Las mil y una caras de Tilda Swinton
En su ¨²ltima pel¨ªcula, ¡®Suspiria¡¯, interpreta a un hombre de 82 a?os. La actriz se siente m¨¢s c¨®moda en la piel de personajes extra?os que en la de estrella de cine
En la nueva versi¨®n de la pel¨ªcula Suspiria, dirigida por el italiano Luca Guadagnino (Call me by your name), hay 38 personajes femeninos y tres masculinos. Solo uno de esos hombres tiene un papel importante, es el Dr. Klemperer, un psicoanalista alem¨¢n de 82 a?os que dirige un poco el argumento buscando a una paciente desaparecida de una escuela de baile. Una de las 38 mujeres es Tilda Swinton, que interpreta a la profesora de la escuela, Madame Blanc. Seg¨²n los t¨ªtulos de cr¨¦dito, al Dr. Klemperer lo encarnaba un actor novel Lutz Ebersdorf. Pero tras el estreno del filme en el Festival de Venecia, cuando el misterioso int¨¦rprete no apareci¨®, las dudas comenzaron, ?es en realidad Tilda Swinton?
La actriz lo neg¨®, tambi¨¦n Guadagnino. Lo negaron durante semanas, tachando el rumor incluso de fake news. Hasta que Tilda sucumbi¨® ante la insistencia de The New York Times: en la en¨¦sima transformaci¨®n de su prolongada carrera, la actriz m¨¢s camale¨®nica confirm¨® que ella estaba detr¨¢s del hombre de 82 a?os, detr¨¢s de capas de maquillaje y pr¨®tesis (incluso genitales masculinos llevaba) que tardaba cuatro horas en ponerse cada d¨ªa de rodaje. ¡°La pregunta siempre era la incorrecta¡±, defendi¨® ella. ¡°Si alguien hubiera preguntado si yo era Lutz Ebersdorf, la respuesta habr¨ªa sido un inequ¨ªvoco s¨ª¡±.
No es el primer hombre que Tilda Swinton interpreta, pues empez¨® haci¨¦ndolo en Orlando (1992). Tampoco es la primera vez que est¨¢ casi irreconocible. Ha ocultado su andr¨®gino perfil tras la anciana arist¨®crata de El gran hotel Budapest o el siniestro ministro de Snowpiercer. Incluso en los personajes aparentemente m¨¢s convencionales ha sabido esconderse. Como cuando encarn¨® a la directora de una revista en Y de repente t¨². O a la abogada de Michael Clayton, por la que ha ganado su ¨²nico Oscar ¨Cy tambi¨¦n fue la ¨²nica vez que acudi¨® a la gala de los premios de Hollywood¨C.
Swinton disfruta siendo irreconocible hasta en las producciones de moda para revistas. Para el objetivo del fot¨®grafo Tim Walker se ha transformado en la artista Leonora Carrignton, el poeta Edward James, David Bowie y esta misma semana lo hac¨ªa en la poetisa Edith Sitwell. ¡°Como espectadora lo que me gusta del cine es la emoci¨®n de una cara humana real, fresca, que no arrastra el peso de la interpretaci¨®n, que no distrae porque la reconoces de la atm¨®sfera de otra pel¨ªcula¡±, explicaba en una entrevista en la revista Hobo. Siempre ha dicho que no cree que ¡°los actores deban salir en m¨¢s de un filme¡±. Ella se habr¨ªa bajado del oficio en sus obras de universidad sino fuera porque conoci¨® a Derek Jarman, con quien debut¨® en el cine en Caravaggio (1986) e hizo seis pel¨ªculas m¨¢s. Si su carrera se ha expandido m¨¢s de 30 a?os es por culpa de sus amigos, justifica: Jarman, Jim Jarmusch, Wes Anderson, Bong Joon-ho, Luca Guadagnino (con quien ha trabajado desde la primera pel¨ªcula del director y Suspiria es la cuarta)¡ ¡°Ellos son los que me tientan, y mientas siga aceptando estas tentaciones, estoy comprometida a intentar encontrar nuevas formas¡±.
La actriz se considera un recipiente vac¨ªo que llena de todo lo que le exija el personaje. Es un trozo de arcilla que moldea con cada uno de sus directores amigos. Y, sin embargo, y a pesar de su inconfundible aspecto, esa capacidad de transformaci¨®n y tendencia hacia lo raro en pantalla, es casi opuesta en su vida personal. La elegancia en las maneras de Swinton se rastrea en una familia arist¨®crata escocesa. Fue compa?era de Diana de Gales en el colegio. Y a¨²n vive en Escocia, en un castillo en los Highlands con sus dos hijos y su pareja, el pintor Sandro Kopp, alejada de todo foco y estrella, y ajena a su fama, a las redes sociales, a la admiraci¨®n que despierta por todo el mundo. ¡°Es tan sencillo como que vivo mi vida, hago mi trabajo, sola y con mis colegas, cuido de mi familia, quiero a mis amigos¡±, dec¨ªa a la misma revista sobre su huida a considerarse una celebridad.
Como no es consciente ni quiere serlo de la imagen que proyecta en el mundo, de la forma que el p¨²blico la ve, se siente m¨¢s c¨®moda en la piel de personajes extravagantes que en la de estrella de cine que le impone la industria. Prefiere seguir invent¨¢ndose im¨¢genes y formas cada vez m¨¢s extra?as para seguir escondi¨¦ndose. Como la de un actor octogenario debutando en el cine en el papel de un psicoanalista, un secreto ya descubierto muy a pesar de que Tilda Swinton ten¨ªa otro plan para este Lutz Ebersdorf, seg¨²n cont¨® a The New York Times: ¡°Mi idea original era que Lutz mor¨ªa durante el montaje y la pel¨ªcula acababa con un ¡®In Memoriam¡¯ dedicado a ¨¦l¡±.
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