El viaje horizontal de Garc¨ªa Hortelano
Se cumplen 26 a?os de la muerte del autor, que camin¨® desde el realismo social hasta la mejor 'nouvelle vague' en castellano
Los escritores, a diferencia de la gente de a pie, est¨¢n obligados a morir dos veces: primero su muerte biol¨®gica y segundo ¡ªy de manera casi igual de inevitable¡ª su muerte editorial y literaria. De la ¨²ltima se resucita, tras el paso por el limbo de rigor, solo gracias al entusiasmo de los lectores y la reivindicaci¨®n de los colegas. En ese sentido puede que Juan Garc¨ªa Hortelano haya tenido m¨¢s de lo primero que de lo segundo. Entre sus compa?eros de generaci¨®n ha habido m¨¢s suerte editorial para Goytisolo, Benet, S¨¢nchez Ferlosio o Mart¨ªn Gaite, por citar solo algunos. La academia, ya se sabe, es coqueta, defiende mejor lo vertical que lo horizontal y nadie duda de que los espa?oles siempre hemos preferido la oda a la parodia, por mucho que lo ¨²nico que nos haya hecho c¨¦lebres en el mundo sean los Goyas, los Cervantes y los Bu?ueles, es decir, gente que ha tomado modelos ¡°idealistas¡± para darles la vuelta y llevarlos a un lugar in¨¦dito, retorcido y maravilloso.
Es justo en ese sentido que parece casi mod¨¦lico el giro que dio Juan Garc¨ªa Hortelano desde el realismo social de sus primeras obras ¡ªsobre todo Nuevas amistades (1959) y Tormenta de verano (1961)¡ª hasta la mejor nouvelle vague que se ha escrito en castellano y seguramente su obra maestra, El gran momento de Mary Tribune (1972). Todos los grandes novelistas son, al menos, dos escritores; el de su primera juventud y aquel en el que se convierten despu¨¦s de los 40 a?os. La abismal distancia que existe, por ejemplo, entre la impaciencia nerviosa del Flaubert de Memorias de un loco y el delicado estilista de Madame Bovary no tiene que ver solo con la evoluci¨®n de una destreza, sino m¨¢s bien con la ¡°comprensi¨®n¡± de algo que est¨¢ m¨¢s relacionado con la vida que con la literatura.
Todos los grandes novelistas son, al menos, dos escritores; el de su primera juventud y despu¨¦s de los 40 a?os
No hay duda de que Garc¨ªa Hortelano ¡ªel ni?o de la guerra, el oficinista al que Carlos Barral confundi¨® con un guardia civil cuando le vio bajar del avi¨®n con su bigotito para recoger el Premio Formentor¡ª entendi¨® ¡°algo¡± durante la d¨¦cada que le llev¨® la escritura de su monumental novela. Ese ¡°algo¡± que le hizo cambiar el papel de azote de la burgues¨ªa acomodada por el de canalizador de las ganas de vivir de un pa¨ªs que vislumbraba la luz al final del t¨²nel del franquismo es al mismo tiempo un viaje privado y colectivo. Tal vez una de las razones que afianzaron la popularidad de Garc¨ªa Hortelano fue precisamente ¨¦sa, la de que en su transici¨®n puede verse de manera emocionante la transici¨®n espiritual de Espa?a entera. No se trata solo de la distancia entre el ominoso cad¨¢ver de la chica ahogada con el que comienza Tormenta de verano y la desopilante fabada party con la que los amigos tratan de agasajar a la reci¨¦n llegada Mary. El humor alcoh¨®lico de Garc¨ªa Hortelano no renuncia a la oscuridad de Berlanga, pero se sacude de encima el moralismo franquista; tiene la alegr¨ªa de Godard, pero no su ruido; puede que lleve encima m¨¢s gin-tonics de la cuenta, pero est¨¢ m¨¢s l¨²cido que nunca: ¡°Est¨¢ comprobado¡±, piensa el narrador y protagonista de Mary Tribune, ¡°que solo se puede convivir con quien se ama verdaderamente, con quien se conoce, se respeta y se protege: uno mismo¡±, una frase que ¡ªpor qu¨¦ no¡ª habr¨ªa podido firmar Woody Allen, pero que adquiere una dimensi¨®n distinta cuando se piensa en el viaje c¨®smico que esa generaci¨®n de ni?os de la guerra tuvieron que hacer para llegar, desde el autodidactismo m¨¢s b¨¢sico, hasta esa aparente ¡°ligereza¡±.
Ayudaba la vida, evidentemente, el hambre de libros y de libertad. Lo que est¨¢ claro es que ese ¡°algo¡± que Garc¨ªa Hortelano comprendi¨® en la d¨¦cada en la que escribi¨® Mary Tribune no puede ser muy distinto de lo que comprendi¨® Cervantes cuando decidi¨® dejar de escribir aquella pl¨²mbea poes¨ªa pastoril tan del gusto de los poetas cultos de su tiempo y decidi¨® dejarse llevar por la historia de un manchego que enloquec¨ªa leyendo novelas de caballer¨ªa. En los dos se siente la marca indudable y siempre emocionante de la vida. De Garc¨ªa Hortelano se aclama siempre su bondad y su casi religioso sentido de la amistad. Su mujer, Mar¨ªa Ampudia, coment¨® en una ocasi¨®n que escribi¨® tanto ¡°porque sus amigos a veces estaban ocupados¡±, una frase que siempre me han confirmado de manera entusiasta todos los que tuvieron la suerte de conocer en vida a Garc¨ªa Hortelano y que define ¡ªcomo ya dijo Mar¨ªas en un retrato del autor¡ª un milagro digno de menci¨®n en un pa¨ªs como Espa?a, algo m¨¢s inveros¨ªmil que un unicornio, que una n¨¢yade: un escritor del que nadie habl¨® mal.
Andr¨¦s Barba es autor de ¡®Rep¨²blica luminosa¡¯ (Anagrama), premio Herralde de Novela 2017.
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