Jap¨®n rompe el pacto sobre las ballenas
A partir de julio reanuda la caza de estos majestuosos cet¨¢ceos
La decisi¨®n de Jap¨®n de reanudar a partir de julio la caza comercial de ballenas ha desencadenado una ola de indignaci¨®n y protestas en todo el mundo. Pero en realidad, el anuncio no es una sorpresa. No implica un radical cambio del rumbo mantenido en las ¨²ltimas d¨¦cadas porque Jap¨®n no ha dejado de apresar a estos gigantescos mam¨ªferos marinos, pese a que en 1986 la Comisi¨®n Ballenera Internacional (CBI) prohibi¨® su caza con fines comerciales. Esta moratoria ha permitido que algunas especies que estaban a punto de desaparecer se recuperan y en este par¨¦ntesis de 30 a?os se ha registrado una explosi¨®n de natalidad entre las ballenas jorobadas.
A lo largo de este tiempo, Jap¨®n ha sorteado las restricciones escud¨¢ndose en que los apresamientos respond¨ªan a objetivos cient¨ªficos. Con esta argucia ha capturado cada a?o entre 200 y 1.200 ballenas, que generalmente acababan en el men¨² de los restaurantes. Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial las ballenas sirvieron para combatir las hambrunas de una naci¨®n derrotada y los buques de la Armada fueron convertidos en enormes factor¨ªas pesqueras. En sus mejores temporadas, Jap¨®n lleg¨® a matar hasta 24.000 animales. La situaci¨®n ha cambiado mucho y hoy en d¨ªa la industria ballenera ha entrado en declive. Esta carne solo representa el 0,1% de toda la que se vende en Jap¨®n y es un 2% de la que se consume en Islandia, en gran medida a mayor gloria de los turistas.
Para no entrar en conflicto con el organismo internacional que vela por la conservaci¨®n de la especie, Jap¨®n adopta otra medida taxativa: abandona el CBI. Y para no generar conflictos con sus vecinos de Australia y Nueva Zelanda, Tokio promete que solo cazar¨¢ en sus aguas territoriales y en su zona econ¨®mica exclusiva, lo que equivale a 4,5 millones de kil¨®metros cuadrados. Pero no llevar¨¢ sus arpones a las aguas ant¨¢rticas ni al hemisferio sur.
Jap¨®n no es el ¨²nico pa¨ªs que defiende la caza. Noruega, Islandia y las islas Feroe forman el frente contra un veto internacional que, sin embargo, permite la ¡°cacer¨ªa de subsistencia aborigen¡±, a la que se acogen pueblos de Groenlandia, Rusia, Alaska y algunas poblaciones del Caribe. Estos territorios tienen derecho a cazar la ballena gris, jorobada o minke, pero siempre en un n¨²mero limitado para proteger a estos majestuosos cet¨¢ceos en peligro.
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