Vox: ?Constitucionalismo iliberal?
Si en alg¨²n momento llegan al poder en nuestro pa¨ªs partidos pol¨ªticos extremistas, solo unas instituciones s¨®lidas podr¨¢n garantizar la pervivencia de nuestras libertades pol¨ªticas
Escondida entre otras propuestas, digamos, m¨¢s llamativas, hemos podido ver estos d¨ªas que el partido Vox propone la eliminaci¨®n del Tribunal Constitucional, y la atribuci¨®n de las funciones de enjuiciamiento de constitucionalidad a una Sala del Tribunal Supremo. Dado que Vox ha articulado una narrativa pol¨ªtica cargada de estridencias, desde el discurso anti-inmigraci¨®n hasta el catolicismo identitario, es probable que muchos ciudadanos piensen que la reforma de nuestro modelo de revisi¨®n de constitucionalidad es una cuesti¨®n menor en todo este asunto. Pero no lo es. En realidad, dicha reforma est¨¢ en el coraz¨®n mismo de todo lo que de peligroso tiene Vox.
En el continente europeo han convivido tradicionalmente dos aproximaciones al constitucionalismo. El constitucionalismo legal, que impera en pa¨ªses como Espa?a y Alemania, se basa en la existencia de fuertes l¨ªmites jur¨ªdicos al poder, dise?ados para evitar la tiran¨ªa: una constituci¨®n r¨ªgida que est¨¢ por encima de los poderes p¨²blicos y un Tribunal Constitucional que garantiza su eficacia y la protecci¨®n de los derechos fundamentales. En el llamado constitucionalismo pol¨ªtico, que impera en Reino Unido, los l¨ªmites al poder son igualmente fuertes, pero no son legales sino pol¨ªticos. Ausente el Tribunal Constitucional, siendo soberano el Parlamento, es precisamente esta ¨²ltima instituci¨®n, as¨ª como los mecanismos electorales y de accountability, los que limitan al poder, evitando abusos.
Este par de aproximaciones al constitucionalismo, tradicionales en nuestro continente, se ha visto recientemente complementado con una aproximaci¨®n nueva, y mucho menos garantista. Se trata de lo que podr¨ªamos llamar "constitucionalismo iliberal". En esta aproximaci¨®n, los l¨ªmites al poder se relajan, permitiendo el dominio por parte del Ejecutivo de la vida p¨²blica. Ejemplos de ello ser¨ªan los modelos que tratan de implantar los gobiernos actuales de Rusia, Hungr¨ªa y Polonia. El constitucionalismo iliberal frecuentemente degenera en reg¨ªmenes h¨ªbridos, que mantienen una apariencia democr¨¢tica pero no son democracias plenas.
La propuesta de Vox de eliminar el Tribunal Constitucional debe analizarse a la luz de este contexto constitucional. En principio, el debate sobre la reforma de las instituciones es leg¨ªtimo. Muchas democracias impecables funcionan sin Tribunal Constitucional, desde el antedicho Reino Unido a Noruega, Suecia o los Pa¨ªses Bajos. Es m¨¢s, la reforma que propone Vox parece a priori similar al modelo de Estonia, donde el monopolio de constitucionalidad est¨¢ atribuido a una Sala del Tribunal Supremo. Sin embargo, creo que caben dos importantes objeciones a la reforma propuesta por Vox.
La primera de ellas es que, aunque muchas democracias consolidadas funcionan sin Tribunal Constitucional, son pocas las democracias j¨®venes que lo hacen, al menos en Europa. Los tribunales constitucionales son un instrumento ideado para estabilizar la democracia y la protecci¨®n de los derechos humanos en pa¨ªses que han padecido dictaduras duraderas. Los tribunales constitucionales se?alan la voluntad de una comunidad pol¨ªtica de regirse por principios democr¨¢ticos. En este sentido, es cierto que Reino Unido funciona bien sin Tribunal Constitucional, pero no es menos cierto que Espa?a no es Reino Unido.
El segundo argumento tiene, creo, incluso m¨¢s importancia. Se trata de que Vox no ha presentado la letra peque?a de su propuesta, y es aqu¨ª donde pueden aparecer los problemas. Poco sabemos de su nueva, pretendida, Sala de lo Constitucional del Tribunal Supremo. ?Qui¨¦n elegir¨ªa a sus miembros? ?Qu¨¦ competencias tendr¨ªa? ?Tendr¨ªa poderes para proteger las instituciones democr¨¢ticas y los derechos fundamentales de forma independiente?
Estas cuestiones son de una importancia vital, pues la perspectiva comparada no es halag¨¹e?a. Cuando otros partidos de ideario similar al de Vox han llegado al poder, su primera actuaci¨®n ha sido asaltar los tribunales constitucionales. En Polonia y en Hungr¨ªa, las jurisdicciones constitucionales han sido radicalmente modificadas para ponerlas al servicio del Gobierno. En lugar de incrementar la independencia de los tribunales constitucionales, los gobiernos iliberales de estos pa¨ªses han tratado de subyugarlos, recortando sus poderes, bloqueando su actuaci¨®n o llen¨¢ndolos de magistrados afines. No es sorprendente. Lo que tratan de hacer estos gobiernos es alterar la jerarqu¨ªa tradicional del constitucionalismo liberal, seg¨²n la cual la Constituci¨®n est¨¢ por encima de los poderes p¨²blicos. En lugar de esto, en el constitucionalismo iliberal, el Ejecutivo est¨¢, de facto y mediante el asalto al Tribunal Constitucional, por encima de la Constituci¨®n.
La propuesta de Vox de suprimir el Tribunal Constitucional puede parecer anecd¨®tica, pero es en realidad de una importancia capital. Si en alg¨²n momento llegan al poder en nuestro pa¨ªs partidos pol¨ªticos extremistas, solo unas instituciones s¨®lidas podr¨¢n garantizar la pervivencia de nuestras libertades pol¨ªticas. Una jurisdicci¨®n constitucional sana e independiente puede ser una de ellas. Los partidos pol¨ªticos iliberales ya se han dado cuenta de esto, y por eso tratan de poner las instituciones a su servicio all¨¢ donde gobiernan. Frente a ello, la ciudadan¨ªa debe reclamar instituciones que cumplan su funci¨®n democr¨¢tica, pues solo podemos ser libres en el contexto de instituciones que hagan posible nuestra libertad.
Pablo Jos¨¦ Castillo Ortiz es doctor en Derecho y Ciencias Pol¨ªticas, y profesor de derecho en University of Sheffield (Reino Unido).?
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