Cuatro claves para hacer aquello que te da pereza
Somos expertos en posponer lo inc¨®modo, la soluci¨®n pasa por sustituir el h¨¢bito de procrastinar por otro m¨¢s saludable.
Deja de procrastinar y vence a la pereza
A todos nos cuestan hacer ciertas cosas: un informe, estudiar algo o tener esa conversaci¨®n dif¨ªcil. Somos expertos en posponer lo inc¨®modo o en procrastinar, como se dice de un modo m¨¢s preciso; y nos entretenemos con cualquier cosa, como navegar por internet o consultar el WhatsApp por si hubiera habido un mensaje en los ¨²ltimos diez segundos. Pues bien, la soluci¨®n pasa por sustituir el h¨¢bito de procrastinar por otro m¨¢s saludable, seg¨²n Barbara Oakley, escritora y profesora en Oakland University. El objetivo no consiste en hacer un cambio radical de h¨¢bitos ni enterrar los antiguos (entre otras cosas, porque los viejos h¨¢bitos no se olvidan, como las buenas canciones que se quedan en la memoria hasta que escuchamos de nuevo la m¨²sica), sino en modificar parte de ellos. Para conseguirlo, Oakley propone seguir las siguientes cuatro claves:
Lo primero, hemos de identificar el motivo que nos lleva a procrastinar. Este es el paso m¨¢s dif¨ªcil, porque no solemos ser conscientes de ello. Nos ponemos con la tarea que nos cuesta y enseguida aparece todo lo que nos entretiene, aunque sea el vuelo de una mosca. Pues bien, esta fase consiste en tomar conciencia de qu¨¦ nos distrae de nuestro objetivo prioritario: ?es internet? ?son las llamadas del m¨®vil? Cada cual, adem¨¢s, tiene sus preferidos.
Segundo, necesitamos crear una nueva rutina. Insistimos: los viejos h¨¢bitos no se olvidan (y si no, que se lo digan a un exfumador cuando un d¨ªa prueba una calada). Por ello, como no podemos aparcar nuestro h¨¢bito de perder el tiempo en el Facebook o en YouTube o donde sea, necesitamos crear algo diferente para que el cerebro se ponga las pilas. Para ello, hace falta un buen plan. Puede ser dejar el m¨®vil en alg¨²n sitio apartado, desconectarse de internet (no se acaba el mundo por hacerlo) o repetir y repetir ese simulacro de conversaci¨®n que nos cuesta. Este paso quiz¨¢ sea el m¨¢s dif¨ªcil y el que requiere m¨¢s paciencia hasta que el cerebro se habit¨²a a lo nuevo.
Tercero, necesitamos recompensarnos. Acept¨¦moslo: procrastinar da placer. Por ello, necesitamos compensar esos antojos cerebrales con otros positivos. Las recompensas ha de ponerlas cada uno conforme a sus gustos y sus logros. Si consigues terminar antes de una hora ese informe, puedes comer un poco de chocolate o hacerte un regalo. Si lo que consigues es muy grande, puedes aumentar tu recompensa. En esos momentos, no vale la taca?er¨ªa porque est¨¢n en juego las conexiones neuronales. En la medida que tu cerebro sepa que le espera algo bueno cuando termine una tarea aburrida, se activar¨¢ m¨¢s r¨¢pidamente. As¨ª que s¨¦ generoso contigo mismo y an¨ªmate a conseguirlo.
Y por ¨²ltimo, hemos de creer que podemos. Seg¨²n Oakley, la auto confianza es una clave fundamental. Nos llenamos con mil y una excusas o justificaciones que nos impiden afrontar con ¨¦xito el objetivo. Pero tenemos que recordar que nuestro cerebro es pl¨¢stico y que somos capaces de estimularlo con nuevos desaf¨ªos. Una manera es encontrando un soporte con otras personas o ret¨¢ndonos con otros. As¨ª sucede con el deporte, por ejemplo. Es m¨¢s f¨¢cil comenzar a ir al gimnasio cuando se va con amigos, que cuando el objetivo es ir a correr uno solo.
En definitiva, dejar de procrastinar requiere generar nuevos h¨¢bitos, que no abandonar los viejos. Los primeros pasos son los m¨¢s dif¨ªciles, hasta que nuestro cerebro se acostumbra a hacerlo. Sin embargo, si somos capaces de identificar el est¨ªmulo, crear un plan para generar una nueva rutina, premiarnos si lo conseguimos y creer que podemos, seremos capaces de ponernos las pilas y hacer aquello que nos cuesta.
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