Tocar a Bu?uel
'Mi ¨²ltimo suspiro' son unas memorias abarrotadas de historias deliciosas que ense?an mucho m¨¢s que quienes se pasan el d¨ªa intentando aleccionar
HE AQU? UN GRAN LIBRO. Se public¨® en 1982, se titula Mi ¨²ltimo suspiro y contiene recuerdos y reflexiones que Luis Bu?uel le dict¨® a su ¨²ltimo guionista, Jean-Claude Carri¨¨re. Yo lo le¨ª por vez primera en 1987, cuando ¡ªpara qu¨¦ mentir¡ª a ratos me daba tanta verg¨¹enza ser espa?ol que en verano me largu¨¦ de Espa?a, aunque mientras le¨ªa aquellas p¨¢ginas pensaba que, si a¨²n era capaz de dar a tipos como Bu?uel, este pa¨ªs no estaba del todo perdido.
En el pr¨®logo a la reedici¨®n que acaba de publicar Taurus, David Trueba afirma que el exilio de Bu?uel tras la guerra ¡°es una de las grandes tragedias de la cultura espa?ola¡±, porque, si Bu?uel se hubiera quedado en Espa?a, los cineastas espa?oles habr¨ªan dispuesto de ¡°una herencia palpable, firme¡±. Por supuesto, tiene raz¨®n, y algo parecido podr¨ªan decir los poetas espa?oles sobre el exilio de Cernuda o Alberti y los novelistas sobre el de Aub o Sender. De todos ellos, para m¨ª el m¨¢s esencial es Bu?uel; tambi¨¦n el m¨¢s contradictorio. De hecho, Bu?uel parece una contradicci¨®n ambulante, y me atrever¨ªa a decir que en ning¨²n lugar de su obra resulta ello tan visible como en este libro. Bu?uel fue, en efecto, un humorista profundamente serio, un talento natural y un trabajador a destajo, un hombre lib¨¦rrimo y un cineasta esclavizado por sus obsesiones, un revolucionario que adoraba la tradici¨®n, un pesimista saturado de alegr¨ªa, un delirante que inventaba la profunda realidad que se esconde tras la realidad cotidiana, un espa?ol rocosamente espa?ol y naturalmente cosmopolita, un bestia de Calanda y un intelectual refinad¨ªsimo, un comecuras sin Dios y obsesionado con la existencia de Dios. En 1936, cuando Bu?uel estaba a punto de exiliarse de por vida, Francis Scott Fitzgerald escribi¨® que ¡°la prueba de una inteligencia de primera clase es la capacidad para retener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y seguir conservando la capacidad de funcionar¡±. Si esto es as¨ª ¡ªy yo creo que lo es¡ª, no hay duda de que Bu?uel fue una inteligencia de primera clase; tampoco de que nadie como ¨¦l supo transformar sus propias contradicciones en el mejor carburante de su genio. Por lo dem¨¢s, estas memorias est¨¢n abarrotadas de historias deliciosas con las que el cineasta, que nunca quiso dar lecciones a nadie, ense?a mucho m¨¢s que quienes se pasan el d¨ªa intentando aleccionar. Bu?uel cuenta que ¨¦l y Carri¨¨re sol¨ªan encerrarse a escribir sus guiones en el hotel de El Paular, al norte de Madrid; cuando terminaban su jornada de trabajo, ambos se separaban durante tres cuartos de hora, y al volver a reunirse Bu?uel ten¨ªa la obligaci¨®n de contarle a su colaborador una historia, relacionada o no con el guion en el que estaban trabajando, porque ¡°la imaginaci¨®n es una facultad de la mente que puede ejercitarse y desarrollarse al igual que la memoria¡±. Otras an¨¦cdotas transportan de golpe a un mundo felizmente antediluviano, aunque muy pr¨®ximo en el tiempo. Un d¨ªa, durante su estancia juvenil en la Residencia de Estudiantes, Bu?uel oye que un tal Mart¨ªn Dom¨ªnguez dice que Lorca es homosexual; incr¨¦dulo, escandalizado (¡°por aquel entonces en Madrid no se conoc¨ªa m¨¢s que a dos o tres pederastas¡±), queda con su amigo y le dice que va a batirse con Dom¨ªnguez. ¡°?Por qu¨¦?¡±, le pregunta Lorca. Bu?uel contesta con otra pregunta: ¡°?Es verdad que eres maric¨®n?¡±. Herido en lo m¨¢s vivo, Lorca zanja: ¡°T¨² y yo hemos terminado¡±. Aquella misma noche los dos amigos se reconcilian. Infinidad de pasajes muestran la feroz integridad de este hombre que no ten¨ªa por costumbre callarse lo que pensaba, pero siempre estaba dispuesto a rectificar. En determinado momento se lanza a una absurda diatriba contra Jorge Luis Borges, al que acusa de presuntuoso y de adorador de s¨ª mismo; al final, quiz¨¢ consciente de que est¨¢ siendo injusto, afirma: ¡°Naturalmente, si estuviese de nuevo con Borges, quiz¨¢ cambiar¨ªa totalmente de opini¨®n respecto a ¨¦l¡±.
¡°Camarada, quien toca este libro, toca un hombre¡±, escribi¨® Walt Whitman sobre Hojas de hierba, el libro deslumbrante en que cifr¨® su vida. Mi ¨²ltimo suspiro es el libro deslumbrante de la vida de Bu?uel: quien lo toca, toca a Bu?uel.?
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