Los tiempos del ciber-desencanto
Quiz¨¢ las redes sean como la energ¨ªa el¨¦ctrica, valen tanto para calentar una cocina como una silla mortal
Plataformas como Facebook o Twitter se est¨¢n convirtiendo en las v¨ªas preferentes por las que accedemos a la informaci¨®n. Normal, por tanto, que afecten a nuestras opiniones pol¨ªticas. En los debates previos a la gran Recesi¨®n las visiones sobre la llegada de las redes sociales sol¨ªan ser positivas. Si en democracia es fundamental que todos los ciudadanos tengamos una capacidad de influencia parecida, estas plataformas pod¨ªan ser el instrumento definitivo. Gracias a internet el capital social podr¨ªa multiplicarse, mejorando nuestra participaci¨®n en los asuntos p¨²blicos y favoreciendo una democracia m¨¢s horizontal y con ciudadanos m¨¢s activos.
Pero eso era antes. Hoy las visiones predominantes sobre las redes son mucho m¨¢s pesimistas, incidiendo en la polarizaci¨®n social que generan. Dado que los individuos tendemos a interactuar con personas ideol¨®gicamente similares, las redes nos estar¨ªan fragmentando en peque?as burbujas, en comunidades cada vez m¨¢s homog¨¦neas y ciegas a cualquier discrepancia. Es la famosa idea de la c¨¢mara de eco: hablamos para escucharnos. M¨¢s a¨²n, las redes ayudar¨ªan a que posiciones extremas contactaran entre s¨ª, dejando de percibirse como minoritarias y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, ayud¨¢ndoles a ganar presencia p¨²blica.
Con todo, hay investigaciones que hacen de abogadas del diablo. Su premisa de partida es que el consumo de informaci¨®n pol¨ªtica en redes es eminentemente social ya que accedemos a los links que comparten amigos y familiares. Ser¨ªa justamente este car¨¢cter social el que nos permite llegar, de manera inadvertida, a opiniones nuevas. Por ejemplo, si nuestra fuente de informaci¨®n fuera solo un peri¨®dico offline, ver¨ªamos exclusivamente las noticias de aquel medio que nos resulta af¨ªn. Sin embargo, gracias a nuestro entorno, en las redes podemos vernos expuestos a noticias de medios que jam¨¢s comprar¨ªamos en papel, precisamente, porque discrepamos de su l¨ªnea editorial.
Este hecho, a la postre, podr¨ªa ampliar nuestro campo de visi¨®n. Al fin y al cabo, cuando uno se acerca a otros puntos de vista puede entender la l¨®gica de las posiciones opuestas. Es m¨¢s, algunos estudios encuentran que, aunque sea verdad que la polarizaci¨®n social ha aumentado, esta ha crecido especialmente entre los colectivos que menos usan las redes y consumen m¨¢s medios de comunicaci¨®n convencionales ¨C especialmente la televisi¨®n.
Hay pocas dudas de que las redes est¨¢n transformando la infraestructura de la pol¨ªtica. Ahora bien, que la generalizaci¨®n de estas plataformas coincida en el tiempo con el auge de partidos anti-establishment y la polarizaci¨®n partidista tiende a hacerlas el (c¨®modo) chivo expiatorio. Sin embargo, a¨²n debemos indagar m¨¢s en sus efectos. Quiz¨¢ las redes sean como la energ¨ªa el¨¦ctrica, valen tanto para calentar una cocina como una silla mortal, algo que har¨ªa que el uso que cada uno le damos a las redes sociales hable, esencialmente, de lo que somos nosotros mismos.
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