Qu¨¦ hacer con el legado digital

El mundo digital ha propiciado una nueva generaci¨®n de derechos fundamentales que progresivamente est¨¢n siendo ordenados y regulados. En unos casos se trata de otorgar confianza y seguridad a los usuarios; en otros se hace necesario defender su privacidad. La globalizaci¨®n que acarrea el ecosistema online exige que los procesos de reglamentaci¨®n superen fronteras y alcancen una dimensi¨®n supranacional. As¨ª lo ha entendido la Uni¨®n Europea, que ha desarrollado directrices comunitarias que reconocen el derecho al olvido, la protecci¨®n de los datos personales en Internet, los l¨ªmites de la videovigilancia o el comercio electr¨®nico. Configurar un mercado ¨²nico digital es actualmente uno de los m¨¢s ambiciosos proyectos en los que est¨¢ embarcada la UE.

Fruto de la sociedad de la informaci¨®n, los ciudadanos acumulan a lo largo de su vida una ingente cantidad de datos que est¨¢n alojados en el correo electr¨®nico, los tel¨¦fonos inteligentes, las redes sociales o los servicios de mensajer¨ªa instant¨¢nea. La informaci¨®n de car¨¢cter privado puede estar incluso depositada en la nube. Todo este alud de contenidos forma parte del legado digital, un concepto de nuevo cu?o que est¨¢ siendo debatido en el Congreso de los Diputados en el marco de la nueva Ley de Protecci¨®n de Datos Personales y Garant¨ªa de los Derechos Digitales.

Esta normativa viene a reconocer el derecho de los herederos a gestionar, modificar o suprimir la huella online de los fallecidos, salvo que el interesado lo haya prohibido expresamente. El derecho al testamento digital permitir¨¢ a los ciudadanos decidir sobre el destino de los contenidos que a lo largo de su vida han quedado acomodados en soportes tecnol¨®gicos y dispositivos electr¨®nicos. Familiares, albaceas testamentarios o cualquier otra persona a la que el difundo le haya confiado esta tarea tendr¨¢n derecho a gestionar a su libre albedr¨ªo tales datos. Contar¨¢n con plenos poderes para administrar un patrimonio inmaterial anclado en Internet que afecta sustancialmente a su privacidad.

Cabe preguntarse si este derecho a modificar lo que fue una vida virtual puede interferir en el derecho a la intimidad o a la propia imagen del difunto. Los fallecidos tienen derecho a una memoria honorable y a que no sea vulnerada su personalidad pret¨¦rita. Con demasiada frecuencia se ha visto c¨®mo se desprestigia en las redes sociales a una persona fallecida con insultos o comentarios irreverentes, o c¨®mo se divulgan hechos relativos a su vida privada o a su reputaci¨®n que pueden afectar seriamente a su dignidad. Hay derechos, como el del honor o la intimidad, que no se extinguen con la muerte.

Adem¨¢s de archivos con textos, im¨¢genes, audios o v¨ªdeos, el legado online podr¨ªa abarcar tambi¨¦n dinero acumulado en sistemas de pago electr¨®nico o invertidos en criptomonedas, un elemento m¨¢s a a?adir a las incertidumbres que se abren en torno a la gesti¨®n de la herencia digital. La l¨ªnea entre gestionar de buena fe y husmear con fines maledicentes en la vida de los fallecidos puede ser muy fina.