Hait¨ª como met¨¢fora de lo que puede venir
Est¨¢ bien plantearnos c¨®mo hacer amigable la atm¨®sfera de Marte pero lo urgente es proteger la Tierra de nuestra depredaci¨®n
Hait¨ª tendr¨ªa que estar cubierta por un gran bosque tropical, y sin embargo, la imagen a¨¦rea es desoladora. Apenas quedan ¨¢rboles y en lugar de verde, lo que predomina es el color pardo de la tierra yerma. Es un ciclo de muerte. Cuanto m¨¢s avanza la deforestaci¨®n, menos f¨¦rtil es la tierra. No es un fen¨®meno que haya comenzado ahora. Con 27.000 kil¨®metros cuadrados y ocho millones de habitantes, a casi 300 por kil¨®metro cuadrado, la lucha por la supervivencia se ha vuelto dram¨¢tica.
El balance entre poblaci¨®n y recursos hace siglos que comenz¨® a romperse. La poblaci¨®n recurre a la le?a y al carb¨®n que se obtiene de ella como fuente de energ¨ªa, pero tantos a?os de explotaci¨®n sin reposici¨®n ha acabado por agotar las posibilidades de la naturaleza, hasta el punto de que apenas queda vivo un 0,32% de los bosques primarios de la isla. Incluso los parques naturales supuestamente protegidos han sido talados en un 75%. La deforestaci¨®n afecta a la supervivencia de las especies y acelera la espiral de la pobreza. Ahora que el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil abre un nuevo periodo de inquietud por el futuro de la selva amaz¨®nica, hay que contemplar la desolada Hait¨ª como una met¨¢fora de lo que est¨¢ por venir si no frenamos la explotaci¨®n incontrolada de los ecosistemas del planeta. ¡°Se est¨¢ llevando al l¨ªmite a la naturaleza y a los recursos que nos proporcionan energ¨ªa y sustento¡±, advierte el Informe Planeta Vivo del Fondo Mundial para Naturaleza, publicado esta semana.
Entre 1970 y 2014, la poblaci¨®n mundial de vertebrados se ha reducido en un 60%. Est¨¢n desapareciendo especies enteras a nuestro lado y ni siquiera nos damos cuenta. Solo las echaremos de menos cuando el desierto nos atrape y el suelo no tenga ya semillas que germinar. Consumimos recursos como si tuvi¨¦ramos 1,7 planetas Tierra a nuestra disposici¨®n. Mientras eso ocurre, el gran poder¨ªo tecnol¨®gico alcanzado nos lleva a un falso optimismo, el de pensar que alguna soluci¨®n encontraremos, desde una bacteria que limpie la atm¨®sfera hasta un nuevo planeta que colonizar. Pero la soluci¨®n tecnol¨®gica puede no llegar. Est¨¢ bien que nos planteemos c¨®mo hacer amigable la atm¨®sfera de Marte para el caso de que alg¨²n d¨ªa podamos viajar f¨¢cilmente al planeta rojo, pero lo realmente urgente es plantearnos c¨®mo proteger la Tierra de nuestra propia capacidad de depredaci¨®n.
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