El mal
El 9 de septiembre de 2001, nadie cerr¨® la ventana. Jorge Baron Biza se lanz¨® al vac¨ªo desde un duod¨¦cimo piso
En Eterna Cadencia, una excelente librer¨ªa de Buenos Aires, me aconsejaron que leyera El desierto y su semilla. Recordaba vagamente la historia de los Baron Biza, pero ignoraba que existiera esa obra. No me siento capaz de valorar su calidad literaria. Es demasiado potente, demasiado devastadora, como para entretenerse en juicios est¨¦ticos.
Ra¨²l Baron Biza (1899-1964) fue terrateniente, escritor, pol¨ªtico progresista, exiliado, porn¨®grafo, seductor y muchas cosas m¨¢s. Su primera esposa, la actriz suiza Rosa Rossi Hoffman, conocida en el cine como Myriam Stefford, muri¨® al estrellarse la avioneta que pilotaba. Baron Biza hizo erigir sobre su tumba un obelisco de 82 metros. Cuando conoci¨® a la que ser¨ªa su segunda esposa, Clotilde Sabattini, hija del gobernador de C¨®rdoba, ella ten¨ªa 16 a?os y ¨¦l 36. Se casaron al a?o siguiente, en 1935. Tuvieron tres hijos y una relaci¨®n tormentosa, abundante en demandas de divorcio y reconciliaciones. El domingo 16 de agosto de 1964, Ra¨²l y Clotilde se citaron con sus abogados para hablar nuevamente de divorcio. Ra¨²l, con una sonrisa, arroj¨® ¨¢cido a la cara de Clotilde.
El libro El desierto y su semilla empieza justo en ese momento. Su autor es Jorge Baron Biza, hijo menor de la pareja. Jorge acompa?¨® a su madre al hospital y permaneci¨® a su lado durante a?os, mientras ella, con la calavera apenas cubierta de unos jirones de carne, viajaba por Europa de un quir¨®fano a otro. Ra¨²l Baron Biza, el padre, estaba ya muerto: horas despu¨¦s de agredir a su mujer se dispar¨® en la sien. Hallaron su cad¨¢ver al d¨ªa siguiente, con un vaso de whisky en una mano y un rev¨®lver en la otra.
Madre e hijo pasaron mucho tiempo en Mil¨¢n, en manos de un cirujano. Antes del ¨¢cido, Clotilde Sabattini hab¨ªa desarrollado una valiente carrera pol¨ªtica (fue encarcelada en 1940 por el Gobierno militar) y se hab¨ªa convertido en una pedagoga eminente. Con el tiempo lleg¨® a recuperar un rostro, lleno de cicatrices. Particip¨® en el retorno de la democracia a Argentina, en 1978. Ese mismo a?o se suicid¨®, arroj¨¢ndose por una ventana. Su hija Mar¨ªa Cristina se suicid¨® 10 a?os despu¨¦s, en 1988.
Jorge termin¨® de escribir El desierto y su semilla en 1995. Por entonces era un cr¨ªtico prestigioso. Present¨® la obra al Premio Planeta y no fue siquiera preseleccionada. ?l mismo la edit¨® y public¨® en 1998, con un texto en la solapa cuyo sarcasmo a¨²n estremece: ¡°Una gran corriente de consuelos afluy¨® hacia m¨ª cuando se produjo el primer suicidio en la familia. Cuando se desencaden¨® el segundo, la corriente se convirti¨® en un oc¨¦ano vacilante y sin condiciones. Despu¨¦s del tercero, las personas corren a cerrar la ventana cada vez que entro en una habitaci¨®n que est¨¢ a m¨¢s de tres pisos. En secuencias como esta qued¨® atrapada mi soledad¡±.
El 9 de septiembre de 2001, nadie cerr¨® la ventana. Jorge Baron Biza se lanz¨® al vac¨ªo desde un duod¨¦cimo piso. Hab¨ªa tenido muchos a?os para reflexionar sobre el mal, la ¨²nica cuesti¨®n filos¨®fica realmente interesante. Hab¨ªa visto el mal muy de cerca. En El desierto y su semilla dice que cuando afecta al hombre, lo hace bajo la misma condici¨®n que tiene en la naturaleza. Y lo despacha con solo tres palabras, distantes y exactas: ¡°Involuntario, total y ausente¡±.
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