Qu¨¦ es (y para qu¨¦ sirve) el Esp¨ªritu navide?o
La Navidad ha pasado de fiesta religiosa a un conjunto de ritos de paso que generan un estado de ¨¢nimo dif¨ªcil de discernir
Como cada a?o, ha llegado la Navidad y todos, con m¨¢s o menos voluntad, hemos cumplido. Hemos hecho las compras pertinentes, hemos visto ¡ªy criticado¡ª el alumbrado navide?o, hemos acudido a la cena de empresa y nos hemos dejado una cantidad de dinero significativa comprando Loter¨ªa. Y lo habremos hecho todo entre la ilusi¨®n y la pereza, apoy¨¢ndonos en la luz de los m¨¢s peque?os cuando lo primero flaqueaba y pensando en la alegr¨ªa de los m¨¢s mayores cuando lo segundo nos reten¨ªa en el sof¨¢.
Aunque en enero aflorar¨¢n las quejas, mostraremos s¨ªntomas de un cierto aburrimiento por tanta reuni¨®n social y juraremos no volver a comer un polvor¨®n m¨¢s en nuestra vida, lo cierto es que la Navidad sigue siendo una etapa emocional. M¨¢s de uno habr¨¢ tenido un gesto de generosidad que en otra ¨¦poca del a?o no tendr¨ªa; m¨¢s de uno habr¨¢ dedicado tiempo a un familiar para el que precisamente eso, el tiempo, es breve. Y m¨¢s de uno se habr¨¢ sorprendido a s¨ª mismo dejando atr¨¢s el hast¨ªo, el cinismo o el mero cansancio para darse a los dem¨¢s. Y a esa sensaci¨®n, a ese hacer por encima de la bondad habitual, le llamamos Esp¨ªritu navide?o.
Aunque es cierto que el peso religioso de la Navidad ha ca¨ªdo respecto a ¨¦pocas anteriores, la Navidad sigue percibi¨¦ndose como una fiesta de congregaci¨®n, particularmente con nuestros seres m¨¢s cercanos. Seg¨²n datos del CIS de diciembre de 2017, m¨¢s del 57% de los espa?oles definen la Navidad como una fiesta familiar, por encima del car¨¢cter religioso (11,1%). Y el 67% considera que es una fiesta propicia para el acercamiento familiar- Entonces, ?c¨®mo ha sobrevivido la Navidad a su desvinculaci¨®n de la religi¨®n?
Los s¨ªmbolos y el calendario
"Uno de los efectos de la cultura como interpretaci¨®n humana de la realidad es el universo simb¨®lico", explica Manuel Fern¨¢ndez del Riesgo, profesor titular jubilado de la Facultad de Filosof¨ªa de una Universidad Complutense de Madrid. Ese universo simb¨®lico se configura en los mitos, en la religi¨®n, en el arte, en la literatura, y en la filosof¨ªa, con lo que el individuo se vincula con el todo: "Intenta afirmar que la realidad es humanamente significativa, o dicho de otro modo, defender la validez de la existencia, una tarea en la que ha destacado el universo simb¨®lico religioso". Y la Navidad, aun despojada de su car¨¢cter religioso, es el s¨ªmbolo m¨¢s poderoso dentro de los pueblos hijos de la tradici¨®n cat¨®lica.
En este sentido, Fern¨¢ndez del Riesgo destaca que el padre de la sociolog¨ªa Emile Durkheim "se?al¨® la importancia de las celebraciones rituales religiosas han jugado en su funci¨®n de integraci¨®n y de cohesi¨®n social". La manera de hacerlo es a trav¨¦s de "un calendario acompa?ado de celebraciones, que pauta el correr del tiempo, manteniendo y reforzando creencias y valores, y los compromisos pr¨¢cticos". Dentro del almanaque, la Navidad tiene como funci¨®n ser una herramienta de cohesi¨®n social. Y en cualquier sociedad, la familia es la unidad grupal b¨¢sica.
Lo cierto es que la Navidad est¨¢ tan incardinada en nuestra sociedad que, a pesar de la p¨¦rdida del cariz religioso de la fiesta para la mayor¨ªa, sigue siendo una fecha de paso ineludible, como muestran los datos del CIS. "Es cierto que la modernidad ilustrada europea promovi¨® un proceso de secularizaci¨®n con la finalidad de liberarnos de los fanatismos religiosos belicosos. Pero este relato emancipatorio secular ha terminado fracasando", explica Fern¨¢ndez del Riesgo. Y ello ha promovido una "sociedad l¨ªquida en la que el consumo desenfrenado en la que la infinidad inagotable de posibilidades hace que impere lo ef¨ªmero", a?ade. Los hechos le dan la raz¨®n: cabe recordar que el 25,5% de los espa?oles definen la Navidad como una ¨¦poca de car¨¢cter comercial.
El regalo como veh¨ªculo
Aparentemente la Navidad, aunque sigue marcada en nuestro calendario, lo est¨¢ ya no como un motivo espiritual, sino comercial. Quiz¨¢ porque ya no somos una sociedad creyente, pero s¨ª somos una sociedad de consumo, y tambi¨¦n una sociedad afectiva, tendemos a expresar nuestro afecto en forma de bien tangible: de regalos que, de alguna forma, simbolizan nuestros sentimientos. "El capitalismo de consumo se apropia de los sentimientos y los provoca", explica Jos¨¦ Santiago, profesor de sociolog¨ªa de la Complutense de Madrid, antes de referir que "los anuncios en torno a la Navidad cambian el estado an¨ªmico de mucha gente".
Es dif¨ªcil negarlo cuando uno tiene en mente anuncios que invocan emociones como la de volver a casa por Navidad. Tampoco lo niega la encuesta del CIS, que refleja que los principales sentimientos ¡ªal margen del acercamiento familiar (67%)¡ª que afloran en estas fiestas son a?oranza de seres queridos (36,3%), alegr¨ªa (21,4%) y buenos sentimientos o generosidad (18,5%). Y que esos sentimientos se vehiculen a trav¨¦s de regalos, que no dejan de ser bienes consumibles, no exagera la percepci¨®n de las fiestas: solo el 4,2% de los encuestados afirma que la Navidad le impulsa a comprar cosas. El mismo porcentaje, por cierto, que afirma que pone de relieve sus sentimientos religiosos.
"La Navidad puede ser entendida como un momento de fusi¨®n social. Dejamos de lado las cosas m¨¢s cotidianas y se vuelve al v¨ªnculo colectivo en torno a la familia y a los amigos", se?ala Santiago. Esa din¨¢mica priorizar a los seres queridos constituye una buena parte de lo que es el Esp¨ªritu navide?o. Y no se concentra en un d¨ªa: como "rito de paso", concede Santiago, se detiene en varias estaciones. Sucede por igual con las campanadas y las uvas de A?o Nuevo, una celebraci¨®n que "al margen de la Nochebuena, de ¨ªndole m¨¢s privada, puede generar un sentimiento de comunidad para muchas personas". Y tambi¨¦n en el d¨ªa de la Loter¨ªa de Navidad, una jornada que "tiene una dimensi¨®n muy p¨²blica: buena parte de la sociedad est¨¢ pendiente de lo mismo en el mismo momento".
Contradicciones y tradiciones navide?as
No obstante, la parte afectiva de la Navidad tambi¨¦n puede ser negativa. El 18% de los espa?oles dice pasarla entre sentimientos de tristeza, melancol¨ªa o agobio. "La Navidad es un estado de ¨¢nimo que es dif¨ªcil de discernir", indica el soci¨®logo Santiago. "Al estar pautada socialmente, te 'toca' tener unos determinados sentimientos, y hay personas que se rebelan contra eso". En una sociedad que "nos impone la felicidad es contradictorio que haya un periodo que d¨¦ espacio a sentimientos opuestos a ese".
Porque la Navidad impone, tambi¨¦n para la aplicaci¨®n del Esp¨ªritu navide?o, un cambio en el ritmo de vida: de la sociedad acelerada que define Halmut Rosa pasamos a una desaceleraci¨®n que dura solo unos d¨ªas. Seg¨²n Santiago, "es un momento de par¨®n que tiene dos lecturas: vivir tiempos m¨¢s tranquilos, retomar cosas que en la vida cotidiana que no pueden aflorar, cuestiones incluso existenciales sobre el sentido de la vida. Pero tambi¨¦n tiene aceleraci¨®n respecto al consumo, al tener que quedar con todo el mundo: amigos, familiares, compa?eros de trabajo¡". En ese contexto de doble velocidad simult¨¢nea no es extra?o que surjan sentimientos de agobio.
Frente a un ideal imposible
En una Navidad calendarizada que invoca a la familia y a la vida lenta, y ante un Esp¨ªritu navide?o que nos conduce a sentimientos bondadosos y concretos, y dentro de un marco comercial y publicitario que dibuja un ideal inalcanzable, es entendible que acabe siendo un foco de ansiedad. Especialmente si optamos por hacer balance de nuestra vida en esas condiciones. "Es un periodo que se hace trampas al solitario", opina Eva Llatser, psic¨®loga colegiada y coach. La sensaci¨®n de no estar a la altura, afectiva o materialmente, con los sentimientos o regalos recibidos genera "tristeza por un sentimiento de culpa, o la sensaci¨®n de no sentir lo que tocar¨ªa sentir, o no saber estar en familia".
Con la Navidad, a?ade Llatser, vienen impuestos una serie de valores, una cierta obligaci¨®n de recordar a los seres queridos que a veces "se enfoca desde la tristeza". Porque nunca podemos competir con un ideal de familia, o porque a veces "ni puedes juntar a toda tu familia ni esta est¨¢ bien avenida. Pero hay que entender que no pasa nada". Enfrentar una realidad personal con un ideal en un entorno donde los sentimientos est¨¢n llamados a aflorar "puede generar frustraci¨®n, pero es una percepci¨®n equivocada".
Que precisamente la Navidad y sus sentimientos asociados sean una tradici¨®n de reuni¨®n familiar antigua conlleva un choque inevitable. "El n¨²cleo familiar est¨¢ cambiando: el valor y concepto de la familia ha variado, hay casos de padres separados, familias monoparentales, familias reconstituidas con hijos de anteriores parejas¡ Queremos mantener una tradici¨®n familiar que se gener¨® en otra casu¨ªstica y sentimientos diferentes ahora es dif¨ªcil hacerlo en los mismos t¨¦rminos" se?ala Llatser. Es complicado integrar el sentimiento tradicional de familia con la realidad que vivimos, pero eso no quiere decir que no sea una familia. Por otra parte, conviene recordar que ir contra lo tradicional "nos pesa, porque en ese entorno tenemos menos capacidad de decidir o dar nuestra opini¨®n al respecto".
Estar como quieres con quien quieres
Llegado enero, volvemos al ritmo acelerado. La cuesta de enero no es solo econ¨®mica, sino tambi¨¦n emocional. Dejamos atr¨¢s un aceler¨®n, el de los d¨ªas previos a las fiestas, de compras, de preparativos, de reuniones familiares, para entrar en esa "invocaci¨®n al ritmo m¨¢s lento, a la ausencia de urgencias" que define Santiago. Y salimos de ¨¦l estrepitosamente, como muy tarde la ma?ana del siete de enero. Y esa vuelta a la realidad es frustrante, aunque dentro de la dicotom¨ªa afectiva que representa la Navidad uno no sabe si la frustraci¨®n es por volver al ritmo normal de las cosas o por dejar atr¨¢s la pausa. Y es f¨¢cil concluir entonces que la Navidad es una patra?a y el Esp¨ªritu navide?o una estafa.
Quiz¨¢ ese d¨ªa, en la vuelta a la vida normal y para o perder el norte, sea conveniente hacernos algunas preguntas: si no fuera por esa Navidad calendarizada y sus impulsores, ya sean religiosos o comerciales, ?pasar¨ªamos ese tiempo en familia? ?Nos permitir¨ªamos ser sentidos y sentimentales? ?Decidir¨ªamos detenernos un d¨ªa, unas horas, y volver a encontrarnos con las personas con las que compartimos ra¨ªces y ancestros? ?Querr¨ªamos volver a lo que somos y disfrutarlo, m¨¢s all¨¢ de cuestionarnos lo que podr¨ªamos ser o compararnos con otros? ?Y no es esa pausa, precisamente, la raz¨®n final para la existencia de un Esp¨ªritu navide?o? ?No es eso exactamente para lo que sirve? ?Y no es, en ¨²ltima instancia, esa alegr¨ªa impuesta pero no impostada y la raz¨®n por la que repetimos a?o tras a?o tras a?o?
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