpo y la libertad de las mujeres siguen en almoneda o amenazados.
?Es tan disparatado plantear que una reforma constitucional incluya el derecho al propio cuerpo con todas sus derivadas de derechos reproductivos y sexuales, la protecci¨®n de la maternidad/paternidad como responsabilidad compartida permitiendo un acceso igualitario al trabajo o el lenguaje inclusivo hasta donde sea posible? Por ejemplo.
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