La hora estelar de los radicales
El ultim¨¢tum de Torra le sit¨²a muy cerca de hacer lo ¨²nico que seg¨²n Tarradellas no puede hacerse en pol¨ªtica: el rid¨ªculo
Ahora que Torra ha puesto plazo a S¨¢nchez con el ultim¨¢tum del 1 de noviembre, el d¨ªa en que se visitan los cementerios en toda Espa?a, es inevitable evocar el pesimismo espa?ol de Larra en su D¨ªa de difuntos de 1836: ¡°aqu¨ª yace la esperanza¡±. Las expectativas de reconducir el proc¨¦s suscitadas por la moci¨®n de censura, con un giro copernicano al dontancredismo de Rajoy bajo la convicci¨®n del di¨¢logo, parecen cada vez m¨¢s frustradas. Hoy los bloques est¨¢n fracturados o directamente dinamitados, tanto los indepes ¡ªERC a¨²n paga los intereses de sus 155 monedas de plata, la CUP ya es un aliado imposible m¨¢s all¨¢ de las barricadas, y Puigdemont ha hecho met¨¢stasis sobre el gen convergente tradicionalmente pragm¨¢tico¡ª como el bloque constitucional donde Ciudadanos y Partido Popular compiten en beligerancia negando al presidente la menor opci¨®n de liderazgo en un t¨®mbola oportunista de ilegalizaciones y comparecencias. Es la hora estelar de los radicales.
Desde su Preg¨®n para un Oto?o Caliente en el Teatro Nacional de Catalu?a, a Torra se le ha visto incapaz de ir m¨¢s all¨¢ de su andamiaje de dogmas y prejuicios carlistones ejerciendo como valido del president fugado de la justicia que, desde Waterloo, ajusta Catalu?a no ya a los intereses nacionalistas sino a sus propios intereses. Y el discurso del miniyo de Puigdemont en el debate de este martes ha evidenciado esa impotencia, en una espiral tan delirante que llega a colocar a Rufi¨¢n como portavoz del seny. Entre el temor a los CDR y el conflicto con el Estado, Torra ha elegido conflicto. Atrapado ciegamente en la l¨®gica del 1-O, como si no hubiera sucedido nada desde entonces, y acosado desde la calle por los ¡°amigos¡± de los CDR, a quienes ¨¦l ha jaleado invit¨¢ndolos a presionar hasta llevarlos a tratar de asaltar el Parlament, Torra se ha autodescartado como l¨ªder. Tanto m¨¢s tras la marcha atr¨¢s: rectificar un ultim¨¢tum en 24 horas remata su descr¨¦dito.
El conflicto siempre tiene consecuencias. Al no dejar Torra siquiera un m¨ªnimo margen con su ultim¨¢tum, un resquicio en el que poder hacer pol¨ªtica, solo quedar¨ªa volver a las urnas. Aunque S¨¢nchez insistiese en poner la otra mejilla evang¨¦licamente, dispuesto a no quemar las naves como Alejandro en las costas de Fenicia, la cosa ten¨ªa muy poca salida. Para S¨¢nchez no se trata de flower power sino de instinto de n¨¢ufrago: esa es la ¨²ltima tabla de salvaci¨®n para prolongar la legislatura y sacar unos presupuestos que den cr¨¦dito a su acci¨®n en el Gobierno. Eso lo convierte ahora mismo en el ¨²ltimo puente, cuyo ¨²nico punto de apoyo est¨¢ en la c¨¢rcel de Lledoners, para salvar la oportunidad del di¨¢logo. Si al otro lado Torra, l¨¦ase Puigdemont, ya se ocupa de torpedear las expectativas, en este, Casado y Rivera compiten por ver cu¨¢l tiene m¨¢s grande el 155. Y no es por dignidad ante el ultim¨¢tum, sino su ¨²nica estrategia desde la moci¨®n para deshacer la mayor¨ªa.
Torra deb¨ªa conocer los riesgos de ¡°la impotencia coercitiva de Catalu?a¡±, seg¨²n la f¨®rmula de Vicens Vives. Su ultim¨¢tum fugaz le sit¨²a muy cerca de hacer lo ¨²nico que seg¨²n Tarradellas no puede hacerse en pol¨ªtica: el rid¨ªculo. Y aunque se aferre a la ret¨®rica del proc¨¦s ("El Estado tiene una oportunidad para reengancharse a la democracia ") ese blablabl¨¢ ya es p¨®lvora mojada, no solo entre las canciller¨ªas, donde carecen de un solo punto de apoyo, sino en el interior con la Crida kaputt.?Convergencia parece cada vez m¨¢s un actor agotado. Ahora todo apunta a ERC, aunque no hay una mayor¨ªa de izquierda que solo podr¨¢ salir de las urnas.
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