Ciudadano Rufi¨¢n
No est¨¢ claro hasta qu¨¦ punto el pol¨ªtico es consciente de la tradici¨®n filos¨®fica a la que pertenece: el cinismo cl¨¢sico
Es una de las an¨¦cdotas m¨¢s celebradas del pensamiento materialista y la relata Di¨®genes Laercio en su Vida, opiniones y sentencias de los fil¨®sofos m¨¢s ilustres. A su paso por Corinto, el gran emperador Alejandro Magno se acerca a la tinaja en la que vive ¡ªrodeado de perros y en una miseria extrema¡ª el fil¨®sofo Di¨®genes de S¨ªnope y le ofrece: ¡°P¨ªdeme lo que quieras y te lo dar¨¦¡±. La respuesta de Di¨®genes: ¡°Ap¨¢rtate, que me est¨¢s quitando el sol¡±, es la primera declaraci¨®n situacionista de la historia y la performance perfecta: no solo obliga t¨¢citamente al emperador a reconocer la superioridad de Di¨®genes, sino que pone de manifiesto la futilidad del sistema con el que el poderoso ha medido el mundo. Impertinente y literal, la respuesta de Di¨®genes es algo m¨¢s que una provocaci¨®n, es una representaci¨®n: genera de inmediato un espacio teatral en el que el emperador se ve obligado a representar la obra que Di¨®genes ha preparado para ¨¦l. Y literalmente.
Otros art¨ªculos del autor
Una de las razones por las que Gabriel Rufi¨¢n es seguramente el hombre m¨¢s odiado por la derecha (y por parte de la izquierda) espa?ola es precisamente esa: al igual que Di¨®genes ante el emperador, comete el pecado imperdonable de dar una respuesta materialista a una pregunta idealista. No resulta extra?o que media Espa?a quiera linchar a Rufi¨¢n (ese cocktail perfecto entre Di¨®genes, personaje de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, y estudiante envalentonado que se enfrenta al profe); lo extra?o es que la raz¨®n por la que quieren hacerlo ¡ªmuy por encima de sus peticiones nacionalistas¡ª es su aire ¡°falt¨®n, irrespetuoso e impresentable¡±, como si fuera menos falt¨®n, irrespetuoso e impresentable la procesi¨®n de pol¨ªticos amn¨¦sicos que no se acuerdan de nada, ni conocen a nadie, ni nunca estuvieron all¨ª. Solo el malabarismo de una dial¨¦ctica puritana, m¨¢s preocupada por las formas que por los contenidos, ha conseguido el milagro de hacer creer a un pa¨ªs relativamente cr¨ªtico que el primer delito es menos perdonable que el segundo.
A esa ofensa de ser ¡°falt¨®n e impresentable¡± se suele unir con gran indignaci¨®n el argumento de que no tiene sentido que Rufi¨¢n se beneficie y forme parte de una estructura cuya autoridad no reconoce. Es ¡ªreciclado en parte¡ª el mismo argumento que promueve tratar poco democr¨¢ticamente a los ¡°no dem¨®cratas¡±, y en ¨²ltima instancia, asesinar a los asesinos. Pero ¡ªen la misma estela de Di¨®genes¡ª Rufi¨¢n no trata de ocultar que no reconoce la autoridad que le da una tribuna, sencillamente se aprovecha de ella. Lo sepa o no, sea o no consciente (ser¨ªa mucho aventurar aqu¨ª que Rufi¨¢n tiene un plan dise?ado), la estrategia del fil¨®sofo c¨ªnico no se enreda en pensar si es consecuente o inconsecuente ¡ªa diferencia del pol¨ªtico ¡°idealista¡± o del hombre de negocios, que no pocas veces cambian los nombres de las cosas para dar gato por liebre¡ª la dial¨¦ctica c¨ªnica es frontal y pragm¨¢tica, su arma es la literalidad y su intenci¨®n no es tanto construir un discurso como mostrar las mentiras que se esconden tras los ¡°grandes valores¡±.
La dial¨¦ctica c¨ªnica es frontal, su arma es la literalidad y su intenci¨®n es mostrar mentiras que se esconden tras los ¡°grandes valores¡±
Cuando Plat¨®n defini¨® al hombre como b¨ªpedo implume, Di¨®genes desplum¨® un pollo, lo solt¨® en plena Academia y dijo: ¡°Ah¨ª va el hombre de Plat¨®n¡±. La mejor forma de desacreditar el argumento plat¨®nico no era un discurso elocuente, bastaba un pollo desplumado. ?Por qu¨¦ no habr¨ªa de bastar entonces una camiseta con la fotograf¨ªa del ministro Rato entrando en prisi¨®n bajo el lema: ¡°Es el mercado, amigo¡±, o alzar una impresora en el Congreso para se?alar al ¡°enemigo¡±? Al evitar la ret¨®rica, el fil¨®sofo c¨ªnico evita tambi¨¦n sus trampas. Sabe algo importante: que donde hay una buena carcajada hay siempre una idea, que la indignaci¨®n es la mejor muestra de que se ha tocado una herida y que muchas veces as¨ª es como se revela que tal vez no era tan sublime lo que se nos vend¨ªa como tal. Di¨®genes sab¨ªa que su lucha no era tanto formular una propuesta como evitar que el idealismo nos mintiera m¨¢s de la cuenta. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto Rufi¨¢n es consciente de la tradici¨®n dial¨¦ctica a la que pertenece, pero hay que tener cuidado con tratar con demasiado paternalismo al perro: puede morder la mano. Y tambi¨¦n con menospreciar su funci¨®n: es un buen guardi¨¢n de la casa de las ideas y del correcto funcionamiento de la pol¨ªtica. El perro del materialismo nos protege de que alguien nos suelte una bomba de humo para vendernos nuestro propio ata¨²d con un enorme lazo rosa. Tal vez no sea al fin y al cabo tan imperdonable que alguien se burle abiertamente de quienes tan abiertamente se burlan de nuestra inteligencia. Y por lo mismo: tal vez el ciudadano Rufi¨¢n no sea tanto un enemigo de la pol¨ªtica, como la manifestaci¨®n de su total inoperancia en los t¨¦rminos en los que la estamos articulando hoy. El perro no siempre ladra a lo loco; a veces lo hace tambi¨¦n a quien intenta robar la casa.
Andr¨¦s Barba es escritor. Su ¨²ltimo libro es Rep¨²blica luminosa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.