Custodia compartida: clave para el cuidado de los hijos tras la ruptura
Esta figura legal requiere de personalidades civilizadas para poder llevarse a cabo, para poder hacerse real m¨¢s all¨¢ del papel timbrado del juzgado
Seg¨²n los ¨²ltimos estudios ¨Cno necesitamos para esto la cocina de Tezanos¨C, el porcentaje de parejas felices que se divorcian es exactamente 0%. El divorcio, en numerosas ocasiones, pone fin a una situaci¨®n de gran sufrimiento previo y, por ello, suele vivirse como un alivio, pero conviene no enga?arse; por mucho alivio que uno pueda sentir, es un sentimiento que lleva adosado un dolor extremo. Un divorcio -es indudable- supone un fracaso estrepitoso, una cat¨¢strofe afectiva y el final de un proyecto vital sobre el que has cimentado tu personalidad desde ni?o. No se cae un sue?o, se cae tu propio nombre, tu construcci¨®n de ti mismo. Debes saber esto antes de tomar la decisi¨®n: un divorcio tiene consecuencias, algunas de ellas irreversibles. ¡°Que la vida va en serio uno lo empieza a comprender m¨¢s tarde¡±, y hay un gran riesgo de que el divorcio no solucione nada. Si antes no eras feliz hay muchas posibilidades de que no lo seas tampoco despu¨¦s. Te digo esto para que tengas claro que, pese a lo que te diga el hor¨®scopo, el problema no suele dormir al otro lado de la cama. Suele mirarte a los ojos mientras te lavas los dientes.
Los problemas, como la energ¨ªa, ni se crean ni se destruyen; se transforman, y un divorcio, en el fondo, es fundamentalmente una decisi¨®n acerca de la guardia y custodia de los hijos. Y yo lo voy a decir todo lo claro que pueda: la custodia compartida es lo ¨®ptimo, pero no todo el mundo puede tener custodia compartida. Punto. No todas las parejas est¨¢n preparadas para apostar por la coparentalidad de sus hijos tras el divorcio. Dejemos aparte el buenismo y el wishful thinking y agarr¨¦monos a la frialdad de la realidad. La custodia compartida es una figura legal que requiere de personalidades civilizadas para poder llevarse a cabo, para poder hacerse real m¨¢s all¨¢ del papel timbrado del juzgado. El juez puede decir misa -el juzgado huele a orfidal-, pero sin padres que quieran y puedan llevarla a cabo, sin padres comprometidos con una idea, siempre ser¨¢ un fracaso. Esa idea, por supuesto no es otra que el amor. A veces pedimos demasiado.
Y digo que pedimos demasiado porque la probabilidad de que este tipo de personalidades -responsables, templadas, tendentes al acuerdo y a la negociaci¨®n y que antepongan el amor a sus hijos a cualquier otro aspecto- se den en la tensi¨®n de un contexto de divorcio, no es alta. Mi hija es, por lo tanto, una ni?a afortunada. Ella no ha visto convivir a sus padres y no sabe lo que es una familia unida, pero, a cambio, tampoco ha visto jam¨¢s una discusi¨®n, una pelea o un grito. Pocos ni?os pueden decir lo mismo. Ha vivido una vida poco frecuente: sus padres no son pareja, pero se guardan cari?o. Colaboran constantemente, negocian todo, ceden mucho y se vuelcan en ella cada d¨ªa. Sus padres, claro, tienen custodia compartida y la tienen porque forman parte de ese porcentaje de gente civilizada. Y es que una custodia compartida no es f¨¢cil, requiere sacrificios y una generosidad gigantesca y eso no se le puede exigir a nadie. La bondad viene de serie -hay cosas que no se compran- y el que nace cochino muere jabal¨ª. Por ello, y como m¨¢xima, si uno de los dos no quiere o no puede compartir custodia, yo abogo plenamente por la custodia exclusiva¡pero para el otro. Si una de las partes no es civilizada, no puede, adem¨¢s, salir ganando.
Lo que desde luego no podemos es soportar las trampas de determinados colectivos, que rechazan la ¡°custodia compartida impuesta¡±, cuando en realidad lo quieren decir es que solo quieren custodia compartida en los casos en los que a la madre de la criatura le apetezca, como si los hijos fueran algo de su propiedad y dependiera de ella decidir esto. Y no es as¨ª. Negar la custodia compartida sin motivo es atentar contra los ni?os. Si no quieres custodia compartida, debes tener un motivo claro que aconseje que la custodia recaiga en ti de modo exclusivo, el cual debe ser expuesto y ser¨¢ el juez el que decida. Pero si los dos pod¨¦is y quer¨¦is mantener la custodia y uno de los cierra la puerta a compartirla, solo queda la soluci¨®n de la custodia exclusiva para el otro progenitor. El precio de la no-civilizaci¨®n es la selva, y all¨ª la vida es salvaje.
Es un hecho contrastado que la lejan¨ªa del padre o de la madre pone en riesgo el desarrollo ps¨ªquico y evolutivo del menor, y no es tolerable que esto se haga sobre la base de la nada m¨¢s absoluta. Es el inter¨¦s del menor lo que ha de primar y no el inter¨¦s de sus progenitores, pues -si no es suficiente el argumento moral- jur¨ªdicamente el sistema est¨¢ concebido en el art¨ªculo 92 de C¨®digo Civil como una forma de protecci¨®n del inter¨¦s de los menores cuando sus progenitores no conviven. Y el inter¨¦s del menor es el que es con independencia de lo que te apetezca a ti, de lo m¨¢s c¨®modo y del alivio que sientas con el divorcio. Lo que importa es que el protagonista de esta historia no eres t¨², sino tu hijo y la historia que se va a escribir debe construirse alrededor de ¨¦l y no de ti. Eres un secundario y la historia es la que es: que todos los ni?os tienen necesidad de estar con sus padres, con ambos, y m¨¢s tras el devastador trance de un divorcio, un momento duro en el que deben sentirse m¨¢s cercanos aun si cabe a ellos. Yo te digo que se puede. Es complicado, pero la alternativa -separar a los ni?os de sus progenitores- es cruel y el perjuicio emocional gigante. M¨¢s a¨²n a progenitores que por lo general -por eso solicitan una custodia compartida- han llevado a cabo una total dedicaci¨®n, compa?¨ªa, cuidados y cari?o a sus hijos.
Pero desposeer a un padre de la custodia por el mero hecho de ser hombre no es la manera de proteger el inter¨¦s del menor sino de castigar al menor y al padre en funci¨®n de una discriminaci¨®n sexual flagrante ante la que espero que las generaciones futuras sientan la misma repugnancia que sentimos hoy ante las discriminaciones en funci¨®n de raza. No se puede relegar a un padre a un papel residual, como dando por hecho que hay roles principales y secundarios o que la educaci¨®n y la crianza de los hijos son algo que recae fundamentalmente en las madres.
Es el momento de poner fin a esta violencia ejercida cada d¨ªa en los juzgados contra los hombres y contra los m¨¢s d¨¦biles: los menores. Esta forma de violencia -separar a un padre o una madre de sus hijos y separar a los hijos de su padre o madre- es la m¨¢s tortura m¨¢s cruel que se me puede ocurrir. Pero me temo que solo lo comprender¨¢ quien sea lo suficientemente civilizado o tenga el suficiente amor hacia sus hijos, es decir, a quien no le hac¨ªa falta haber le¨ªdo este art¨ªculo a favor de la custodia compartida porque ya lo ten¨ªa claro.
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