Un personaje de carne y hueso
MAGGIE es una ni?a muy t¨ªmida que vive en su mundo, protegida por una fantas¨ªa desbordante que entre otras cosas le hace creer que todo lo que dibuja con sus rotuladores m¨¢gicos se convierte en realidad¡±. Este fragmento de la sinopsis de El pa¨ªs escondido, el nuevo libro de Mart¨ªn Abrisketa, bien podr¨ªa describir a la ilustradora de la obra. Como Maggie, Isabel Holgueras, de 51 a?os y con s¨ªndrome de Down, ha utilizado desde peque?a el dibujo para expresarse. Cada una de sus l¨¢minas es, en realidad, una ventana a un mundo propio a todo color, en el que los ¨¢rboles hablan y los colores del universo protegen a las personas. Esta es la historia de un escritor vasco que quiso contar la historia de una ni?a y en el camino descubri¨® que su personaje era real.
¡°Me dio muchas respuestas que yo no conoc¨ªa. A Maggie ten¨ªa que buscarla en sus dibujos¡±. Abrisketa, de 51 a?os, hace esta afirmaci¨®n mientras se?ala a Holgueras. Ambos est¨¢n sentados en el jard¨ªn de la casa del escritor, en alg¨²n punto entre Lem¨®niz y G¨®rliz, en los montes de Vizcaya. A pesar de que han trabajado juntos durante meses, acaban de conocerse en persona hace unos minutos, bajo el acecho a¨²n lejano de la galerna. La situaci¨®n se asemeja m¨¢s a una reuni¨®n familiar que a un primer encuentro. Alrededor de la mesa charlan tambi¨¦n la hermana del autor y la de la ilustradora, Mercedes Holgueras, una pieza clave en esta historia. Fue gracias a ella que Abrisketa encontr¨® a su Maggie de carne y hueso. ¡°Me envi¨® una carta muy bonita y me regal¨® un dibujo de Isabel que era una mariposa porque tiene bastante protagonismo en la primera novela, La lengua de los secretos¡±, rememora. Hoy esa mariposa sobrevuela la ¨²ltima p¨¢gina de la obra conjunta.
Apenas unos kil¨®metros separan el caser¨ªo donde ahora intercambian impresiones de Bilbao, el lugar en el que se desarrolla la historia de Maggie y que Holgueras pint¨® sin conocerlo. ¡°Ella ha pintado el Bilbao de hoy. Yo viv¨ª en el Bilbao en blanco y negro¡±, reflexiona el escritor, que antes fue c¨¢mara de televisi¨®n. Hizo lo mismo con el chinchorro, el barco del abuelo de la protagonista, que dibuj¨® mucho m¨¢s grande que un bote y con una casa en la popa. Tambi¨¦n se resisti¨® a seguir algunas indicaciones. ¡°Le ped¨ª que dibujase un foso con cocodrilos en la casa de Maggie y me dijo que no¡±, relata Abrisketa. Holgueras no duda en defender su negativa: ¡°Te digo una cosa, los cocodrilos es que no pegan porque muerden¡±. Y es que la madrile?a no pinta nada en lo que no crea. ¡°Yo pint¨¦ una sirena porque me lo pediste¡±, le recuerda a rega?adientes. Eso s¨ª, la hizo a su manera, con el cuerpo sumergido en el mar para que no se le viera la cola.
Durante los meses de trabajo, Abrisketa y Holgueras salvaron los 400 kil¨®metros de distancia que les separaban a trav¨¦s de correos electr¨®nicos y notas de voz, siempre con la hermana de la ilustradora como intermediaria. ¡°A m¨ª me ve¨ªa como a un duende que le ped¨ªa cosas¡±, se?ala el escritor. Una vez transmitida la idea, Holgueras se pon¨ªa manos a la obra siguiendo siempre la misma secuencia: primero dise?aba con lapicero, despu¨¦s repasaba con rotulador negro y por ¨²ltimo coloreaba con rotuladores de todos los tonos. ¡°Yo no me apa?o con las pinturas de madera y de cera¡±, confiesa con una naturalidad desbordante. Esa transparencia est¨¢ presente en cada una de sus palabras y gestos. ¡°Ella me ha ayudado mucho a ver la parte emotiva¡±, subraya Abrisketa. Mientras, Holgueras disfruta de su momento sagrado del d¨ªa, el de la comida. ¡°Era mi Maggie¡±, resume el autor.?
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