Pasos contados
El sistema ofrece salidas pol¨ªticas antes de una convocatoria electoral anticipada
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, y algunos de sus ministros han sugerido la posibilidad de un adelanto electoral en el supuesto de no alcanzar una mayor¨ªa parlamentaria para aprobar los Presupuestos. La nueva alternativa que parece contemplar el Ejecutivo desmiente la que manejaba hace pocas semanas, en el sentido de prorrogar las cuentas en vigor e introducir correcciones mediante decretos leyes. Estos vaivenes a cuenta de los Presupuestos y la continuidad de la legislatura est¨¢n deteriorando el cr¨¦dito pol¨ªtico de un Gobierno que ha jugado innecesariamente con ¨¦l en demasiadas ocasiones, pero han provocado ahora el parad¨®jico efecto de abrir un estrecho resquicio que podr¨ªa conducir al debate parlamentario de las cuentas p¨²blicas, y a su dif¨ªcil, pero no imposible, aprobaci¨®n.
La raz¨®n de fondo detr¨¢s de este aparente contrasentido se encuentra en la pugna por el liderazgo en el campo independentista, atrapado entre la necesidad de recuperar un cierto pragmatismo tras el fracaso de la v¨ªa unilateral y el deber de reconocer su error ante unas bases a las que movilizaron con un programa de m¨¢ximos. El president Torra apuesta por no enfrentar siquiera esta disyuntiva, pero la necesidad de que la Generalitat apruebe sus propios Presupuestos le obliga a buscar un equilibrio m¨¢s sofisticado.
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La modulaci¨®n del discurso independentista ante la posibilidad de provocar el fin de la legislatura, observado en los ¨²ltimos d¨ªas, demuestra que especular con no presentar los Presupuestos en el plazo se?alado por la Constituci¨®n no era una opci¨®n pol¨ªticamente ventajosa para el Gobierno, adem¨¢s de atentar contra el correcto funcionamiento de las instituciones: un Ejecutivo que no logra articular una mayor¨ªa en torno a la ley de Presupuestos est¨¢ obligado a disolver las C¨¢maras y convocar a las urnas. Con todo, la realidad pol¨ªtica sobre la que deben operar estos principios no es sencilla, puesto que el Gobierno se apoya en un grupo parlamentario minoritario, la Mesa del Congreso y el Senado est¨¢n bajo el control de una oposici¨®n cerrada a los acuerdos, y el pa¨ªs sigue enfrentado a dos tareas inaplazables: aliviar la situaci¨®n de los ciudadanos m¨¢s afectados por la crisis econ¨®mica y encauzar el conflicto con el independentismo catal¨¢n. A ello se suma la alta probabilidad de que esta encrucijada pol¨ªtica endiablada no quede despejada por unas elecciones que, a tenor de las encuestas, no modificar¨ªan sustancialmente el panorama parlamentario.
Pero ninguna de estas circunstancias aconseja recurrir a v¨ªas extraordinarias para prolongar la legislatura, como ha considerado el Gobierno, ni tampoco a obviar los pasos contados que exige el sistema, como da a entender la oposici¨®n. Las l¨ªneas de fractura detr¨¢s de una situaci¨®n como la actual son suficientemente graves como para permitir que se sigan ocultando mediante gestos cada vez m¨¢s broncos, convirtiendo los Presupuestos en el simple da?o colateral de una irresponsable batalla de todos contra todos. El sector independentista que se sirve del president Torra como ariete promueve un cuanto peor, mejor, intentando que un nuevo Gobierno central opte por la confrontaci¨®n y confiando en obtener una mayor¨ªa independentista reforzada una vez que el Tribunal Supremo dicte las sentencias, de manera que la quimera de la mediaci¨®n internacional a la que todav¨ªa se aferra tenga sentido. Frente a esta estrategia, los sectores m¨¢s pragm¨¢ticos del independentismo no pueden seguir manteni¨¦ndose a la expectativa, siempre recelando del atractivo que los discursos m¨¢s radicales puedan conservar entre sus respectivos electorados. Pero tampoco el Partido Popular y Ciudadanos pueden seguir ignorando el riesgo de convertirse en sus cooperadores necesarios, empe?ados en arrebatarse mutuamente el espacio electoral que comparten por la v¨ªa de bloquear las salidas pol¨ªticas que todav¨ªa ofrece el sistema, antes de una convocatoria electoral anticipada.
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