La Espa?a que nos separa
Tenemos la paradoja de un gobierno que libra batallas culturales progresistas, estigmatiza moralmente al adversario y probablemente tendr¨¢ que prorrogar el presupuesto del PP
El acuerdo con el PP para el Consejo General del Poder Judicial fue, como ha escrito Mariano Gista¨ªn, el primer ¨¦xito real del Gobierno de Pedro S¨¢nchez. Dur¨® unos d¨ªas. En muchas otras cosas, la hiperactividad propagand¨ªstica apenas tapa una fragilidad que nos acerca a la par¨¢lisis, a pesar de los equipos solventes y las buenas intenciones. El objetivo no es gobernar, sino permanecer. As¨ª, los ministros no dimiten o siguen en el cargo por la gravedad de su transgresi¨®n, sino por lo que puedan comprometer al l¨ªder al hacer una cosa u otra. Aunque el Gobierno ha logrado se?alar o reivindicar algunos asuntos ¡ªdesde la pobreza infantil al feminismo¡ª, incurre en contradicciones, abusa del decreto ley y organiza maniobras de distracci¨®n que acaban convirti¨¦ndose en chapuzas: de la exhumaci¨®n de Franco a la pol¨¦mica de las hipotecas.
Espa?a, se?alaba Claudi P¨¦rez, est¨¢ mal preparada para la pr¨®xima crisis y el debate se reduce a la demoscopia. Tenemos la paradoja de un Gobierno que libra batallas culturales progresistas, estigmatiza moralmente al adversario y probablemente tendr¨¢ que prorrogar el presupuesto del PP. Tiene socios inc¨®modos: Podemos da lecciones diarias de irresponsabilidad; los independentistas catalanes exigen pasarelas que socavan la separaci¨®n de poderes. El Partido Popular y Ciudadanos parecen empe?ados en una sobrepuja: la oposici¨®n de los primeros adquiere la deslealtad de quien cree que el pa¨ªs es patrimonio suyo; en el caso de los segundos, predomina un tono bronco de partido cabreado. Esta semana hemos visto un llamativo caso de degradaci¨®n institucional en el Congreso: como dijo el ministro de Exteriores, el diputado Rufi¨¢n esparce serr¨ªn y esti¨¦rcol en el hemiciclo. El desprecio del Gobierno en funciones de Rajoy, al no someterse al control parlamentario, fue menos gr¨¢fico pero m¨¢s grave: como ocurrir¨¢ con otras cosas que hace el Gobierno, cuando llega la reprimenda del Tribunal Constitucional, el mal ya est¨¢ hecho. La pol¨¦mica por Gibraltar, donde S¨¢nchez se ve obligado a defender los intereses espa?oles ante lo que parece una extralimitaci¨®n del negociador Barnier y un exceso de ingenuidad por nuestra parte, ofrece una inveros¨ªmil oportunidad al presidente: para un l¨ªder con problemas internos, y con aliados que siembran dudas sobre su patriotismo, encontrar un adversario exterior es el truco m¨¢s viejo del libro. Solo falta saber si Rivera y Casado tardar¨¢n mucho en acusarlo de envolverse en la bandera. @gascondaniel
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