Crisis con Arabia Saud¨ª
Resulta imposible confiar en las reformas del pr¨ªncipe Salm¨¢n tras lo ocurrido con el opositor Khashoggi
La desaparici¨®n del periodista Jamal Khashoggi en el Consulado de Arabia Saud¨ª en Estambul, hace m¨¢s de dos semanas, ha desatado la mayor crisis entre Occidente y la monarqu¨ªa absoluta desde el 11 de septiembre de 2001, cuando tras los atentados de Washington y Nueva York se descubri¨® que la mayor¨ªa de los terroristas (15 de los 19 suicidas) ten¨ªan nacionalidad saud¨ª. Por ahora, la crisis ha tenido mayor impacto en el mundo de los negocios que en el pol¨ªtico. Empresarios, inversores y representantes de organismos internacionales como el FMI han cancelado su participaci¨®n en el llamado Davos del Desierto, un encuentro internacional impulsado por el pr¨ªncipe heredero, Mohamed bin Salman, con el prop¨®sito de mostrar una presunta apertura del r¨¦gimen. Los Gobiernos occidentales se han limitado a pedir explicaciones mientras que en EE UU senadores de la mayor¨ªa republicana se han mostrado mucho m¨¢s duros que el propio Donald Trump.
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Todos los relatos period¨ªsticos que llegan sobre lo ocurrido en el consulado saud¨ª, basados en fuentes an¨®nimas turcas, parecen sacados de una pel¨ªcula de g¨¢nsteres de Martin Scorsese o Quentin Tarantino, pero por ahora el Gobierno de Ankara no ha difundido las pruebas que dice poseer y que demostrar¨ªan que Khashoggi fue asesinado y descuartizado el 2 de octubre, poco despu¨¦s de entrar en el recinto diplom¨¢tico. Sin embargo, dado que no existe ninguna evidencia de que el informador saliese del consulado, la carga de la prueba recae en Riad: por ahora no ha dado ninguna explicaci¨®n m¨ªnimamente cre¨ªble. Tampoco hay que olvidar que Turqu¨ªa forma parte de la OTAN y que sus servicios secretos mantienen una relaci¨®n relativamente fluida con los otros socios de la Alianza. Podr¨ªan compartir con ellos las grabaciones de las que dicen disponer en caso de que no quieran difundirlas porque fueron logradas ilegalmente. La que s¨ª parece clara es la relaci¨®n directa entre el pr¨ªncipe heredero y alguno de los 15 agentes saud¨ªes que desembarcaron en Estambul poco antes de que Khashoggi desapareciese.
La relaci¨®n de la monarqu¨ªa saud¨ª con Occidente se basa en el inter¨¦s mutuo desde que, al final de la Segunda Guerra Mundial, el presidente Roosevelt pactase con el monarca Abdelaziz Bin Saud el intercambio de petr¨®leo por apoyo incondicional. Desde entonces, en nombre de los negocios y de la seguridad energ¨¦tica, todas las violaciones de los derechos humanos han sido ignoradas. Y no es f¨¢cil que esto cambie, como no cambi¨® despu¨¦s del 11-S. Sin embargo, la gravedad de los hechos es enorme. Despu¨¦s de lo ocurrido, resulta dif¨ªcil creer en las reformas que ha puesto en marcha Mohamed bin Salman, ni tampoco confiar en que pueda ser el garante de una m¨ªnima estabilidad, ni nacional ni internacional.
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