El caso de la mujer barbuda
En otras ¨¦pocas se especul¨® con causas del hirsutismo cercanas al g¨¦nero fant¨¢stico
Cervantes, en su af¨¢n por parodiar las novelas de caballer¨ªas, utilizar¨ªa elementos fant¨¢sticos para a?adirlos al juego narrativo de su Quijote. Sirva, como ejemplo, la presencia de la barbuda condesa Trifaldi cuando aparece acompa?ada por su cortejo de damas barbudas y le pide a don Quijote que vaya hasta la isla de Candaya a cumplir su misi¨®n.
Don Quijote tendr¨¢ que romper el encantamiento que ha ejercido el gigante Malambruno sobre la infanta Antonomasia y don Clavijo. La infanta ha sido convertida en una ¡°jimia bronce¡± y don Clavijo en ¡°cocodrilo de un metal no conocido¡±. Para llegar a Candaya, don Quijote y Sancho han de montarse en un caballo de madera que vuela y que lleva por nombre Clavile?o.
En el citado cap¨ªtulo, Cervantes no s¨®lo se burla del tema del caballo volador que formaba parte del imaginario de las novelas caballerescas, sino que tambi¨¦n plantea dos temas, uno mitol¨®gico como es la metamorfosis del ser humano en animal, y otro biol¨®gico como es la condici¨®n intersexual que consiste en la existencia de estados intermedios entre macho y hembra. Vamos a ocuparnos de este ¨²ltimo fen¨®meno, pues, en la ¨¦poca de Cervantes no resultaba tan asombrosa la presencia de mujeres barbudas, sobre todo para la gente cercana a la corte. As¨ª lo atestiguan un par de cuadros que podemos encontrar en el Museo del Prado.
Uno de ellos, fechado en 1590, es el titulado Br¨ªgida del R¨ªo, la barbuda de Pe?aranda, obra del retratista y pintor de bodegones toledano Juan S¨¢nchez Cot¨¢n que muestra a la barbuda de Pe?aranda; personaje c¨¦lebre en la corte de los Austrias a finales del siglo XVI. Prueba de su fama es la menci¨®n que de ella se hace en varias obras literarias de la ¨¦poca, como el Guzm¨¢n de Alfarache de Mateo Alem¨¢n, contempor¨¢neo de Cervantes y donde se cita a la mujer barbuda de Pe?aranda, dando a entender con ello la fama de la citada. ¡°H¨ªceme pupilo teniendo por mejor tropellar con el qu¨¦ dir¨¢n de ver un jay¨¢n como yo, con tantas barbas como la mujer de Pe?aranda¡±
El otro caso de intersexualidad lo tenemos en el cuadro firmado por Jos¨¦ de Ribera, m¨¢s conocido como El Espa?oleto, y titulado La mujer barbuda. Si en el cuadro de Cot¨¢n se nos presenta un retrato sobrio y que s¨®lo el t¨ªtulo desvela el fen¨®meno de la retratada, en el caso de El Espa?oleto, la tensi¨®n entre el g¨¦nero masculino -representado por la barba- y el g¨¦nero femenino -representado por el pecho amamantando a un ni?o- consigue transmitirnos un efecto inquietante. Se llamaba Magdalena Ventura y tras ella aparece la figura del hombre que es su marido.
Ambos cuadros son ejemplo de lo que se conoce cient¨ªficamente como hirsutismo, es decir, la producci¨®n exagerada de andr¨®genos que trae el desarrollo excesivo del vello en el cuerpo de la mujer debido a una descompensaci¨®n de las gl¨¢ndulas suprarrenales o, en casos menos frecuentes, una afecci¨®n de los ovarios. Sin embargo, en la ¨¦poca que nos ocupa se especul¨® con otras causas cercanas al g¨¦nero fant¨¢stico.
Sin ir m¨¢s lejos, el cirujano franc¨¦s Ambroise Par¨¦, en su tratado Des monstres et prodiges de 1585 se?al¨®, como causa principal, el temperamento de la mujer, pues, al ser m¨¢s fr¨ªo que el del hombre, no permite que salga lo que ¡°queda atado a su interior¡±. Sin embargo, con el tiempo, el calor se hace robusto y la naturaleza oculta se desata, seg¨²n escribe el cirujano franc¨¦s en un claro ejemplo, no s¨®lo de misoginia, sino de la estrechez de miras de la medicina de aquellos tiempos. Por si no quedase claro, dispuesto a mostrar la desigualdad entre sexos, Ambroise Par¨¦ se reafirma unas l¨ªneas m¨¢s adelante, cuando apunta que nunca encontramos el ejemplo de un hombre que se haya convertido en mujer debido a que la Naturaleza tiende siempre a la perfecci¨®n.
Por otro lado, el m¨¦dico Juan Huarte de San Juan se aproximar¨ªa al fen¨®meno en su famoso tratado Examen de ingenios para las ciencias, fechado en Baeza en 1575, cuando nos habla de la transmutaci¨®n genital, siendo esta la causante del ¡°aire de var¨®n¡± en las hembras. Seg¨²n ¨¦l, la causa del hirsutismo era la transmutaci¨®n de los humores corporales, pudiendo estos mudar en el vientre de la madre de igual manera que podr¨ªan transmutar de forma espont¨¢nea despu¨¦s del nacimiento.
Llegados aqu¨ª, y con tales ejemplos, no es arriesgado afirmar que la medicina de aquella ¨¦poca utilizaba elementos fant¨¢sticos para a?adirlos, sin ning¨²n tipo de rigor, a los diagn¨®sticos facultativos en un claro af¨¢n por alcanzar el vuelo de aquel caballo volador que llev¨® por nombre Clavile?o.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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