Por qu¨¦ jugamos si lo m¨¢s probable es perder
La evoluci¨®n dot¨® a los seres humanos de mecanismos que favorecieron su supervivencia pero pueden impulsarle a tomar decisiones irracionales
Dice el t¨®pico que la loter¨ªa es un impuesto para la gente que no sabe de matem¨¢ticas, pero es probable que quien lo acu?¨® supiese algo sobre esta ciencia, pero poco del comportamiento humano. El escritor Fi¨®dor Dostoyevski, autor de El Jugador, conoc¨ªa bien la psicolog¨ªa humana y las probabilidades de ganar en las apuestas, pero no pudo sustraerse a su embrujo. En una carta a su mujer, aseguraba que siempre hab¨ªa odiado el juego, pero cuando recibi¨® cierta cantidad de dinero acudi¨® a jugar con la idea ¡°de aumentar aunque s¨®lo fuera m¨ªnimamente [sus] recursos¡±. ¡°Ten¨ªa tanta confianza en ganar algo¡¡±, confesaba. Sin embargo, pronto vio que se enga?aba a s¨ª mismo: ¡° Al principio perd¨ª muy poco, pero cuando comenc¨¦ a perder, sent¨ªa deseos de desquitar lo perdido y cuando perd¨ª a¨²n m¨¢s, ya fue forzoso seguir jugando para recuperar aunque s¨®lo fuera el dinero necesario para mi partida, pero tambi¨¦n eso lo perd¨ª¡±.
Ser consciente de que el juego existe como negocio porque casi todos pierden puede hacer que no se apueste tanto, pero no impide que muchos sigan haci¨¦ndolo, igual que millones de personas en todo el mundo fuman pese a conocer su v¨ªnculo con el c¨¢ncer. ¡°Por un lado, las personas nos manejamos mal con la probabilidad y el conocimiento a veces no ayuda. Hay personas, como algunos inform¨¢ticos, que creen que pueden controlar el juego, y por eso se arriesgan m¨¢s y acaban teniendo problemas¡±, afirma Mariano Ch¨®liz, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa B¨¢sica de la Universidad de Valencia.
Cuando se celebre el sorteo de la loter¨ªa de Navidad, el pr¨®ximo d¨ªa 22 de diciembre, de media, cada espa?ol se habr¨¢ gastado m¨¢s de 60 euros en loter¨ªa. En una costumbre tan extendida se ve la gran cantidad de motivaciones que nos empujan al juego, desde la posibilidad de ganar una cantidad de dinero que nos cambie la vida, al gusto de compartir una tradici¨®n con familia y amigos o el miedo a convertirnos en el ¨²nico pobre de nuestro trabajo. Pero seg¨²n explica el psic¨®logo Mark Griffiths, cuando el juego sin consecuencias empieza a tener rasgos patol¨®gicos, esa variedad de motivaciones se reducen y, como le contaba Dostoyevsky a su esposa, ganan peso ¡°la preocupaci¨®n con ganar dinero y reducir las p¨¦rdidas¡±.
Durante mucho tiempo, los psiquiatras consideraban que el juego patol¨®gico se parec¨ªa m¨¢s a un comportamiento compulsivo que a una adicci¨®n. Seg¨²n este planteamiento, los adictos acabar¨ªan atrapados buscando aliviar su ansiedad y no el intenso placer que se siente cuando se consume una droga como la coca¨ªna. Sin embargo, la investigaci¨®n ha observado que, en muchos casos, los efectos del juego y de algunas sustancias no son tan diferentes.
Nuestra capacidad para transformar el entorno ha convertido caracter¨ªsticas que nos ayudaron a sobrevivir y prosperar en rasgos peligrosos. La creaci¨®n de un mundo con comidas hipercal¨®ricas omnipresentes hizo que los apetitos por ese tipo de alimentos, importantes para sobrevivir en entornos de escasez, nos abocasen a la obesidad. Las drogas, y por lo que se sabe ahora, tambi¨¦n el juego, aprovecharon el sistema de recompensas que utiliza nuestro cerebro para impulsarnos a buscar comida o sexo. La liberaci¨®n de dopamina produce un placer que refuerza determinados h¨¢bitos, pero el sistema se descontrola cuando la coca¨ªna o las anfetaminas generan cantidades ingentes del neurotransmisor con la consiguiente explosi¨®n de placer y, en algunos casos, la necesidad de repetir con frecuencia la operaci¨®n.
Algunos estudios sugieren que las personas con mayor inclinaci¨®n a las adicciones tienen un mecanismo de recompensa poco sensible. Esa caracter¨ªstica les hace buscar activarlo a trav¨¦s de actividades arriesgadas, como apostar mucho dinero. La relaci¨®n entre el mecanismo de la recompensa y las adicciones se observa entre las personas con p¨¢rkinson, una enfermedad que surge por la muerte de las neuronas encargadas de producir la dopamina. Para compensar ese d¨¦ficit, reciben f¨¢rmacos que incrementan sus niveles de dopamina y se cree que esa medicaci¨®n puede estar detr¨¢s de la gran cantidad de estos pacientes que comienzan a jugar de forma patol¨®gica, entre un 3 y un 6% frente a entre el 0,25 y el 2% de la poblaci¨®n general.
Susana Jim¨¦nez-Murcia, responsable de la Unidad de Juego Patol¨®gico del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB), en Barcelona, se?ala que no todos los pacientes buscan lo mismo en el juego. ¡°Hay personas que juegan en casinos o realizan apuestas online muy arriesgadas en los que el motor ser¨ªa la b¨²squeda de placer, pero en el jugador de m¨¢quinas tragaperras, por ejemplo, se tratar¨ªa m¨¢s de regular estados de ¨¢nimo negativos, evitar tristeza, estr¨¦s o insatisfacci¨®n con la vida¡±, explica. ¡°Nos movemos a veces en un continuo entre la b¨²squeda de excitaci¨®n y otros casos en los que vemos un comportamiento m¨¢s compulsivo¡±, a?ade.
Los juegos, como las drogas o determinados alimentos, no tienen todos el mismo potencial adictivo. ¡°Los juegos pasivos, como la loter¨ªa, tienen muy poco potencial adictivo, y luego hay otros, como las m¨¢quinas tragaperras, que son el principal problema en Espa?a, que son muy adictivas, porque el juego es muy r¨¢pido¡±, indica. Otra de las modalidades que est¨¢ creciendo y que ya es la principal entre las personas de entre 18 y 30 a?os son las apuestas deportivas, presenciales u online. Este tipo de juego, no siempre tan inmediato como las tragaperras, tiene su atractivo en que puede jugarse en grupo, como la loter¨ªa, y da al jugador la sensaci¨®n de que puede controlarlo gracias a su conocimiento del deporte y a su pensamiento estrat¨¦gico.
Pero incluso con los juegos menos adictivos se dan casos de comportamientos patol¨®gicos. ¡°Un 10% de las personas que vienen a consulta lo hacen por loter¨ªas¡±, apunta Jim¨¦nez-Murcia. Generalmente, se trataba de personas en edad avanzada y, como en otros casos de adicciones al juego, provenientes de entornos sociales desfavorecidos y con bajos niveles de estudio. ¡°Est¨¢ descrito que personas en situaciones econ¨®micas complicadas y con menor nivel de estudios pueden ser m¨¢s vulnerables a caer en la idea de que el juego te puede arreglar la vida¡±, afirma. Ch¨®liz considera que las adicciones ¡°no distinguen de clases sociales, aunque si tienes menos dinero es probable que tengas problemas antes¡±. Un estudio sociol¨®gico sobre el juego realizado en Euskadi indicaba que las personas de las personas con bajo nivel socioecon¨®mico acud¨ªan m¨¢s a pedir ayuda para este tipo de adicciones.
Aunque la gran mayor¨ªa de la gente puede jugar sin engancharse, Ch¨®liz recuerda que se trata, como el consumo de alcohol u otras sustancias, de una actividad de riesgo, y da un consejo para evitar problemas que habr¨ªa suscrito el mismo Dostoyevski: ¡°Se puede jugar por si se gana, pero nunca para ganar dinero¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.