En primera fila: yo estuve all¨ª

ESTAR EN PRIMERA fila de un concierto es un lujo. Literalmente. La m¨²sica es un negocio y los conciertos est¨¢n controlados ahora por grandes corporaciones que cobran por todo. Hace pocos a?os, los que consegu¨ªan estar cerca del escenario se levantaban muy temprano y les costaba mucho esfuerzo llegar hasta all¨ª.

Ahora lo que cuesta es mucho dinero. Esa zona de privilegio tiene suplemento considerable, aunque esto solo sucede con los grandes artistas que tocan en festivales o estadios. En las salas peque?as, si madrugas un mont¨®n, esperas horas en la cola y cuando abren las puertas corres, acabas pillando valla casi seguro. ?Merece la pena tanto esfuerzo/dispendio? Sin duda.

La cercan¨ªa lo es todo. Desde all¨ª puedes ver detalles que a la mayor¨ªa se le escapan. A Lars Ulrich, de Metallica, cambiando de baquetas en cada canci¨®n. A David Byrne y su banda, actuando descalzos en la ¨²ltima gira. La emoci¨®n que oblig¨® a Pete Townshend, de los Who, a derramar una l¨¢grima al sentir la apasionada respuesta del p¨²blico en el primer show en Espa?a. Que Klaus Meine, de Scorpions, cuando canta Wind of Change, pone las manos a los lados del micr¨®fono para disimular que los silbidos iniciales son playback. Que Mark Knopfler toca la guitarra con los dedos y Brian May no usa p¨²as, sino monedas. Y hablando de p¨²as... Muchas de las que usan los guitarristas tienen sus nombres y son preciados objetos de coleccionismo. Al final de la actuaci¨®n es costumbre que haya reparto y suelen volar en todas las direcciones como confeti. Hay que ser r¨¢pido para cogerlas, al vuelo o arrastr¨¢ndonos por el suelo pringoso. Pero cuando logras una¡­ Entonces puedes decir con orgullo: ¡°?Yo estuve all¨ª!¡±.?