La fot¨®grafa que retrata la vida cotidiana en los frentes de batalla
Las im¨¢genes de?Lynsey Addario huyen de la ¨¦pica para concentrarse en los rostros y las miradas, en el dolor que arrastran las v¨ªctimas de las guerras, pero tambi¨¦n en los momentos de paz que demuestran que la vida siempre se abre camino
ROBERT CAPA, el gran fot¨®grafo de la guerra de Espa?a y la Segunda Guerra Mundial, dijo una vez que ¡°si la foto no es lo bastante buena, es que no est¨¢s lo bastante cerca¡±. Y despu¨¦s de realizar un viaje con ¨¦l por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el premio Nobel de Literatura John Steinbeck escribi¨® sobre su trabajo: ¡°No puedes fotografiar la guerra porque es fundamentalmente una emoci¨®n. Sin embargo, logr¨® fotografiar esa emoci¨®n buscando en otro lado. Podr¨ªa mostrar el sufrimiento de todo un pueblo a trav¨¦s del rostro de un ni?o¡±. Son dos cualidades que tambi¨¦n pueden encontrarse en el trabajo de la fotorreportera Lynsey Addario (Norwalk, Connecticut, 1973): siempre est¨¢ muy cerca ¡ªa veces tanto que fue secuestrada en Libia en 2011 junto a un equipo de The New York Times¡ª y, como puede verse en las im¨¢genes que acompa?an este texto, es capaz de reflejar todo el dolor de un conflicto en el rostro de un ni?o.
En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Addario ha recorrido los frentes que han marcado la agenda mundial, desde Afganist¨¢n a Irak o Libia, pero ha viajado tambi¨¦n a conflictos olvidados. Su trabajo sobre el sufrimiento de las mujeres de Sud¨¢n y Congo, v¨ªctimas de la violencia sexual como instrumento de guerra, se queda dolorosamente en la memoria por la sencillez con la que retrata los abismos del horror siguiendo la regla de Capa: con primeros planos y retratos que captan a trav¨¦s de una mirada la condensaci¨®n del sufrimiento. En estos a?os de viajes, muchos de ellos para The New York Times, National Geographic o Time, fue madre, lo que agudiz¨® el sesgo humano de sus im¨¢genes. De ninguna de sus fotos de combate se desprende la m¨¢s m¨ªnima ¨¦pica, mientras que subrayan, en cambio, que la vida es capaz de sobrevivir a todo, incluso al peor de los conflictos.
Public¨® en 2015 un libro de memorias, En el instante preciso. Vida de una fot¨®grafa en el amor y en la guerra (Roca Editorial), y acaba de llegar a las librer¨ªas Of Love & War (Penguin Press), un volumen que re¨²ne sus im¨¢genes, pero tambi¨¦n textos y documentos personales, como cartas a su familia en las que cuenta c¨®mo poco a poco el dolor de los dem¨¢s va taladrando su conciencia. ¡°No me veo solo como una fot¨®grafa de guerra¡±, explica por tel¨¦fono desde Londres, donde reside. ¡°Busco muchos otros temas: me preocupo por las crisis humanitarias, por la maternidad. Am¨¦rica, mi pa¨ªs, se ha convertido tambi¨¦n en una historia muy interesante con temas como la pobreza o el control de armas. Y no es todav¨ªa una zona de guerra¡±, agrega entre risas. Sin embargo, a trav¨¦s de sus im¨¢genes se puede seguir el desorden mundial que se abati¨® sobre el planeta despu¨¦s de los atentados de Al Qaeda contra Nueva York y Washington del 11 de septiembre de 2001. En el caso de Afganist¨¢n, su trabajo empez¨® antes, cuando los talibanes todav¨ªa controlaban el pa¨ªs, ya que se instal¨® como freelance en India y r¨¢pidamente comenz¨® a viajar a menudo all¨ª.
¡°La guerra es diferente sobre el terreno a cuando se observa desde fuera. Vemos la destrucci¨®n en las fotos, pero la vida sigue. Por eso busco la existencia cotidiana¡±
La conversaci¨®n telef¨®nica se produce cuando Addario acaba de regresar de uno de los viajes m¨¢s peligrosos y dif¨ªciles de su carrera: Yemen, destrozado por una guerra civil, machacado por los bombardeos de Arabia Saud¨ª y con una hambruna que amenaza a 12 millones de personas. La parte te¨®ricamente controlada por el Gobierno es en realidad una peligrosa tierra de nadie, en manos de milicias, muchas veces cercanas a Al Qaeda. La posibilidad de un secuestro es muy elevada. En la parte controlada por los Huthi, una milicia chi¨ª cercana a Ir¨¢n, los bombardeos saud¨ªes son constantes y en muchas ocasiones sus objetivos son civiles. ¡°Es muy dif¨ªcil entrar en Yemen¡±, se?ala. ¡°Necesitas los permisos de los Huthi y del Gobierno, que no son nada sencillos de conseguir. Por eso ha habido tan poca cobertura. La situaci¨®n humanitaria es un desastre, hay millones de personas en peligro de hambruna, gente viviendo en campos de refugiados improvisados en escuelas o durmiendo en las aceras, porque tienen miedo de que sus casas puedan ser destruidas en cualquier momento. Es un lugar que necesita la atenci¨®n del mundo.
En sus dos libros, su infancia y su familia ocupan una presencia importante, como tambi¨¦n la tienen en sus fotos: en la red social Instagram aparece mucho m¨¢s su biograf¨ªa cotidiana que sus reportajes por medio mundo. Sus im¨¢genes b¨¦licas est¨¢n tambi¨¦n llenas de familias y demuestran que la vida diaria sobrevive incluso en los entornos m¨¢s duros. ¡°La guerra siempre es diferente sobre el terreno a cuando se observa desde fuera. Vemos la destrucci¨®n en las fotos, pero la vida sigue. Por eso en mis coberturas busco la existencia cotidiana: las bodas, las mujeres, los ni?os¡±. Incluso cuando se ha empotrado con las tropas estadounidenses logra ofrecer una mirada distinta de lo que ocurre a su alrededor: busca el rostro ausente de los soldados o retrata a los heridos ¡ªen la estela del mejor Don McCullin en la batalla de Hue durante la guerra de Vietnam¡ª o se fija en los detenidos encapuchados.
Creci¨® en una familia acomodada de Connecticut ¡ªsus padres eran due?os de un sal¨®n de belleza¡ª y r¨¢pidamente supo que quer¨ªa dedicarse al reporterismo. De hecho, estudi¨® un a?o econom¨ªa y ciencias pol¨ªticas en Bolonia, pero pas¨® aquellos meses tomando fotograf¨ªas en las calles de la ciudad italiana y viajando por Europa. Se curti¨® trabajando en Estados Unidos para la agencia Associated Press y alberga un recuerdo especialmente agradecido de su mentor, un veterano agenciero llamado Bebeto, con el que aprendi¨® los trucos del oficio. ¡°Me ense?¨® a leer la luz¡±, recuerda Addario, quien relata c¨®mo examinaba sus im¨¢genes, mientras le mostraba los secretos de la composici¨®n y la ¨®ptica.
Pero sab¨ªa que su carrera deb¨ªa discurrir fuera de su pa¨ªs: primero viaj¨® por Am¨¦rica Latina y luego se instal¨® en Asia. Los atentados del 11-S hicieron saltar por los aires el orden mundial, si alguna vez lo hubo, y este estallido la pill¨® en medio. ¡°Es verdad que el mundo de los reporteros es muy macho¡±, responde sobre si cree que ha sido m¨¢s dif¨ªcil para ella hacerse un hueco siendo mujer. ¡°No he sentido m¨¢s presi¨®n. Es cierto que a veces no he querido ser la mujer que dice la primera: ¡®Es demasiado peligroso, no sigamos adelante¡¯, pero es algo que tambi¨¦n le pasa a los hombres¡±.
Sobre c¨®mo conviven su maternidad ¡ªsu hijo Lukas naci¨® el 28 de diciembre de 2011¡ª y la guerra, asegura que cada vez es m¨¢s consciente del peligro, pero no solo por su familia. ¡°Me secuestraron en Libia y cre¨ªa que iba a morir y perd¨ª a unos amigos muy queridos all¨ª. Eso tambi¨¦n me cambi¨®. Pero sobre todo lo que influye es que las cosas se est¨¢n poniendo muy dif¨ªciles: en muchos lugares ya no hay frentes claros, ya no existe el blanco y negro. En lugares como Yemen o el norte de Nigeria te metes en la carretera equivocada y puedes acabar secuestrada por unos yihadistas¡±. Sin embargo, pese al cambio en las reglas que rigen la vida o la muerte en los conflictos, sigue buscando la vida cotidiana en las guerras, leyendo la luz de las batallas.?
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