Luz de vela
Al pie de la pasta con anchoas le dije a Cristino: no estoy muy seguro, pero yo dir¨ªa que no hemos muerto todav¨ªa
Los cartujos no hablan. Su regla es el silencio. Solo cuando se cruzan por el claustro encapuchados hasta las cejas, con las manos metidas en la manga contraria del h¨¢bito se les est¨¢ permitido saludarse con estas palabras mir¨¢ndose de soslayo. Uno dice: ¡°Hermano, morir tenemos¡±. Otro contesta: ¡°Ya lo sabemos¡±. Estaba yo hace unos d¨ªas en la terraza de un restaurante italiano de Chamber¨ª compartiendo con unos amigos una pasta con anchoas bajo un agradable sol de oto?o tamizado por la sombrilla y en esto se me acerc¨® una figura alta, vestida de negro, con el rostro medio embozado entre la gorra y la bufanda. No lo reconoc¨ª a primera vista, pero me salud¨® con una cortes¨ªa llena de euforia: ¡°Amigo, cu¨¢nto tiempo, ya ves qu¨¦ sorpresa, todav¨ªa no nos hemos muerto. De pronto me acord¨¦ que hace 50 a?os el pintor Cristino de Vera pronunci¨® por primera vez una frase parecida la noche en que me fue presentado en el s¨®tano del bar Oliver mientras alguien aporreaba el piano la canci¨®n Oh Susana.Eran las noches locas del caf¨¦ Gij¨®n, de Oliver y de Carrusel, y ya entonces Cristino, llegado de Canarias, estaba obsesionado en bromear con la muerte como Hamlet con la calavera de Yorick y tal vez trataba de ahuyentarla como el ni?o que juega a darle patadas a un bote mientras camina. Los cuadros de Cristino de Vera parecen estar pintados a la luz amarilla parpadeante de una vela de cartujo. En sus lienzos vibra el silencio convertido en materia. La calavera reina en todos ellos entre monjes, bodegones de frutas, vasos, cogollas, tazas, rosas. Lo de m¨¢s es espacio. Como un anacoreta que trata de quitarse la muerte de encima la convierte en una sombra. Humilde y luminoso como Morandi. Limpio como Luis Fern¨¢ndez. Al pie de la pasta con anchoas le dije a Cristino: no estoy muy seguro, pero yo dir¨ªa que no hemos muerto todav¨ªa.
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