El g¨¦nero del mal
Casi hacia el final de esta ¨²nica novela (y casi ¨²nico libro) del escritor argentino Jorge Bar¨®n Biza (Buenos Aires 1942- C¨®rdoba 2001), El desierto y su semilla, su narrador (Mario) comete un acto tan inesperado como horroroso. Una variante de esa misma atrocidad ya la hab¨ªamos conocido antes en la persona del padre (Ar¨®n) del narrador, que hab¨ªa arrojado ¨¢cido clorh¨ªdrico en la cara de su mujer (Eligia).
No hay duda de que estamos ante una manifestaci¨®n art¨ªstica de eso que en la misma novela que comentamos se denomina el "g¨¦nero del mal". Dicho g¨¦nero existe. Y no hay que remontarse hasta el Marqu¨¦s de Sade. Al ensayista italiano Pietro Citati le llama poderosamente la atenci¨®n, en su libro El mal absoluto, que tras veintiocho a?os, a Robinson no le suponga ninguna aflicci¨®n abandonar su c¨®moda isla. Podr¨ªamos "acusarlo de dureza de coraz¨®n", dice Citati. Y ello porque Robinson mantiene una ambigua relaci¨®n con el mal, conjetura el ensayista. Es lo que en cierta manera le ocurre a Mario. No est¨¢ seguro de amar a Dina (incluso preferir¨ªa no amarla ni ser amado por ella), la prostituta que conoce en Mil¨¢n, mientras su madre (Eligia) es sometida a una intervenci¨®n quir¨²rgica para reponer los trozos de carne que el ¨¢cido que le arroj¨® su marido pulverizaron. Sabemos que el libro que escribe Mario, el libro que leemos, registra dicha intervenci¨®n, la convalecencia de su madre, los paseos con Dina por la invernal y brumosa Mil¨¢n, el recuerdo de su padre (Ar¨®n, tambi¨¦n escritor), el inmediato suicidio de ¨¦ste despu¨¦s de la espantosa agresi¨®n.
EL DESIERTO Y SU SEMILLA
Jorge Bar¨®n Biza
451 Editores. Madrid, 2007
296 p¨¢ginas. 17,50 euros
El desierto y su semilla se pu
blic¨® en Argentina en 1998. La cr¨ªtica la recibi¨® como una de las mejores novelas argentinas de la d¨¦cada. El lector espa?ol no tendr¨¢ noticias de Jorge Bar¨®n Biza. Ning¨²n manual de enjundia lo cita. Ni tampoco a su padre, Ra¨²l Bar¨®n Biza (1899-1964), pol¨¦mico escritor, ferviente partidario de Irigoyen a la vez que defensor a ultranza de su derrocador el general Uriburu, e introductor del olivo en su pa¨ªs.
Siendo como soy al¨¦rgico a los encuadres biogr¨¢ficos de los libros que rese?o, esta vez he de hacer una peque?a menci¨®n a la vida de Bar¨®n Biza. La materia argumental de El desierto y su semilla no es otra que la propia biograf¨ªa de su autor. Bar¨®n Biza sufri¨® con esta circunstancia. Y sufri¨® con la confusi¨®n que practic¨® la cr¨ªtica respecto a su libro y su vida. ?l defendi¨® siempre la autonom¨ªa de su novela como artefacto de ficci¨®n. La catarsis o el consuelo que esta novela le pudo suponer a su conciencia o a su coraz¨®n, s¨®lo le pertenec¨ªa a ¨¦l. Yo destacar¨ªa su estirpe literaria. Hay en El desierto y su semilla reminiscencias de Roberto Arlt. Algo de sus personajes canallas. Hay en el dibujo de Dina ese aire surrealista y desconcertante de algunos personajes femeninos de Cort¨¢zar. De la lengua literaria, yo destacar¨ªa su mezcla de lengua coloquial y literaria sin aspavientos experimentalistas, y, sobre todo, una p¨¢gina impagable (166) sobre c¨®mo describir un espacio f¨ªsico. En la literatura argentina uno siempre tiene la sensaci¨®n de que autores como Bar¨®n Biza (que como su padre, su madre y su hermana, tambi¨¦n se suicid¨®, arroj¨¢ndose de un doce piso) siempre est¨¢n al acecho. Irrumpen cuando menos se los espera. Un sublime fogonazo de arte imprevisible. El dolor que se palpa en esta novela no s¨®lo es el que ata?e al narrador. No hay dolor individual sin dial¨¦ctica con los otros. Por eso el narrador cita a Goethe: "Al un¨ªsono, el hombre capta el mundo desde s¨ª mismo y a s¨ª mismo desde el mundo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.