No estamos solos
Lo que nos ocurre no es tan distinto de lo que les ocurre a los otros: los Estados Unidos de Trump, el Reino Unido del Brexit, la Polonia de Kaczynski
DURANTE LA presentaci¨®n en Barcelona de La rebeli¨®n interminable, el ¨²ltimo libro de Llu¨ªs Bassets, ¨¦ste y su presentador, el tambi¨¦n periodista Josep Cun¨ª, se?alaron que el proceso separatista catal¨¢n constituye la versi¨®n local de una crisis pol¨ªtica global que comporta en todo Occidente la sustituci¨®n de las ideolog¨ªas democr¨¢ticas tradicionales por populismos como m¨ªnimo dudosamente democr¨¢ticos. ¡°Cuando el proc¨¦s empez¨®, pens¨¢bamos que era una historia muy nuestra¡±, afirm¨® Bassets. ¡°Pero acabamos por darnos cuenta de que es nuestra manera de vivir una historia general¡±.
As¨ª es. No se trata, por supuesto, de que la crisis catalana no tenga rasgos propios; se trata de que es tambi¨¦n una crisis espa?ola y europea y occidental, una crisis que nace sobre todo (aunque no s¨®lo) de la crisis econ¨®mica de 2008 y que se manifiesta de forma peculiar en cada pa¨ªs: no es lo mismo lo que ocurre en los Estados Unidos de Trump, el Reino Unido del Brexit, la Italia de Salvini, la Polonia de Kaczynski o la Hungr¨ªa de Orb¨¢n que lo que ocurre en Catalu?a, pero no se puede entender del todo lo que ocurre en Catalu?a sin entender un poco lo que ocurre en esos pa¨ªses. Quiero decir que, igual que para entender lo que pasa hoy en Europa es indispensable entender lo que pas¨® en los a?os treinta, tras otra crisis econ¨®mica global ¡ªla ¨²nica manera de hacer algo ¨²til con el futuro consiste en tener el pasado siempre presente: en cuanto olvidas los errores del pasado, ya est¨¢s listo para repetirlos¡ª, es indispensable entender a los otros para entendernos a nosotros y acabar con esa ceguera que induce a pensar que a nadie le ocurre lo que nos ocurre, que nuestros problemas son s¨®lo nuestros y que s¨®lo atendiendo a lo nuestro conseguiremos resolverlos. Por eso es tan ¨²til leer sobre lo que les ocurre a los otros para saber lo que nos ocurre a nosotros. Leer, por ejemplo, un ensayo de Anne Applebaum, publicado en Letras Libres (n? 206), sobre lo que est¨¢ sucediendo en Polonia y Hungr¨ªa, y comprobar que muchas de las lacras que socavan aquellas democracias socavan tambi¨¦n la nuestra: la reducci¨®n demag¨®gica de la democracia al voto y la alergia a cualquier mediaci¨®n independiente, como la justicia; la atribuci¨®n de todos los males al otro; el rencor y el arribismo como carburante de la justa rebeli¨®n contra las ¨¦lites; el control de unos medios de comunicaci¨®n convertidos en instrumentos de propaganda; la exaltaci¨®n de la emoci¨®n y el desprecio de la raz¨®n; el uso masivo de la mentira como instrumento pol¨ªtico. ¡°La de Catalu?a es una crisis de opulencia, de cansancio del ¨¦xito¡±, dijo tambi¨¦n Bassets en la presentaci¨®n de su libro. ¡°Los ¨²ltimos 40 a?os han sido los mejores en la historia de Catalu?a¡±. La ¨²ltima afirmaci¨®n es una evidencia hist¨®rica que conviene repetir a diario en esta ¨¦poca que ha sacralizado la memoria y en consecuencia olvida con m¨¢s rapidez que nunca. En cuanto a la opulencia y el cansancio del ¨¦xito, han provocado sobre todo dos cosas: aburrimiento y soberbia. Sobre la importancia del aburrimiento nunca se insistir¨¢ lo suficiente. Se dice a menudo que el separatismo catal¨¢n es ante todo juvenil. Falso; y basta ver fotos de cualquier acto de la ANC para comprobarlo. Claro que hay muchos j¨®venes separatistas, sobre todo en zonas rurales, pero hay much¨ªsimas personas mayores que, enfrentadas a un declive vital desprovisto de alicientes, han encontrado en el separatismo una utop¨ªa con que llenar sus ¨²ltimos a?os de emociones colectivas fuertes y sin riesgos. Por lo dem¨¢s, fue la soberbia la que llev¨® a los gobernantes catalanes a creer que estaban por encima de la ley y que pod¨ªan derogar de facto el Estatuto de Catalu?a y violar una y otra vez la Constituci¨®n sin que nada les ocurriera, mientras esperaban que el Estado democr¨¢tico se derrumbase pleg¨¢ndose a sus exigencias, como si fuesen dioses y no simples mortales.
No: lo que nos ocurre a nosotros no es tan distinto de lo que les ocurre a los otros, aunque tenga matices distintos. Esto no es s¨®lo un consuelo; como entender del todo un problema es empezar a resolverlo, quiz¨¢ sea tambi¨¦n el principio de la soluci¨®n.?
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