El histerismo y la flema
Asistimos a alborotos may¨²sculos por min¨²sculos problemas, y cuando por fin acontece algo grav¨ªsimo se reacciona como si no tuviera importancia
NUESTRO PA?S se viene rigiendo por el histerismo desde hace tiempo. Casi cualquier cosa que sucede, o declaraci¨®n u opini¨®n pronunciadas, se convierten en motivo de aspaventoso esc¨¢ndalo. Las redes, los tertulianos y no pocos periodistas ¡°serios¡± se rasgan las vestiduras por hechos o dichos menores, por nimiedades. Es costumbre que todo se tergiverse, se adultere o se exagere: si alguien califica lo manifestado por otro de tonter¨ªa, el primero es acusado al instante de insultar y llamar ¡°tonto¡± al segundo, cuando todos podemos soltar tonter¨ªas a veces sin que ello nos condene como tontos cabales y definitivos. Tambi¨¦n se sabe desde hace siglos que llamar idiota, ignorante o necia a una persona puede no constituir un insulto, sino una mera descripci¨®n subjetiva, u objetiva. En meses recientes hemos asistido a alborotos may¨²sculos causados por min¨²sculos problemas con Hacienda, en una naci¨®n en la que raro es el individuo al que Hacienda no le haya planteado problemas, con sus cambios de criterio retroactivos, sus constantes subidas de impuestos (con Rajoy como con S¨¢nchez) y sus frecuentes arbitrariedades. Luego se han desatado batallas y sermones por t¨ªtulos semificticios o regalados y aparentes plagios de tesis, en un lugar en el que, tradicionalmente, quien no ha copiado en un examen ha dejado que le copiaran, y era el que se opon¨ªa el que incurr¨ªa en deshonra, un mal compa?ero.
Sin duda es deseable que todo el mundo tribute debidamente, que nadie copie ni plagie ni obtenga lo que no se ha ganado. Pero no se puede caer en el rid¨ªculo continuo, agigantando a las amebas. Ahora bien, lo m¨¢s extra?o es que, cuando por fin acontece algo en verdad grav¨ªsimo, los hist¨¦ricos habituales reaccionan con inaudita flema, como si no tuviera importancia o jam¨¢s hubiera ocurrido. El pasado 1 de octubre se produjo en Barcelona el asalto al Parlament, con intenci¨®n de ocuparlo y secuestrarlo, por una turba de mastuerzos. Se les permiti¨® entrar en la Ciudadela, alcanzar y arrojar las vallas que mal proteg¨ªan el edificio, acorralar a los escasos Mossos que lo custodiaban (a los que se prohibi¨® cargar durante largo rato), hasta verse ¨¦stos obligados a encerrarse, por los pelos, tras el ¨²ltimo port¨®n. M¨¢s o menos como hemos visto en cien pel¨ªculas en el asedio a un castillo o fortaleza. La marea embisti¨® el port¨®n y trat¨® de forzarlo por las bravas. Huelga recordar que un parlamento, el que sea, es la sede del pueblo soberano, que ha elegido a sus representantes.
Conviene recapitular. El asalto, diga lo que diga el actual y servil director de los Mossos, Mart¨ªnez, se debi¨® a los llamados Comit¨¦s de Defensa de la Rep¨²blica, copiados de los Guardianes de la Revoluci¨®n cubanos y de la Guardia Revolucionaria iran¨ª, que patrullan, esp¨ªan, delatan y castigan a los ¡°desafectos¡±. Estos CDR son conocidos por cortar autopistas e impedir el paso de trenes cuando se les antoja, da?ando la econom¨ªa y tomando como rehenes a sus conciudadanos. Se sabe que no son precisamente respetuosos de la convivencia ni de las libertades ajenas, ni sonrientes ni apacibles. Pues bien, horas antes del acoso (se vio en las televisiones), el Presidente de la Generalitat se acerc¨® a un grupo de ellos, los llam¨® ¡°amigos¡± y los felicit¨® por ¡°apretar¡± con sus acciones. A otro grupo les dijo ¡°No teng¨¢is miedo¡±. ?De qu¨¦ pod¨ªan tenerlo? S¨®lo de la polic¨ªa auton¨®mica, encargada de mantener el orden. Pero como ¨¦sta est¨¢ bajo el mando de Torra, les vino a dar carta blanca. Los dos mensajes eran f¨¢cilmente traducibles: ¡°Haced lo que os plazca, que nadie va a castigaros y yo apruebo lo que se os ocurra¡±. El resultado fue el intento de toma del Parlament, y ¡ªcomo habr¨ªa previsto cualquier pol¨ªtico m¨ªnimamente instruido y no lerdo¡ª la masa vuelta contra su protector de horas antes, contra el ¡°amigo¡±. Ni siquiera hubo detenciones, ni una, ?c¨®mo iba a haberlas?
Torra no ha dado explicaciones ni ha dimitido, nadie de su Govern las ha dado. Tampoco Pedro S¨¢nchez, ins¨®litamente, despu¨¦s de episodio tan amenazante. Todos se lo han tomado con la flema que les falta ante las frusler¨ªas. Incomprensible en este pa¨ªs de perpetuo histerismo. No est¨¢ en mi ¨¢nimo comparar a nadie con los nazis, pero no he podido evitar acordarme de que en 1933, poco despu¨¦s del incendio del Reichstag o c¨¢mara baja berlinesa, y poco antes de las elecciones generales, la polic¨ªa la comandaba G?ring (fundador de la Gestapo y mano derecha de Hitler), quien dio plena libertad e impunidad a los mastuerzos de camisa parda para reventar con violencia los m¨ªtines de los dem¨¢s partidos adversarios. Con esa oposici¨®n silenciada, Hitler obtuvo una exigua mayor¨ªa que no obstante lo facult¨® para asumir el poder absoluto. Al a?o siguiente organiz¨® la matanza de los disidentes de su Partido Nazi en la ¡°noche de los cuchillos largos¡±, y el resto ya lo conocen, m¨¢s o menos, espero. Cuando un c¨®mplice de los facinerosos o matones est¨¢ al mando de la polic¨ªa que ha de frenarlos, o se destituye a ese jefe o deben sonar todas las alarmas con fuerza. Y sin embargo, cu¨¢nta flema, como si aqu¨ª nada hubiera pasado.?
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