Dickens revive en el Madrid del siglo XXI
Jueces y alcaldes a¨²n deben una respuesta a las familias humildes saqueadas, a ser posible sin esperar al Fantasma de las Navidades Futuras
El episodio de la venta de viviendas sociales a los fondos buitre es tal vez el m¨¢s dickensiano de la crisis en Espa?a. Las palabras de Ana Botella asegurando que esas familias humildes a las que se les hab¨ªa concedido un piso solo iban a ¡°cambiar de casero¡± cristalizar¨¢n en nuestros o¨ªdos como el: ¡°?Bah, paparruchas!¡±, de Mr. Scrooge, el usurero que exprim¨ªa a los pobres en Cuento de Navidad, indiferente a su realidad.
Pero aquello fue en 1843 y no en el siglo XXI, cuando el Ayuntamiento que hab¨ªa generado la mayor deuda municipal de Espa?a tras las obras fara¨®nicas de Gallard¨®n decidi¨® vender la empresa de vivienda a dos fondos buitre cuyo objetivo no era precisamente la pol¨ªtica social.
El procedimiento resuelto el viernes por el Tribunal de Cuentas, que ha condenado a la entonces alcaldesa del PP y a su equipo a devolver a las arcas p¨²blicas 25,7 millones de euros, no es el ¨²nico, como esta venta tampoco fue la ¨²nica. Y la sentencia es un avance, pero sigue siendo un quiero y no puedo ante las tropel¨ªas que se cometieron contra los m¨¢s humildes: la condena se produce por malvender las propiedades municipales, pero no por venderlas, que es el verdadero delito social que cometieron las autoridades del PP.
El Tribunal de Cuentas subraya ¡ªen el marco de su competencia¡ª que el comprador en cuesti¨®n tuvo informaci¨®n privilegiada, que no se produjo la concurrencia obligatoria y que el precio fue inferior al de mercado. Se malvendi¨®, por tanto, la propiedad municipal.
Pero no es este el coraz¨®n del problema, sin quitar m¨¦rito a la corrupci¨®n moral que supone hacerlo de esa manera, sino otro: cambiar las reglas de juego a mitad de partido a los inquilinos, muchos de ellos con una opci¨®n a compra que no se respet¨®, y abocarles as¨ª a una subida trepidante de sus mensualidades que gener¨® desahucios.
Siga como siga el circuito judicial, sus vidas estar¨¢n marcadas para siempre, no por los fondos buitre, sino por una alcaldesa que gobern¨® contra su poblaci¨®n y no a su favor. Mr. Scrooge al final se humaniz¨®. Pero, en el Madrid de 2018, la novela de momento acaba mal. Jueces y alcaldes a¨²n deben una respuesta a las familias humildes saqueadas, a ser posible sin esperar al Fantasma de las Navidades Futuras.
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